Capítulo XII

85 13 20
                                    

De repente el golpe de una puerta me despierta y abro los ojos, cuando vuelvo en sí, me doy cuenta de que estoy acostada sobre una cama con sabanas de seda azul marino, poco a poco recorro el lugar con la mirada y veo que estoy dentro de una enorme habitación con ventanales grandes, cubiertos con cortinas color crema que llagan hasta el suelo, al lado hay un tocador pequeño y frente a la cama un enorme closet de madera. En el fondo hay una puerta, lo que supongo debe ser el baño de la habitación.

No sé si mi hipótesis es correcta, pero el ver la habitación vacía me hace suponer que el ruido se produjo porque alguien acaba de salir.

Noto en el aire un aroma extraño, huele como pasto recién podado y madera quemada con un ligero toque de loción para caballero.

Escucho el sonido del picaporte y la puerta se abre.

—¡Vaya! hasta que despiertas, creí que ya no seguías viva—dice una voz masculina

En la habitación ha entrado un joven, tiene la mirada fría y el cabello un poco mojado, está vestido con jeans negros y una camiseta gris de cuello V.

No me equivoque anoche al pensar que sus ojos son color café oscuro, mucho más hermosos ahora que la luz natural se refleja en ellos. Así como tampoco me había equivocado en que sería el tipo perfecto de los gustos de Mía.

Ahora sin la luz artificial y aquel traje de mesero, aparenta tener unos 21 o 22 años de edad si mucho. De repente dejo de mirarlo al ver la puerta entreabierta.

—¿Qué? ¿Acaso esperabas a alguien más?—me pregunta

—No, es solo que tengo que irme a casa, mi padre debe de estar preocupado—le explico.

Cuando me quito las sabanas de encima para levantarme, mi ropa es diferente, ya no llevo puesta la ropa que tenía anoche, ahora solo estoy vestida con una bata para dormir, un poco corta y muy escotada para mis gustos.

—¿Tú... me cambiaste la ropa? —le pregunto tragando saliva.

—¿Acaso vez a alguien más? —Responde, y puedo ver una ligera curva en sus labios, una extraña sensación recorre mi cuerpo.

No puedo ser ¡Me había visto en ropa interior!

Me llevo las sabanas hasta el cuello tratando de cubrirme para que no me vea de nuevo. Estoy vestida, pero no puedo evitar sentir vergüenza, como tampoco pude evitar mirarlo con enojo.

—¡Oye tranquila!, no tocaría a alguien con cuerpo de... niña—dice con sarcasmo—Además los trapos que traías no iban contigo, te hacían ver como golfa barata de algún bar de mala muerte.

¡¿Que?!

¡Cielos! ¿Dónde había quedado el chico caballeroso de la noche anterior? Si se podría decir caballeroso. Aunque después de ese comentario, estar vestida con esta ropa no hacía sentirme nada mejor.

A pesar de saber que su comentario es cierto me hace sentir ofendida, pero el saber que en 17 lamentables años de mi vida no eh podido desarrollarme totalmente como se debe, es frustrante.

Pero la ofensa es más grave porque me había visto como una golfa, dispuesta a acostarse con cualquier hombre que se interpusiese en mi camino. ¡Cielos! jamás volvería a vestirme con la ropa de Mía y mucho menos con la de Marlene, a menos que sea el fin del mundo y fuese la única ropa que tuviera a mi alcance, pero eso, ni en un millón de años.

Trato de visualizar la habitación a toda prisa en busca de mi ropa y solo encuentro mi chaqueta colgada detrás de la puerta.

—Tengo que irme a casa—digo.

Atrapasueños "El Comienzo de una Pesadilla"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora