Capítulo XVI

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¡Pero dijiste que los habían mandado al infierno! —interrumpo

—Porque eso sucedió, pero el infierno esta en este mundo y ¿adivina quienes estaban en contacto con la tierra? "Ellos" unos la controlan y los otros la curan, así que lo encontraron.

—Entonces los demonios salen y se pasean ¿así como así?

—Los demonios no pueden salir ni un centímetro del infierno, ellos tienen una maldición, pero alguien que tiene el poder para salir de la tierra y entrar en ella sí puede hacerlo—dice y se levanta para estirarse.

El que se levante y se estirare no predice nada bueno, yo hago eso siempre que sé que algo ya está acabado, no me iba a dejar a medias ¿o sí?

—Bien, es suficiente por hoy, tengo que hacer la cena—sí, me iba a dejar a medias

—¡No! ¡Aguarda! ¡Quiero saber más!

—Sí, y yo quiero cenar.

—¿Pero qué pasó después?

—Bueno, pasó que no cené y enfureci, además, tú también necesitas comer, dejemos esta charla para otra ocasión, te dije que era una historia muy larga, ¿creías que te contaría todo hoy?

—No me puedes dejar así—le digo tratando de bloquear su camino para que vaya rumbo a la cocina, en un abrir y cerrar de ojos me golpea y me deja sobre el suelo con los brazos hacia atrás sosteniéndolos fuertemente.

—Claro que sí puedo, debilucha—dice liberándome.

—¿Cómo hiciste eso?

—Años de práctica Aliz, no creerás que de la noche a la mañana te conviertes en una experta ¿o sí?

—Tienes que enseñarme a hacer eso—le digo levantándome.

—Pero que positiva eres—suspira—Los humanos se sorprenden con simples cosas, por eso es que los manipulan a su antojo.

—Yo no me sorprendí, simplemente dije que tienes que enseñarme a hacer eso.

—Ya llegará su tiempo Aliz. Por mientras disfruta el aire que respiras, después lo único que inhalaras solo será humo.

—¿Qué?

—Nada, novata.

—No, ¿a qué te refieres con que respiraré humo?

—Solo te he contado una parte de la historia Aliz, espera a que termine de contarte todo y lo sabrás. ¿Por qué no me ayudas a preparar la cena?

—Creo que tomaré un baño antes—le digo sacudiéndome el polvo—te alcanzo más tarde para ayudarte.

—Ese cuento ya me lo sé ¿sabes?

No lo había dicho en mala intención, en verdad necesitaba un baño, pero aun así dejé salir una sonrisa y ella también.

—No te preocupes, te llamaré cuando la cena esté lista—dice y se va a la cocina.

Subo a la recamara, tomo una muda de ropa del cajón, la pongo sobre la cama y entro al baño.

Dejo que el agua fría caiga sobre mis hombros y humedezca poco a poco mi piel. No sé si mis pensamientos están inquietos o la historia me ha dejado más confundida que antes. Pero algo raro sucede en mi cabeza.

No era tan devota ni tan creyente, de hecho, nadie de mi familia lo era, ni siquiera mi abuela "que en paz descanse" como dice Mía, porque jamás la vi ir a la iglesia los domingos o rezar en su cuarto con un rosario en las manos, como lo hacen otras abuelas, pero la historia mezclada con Dios y guerra me había hecho pensar que tal vez existía un ser supremo.

¿Cómo era posible tanta destrucción y tanto deseo? ¿Yo que tenía que ver con todo eso? mi mente estaba literalmente en las nubes.

Quince minutos después, salgo entumecida, el agua estaba más fría de la que alguna vez me había bañado, tome una toalla y me envolví en ella, después tome otra y la enrollé en mi cabello.

Cuando salgo del baño dejo escapar un grito, frente al gran closet con las puertas abiertas, estaba Darío, por lo visto buscaba ropa y solamente tenía puestos unos bóxers negros.

—¿Qué haces aquí? ¡Salte! —le ordeno sujetando con fuerza la toalla que me cubre.

—Te recuerdo que esta es mi recamara, así que entraré y saldré cuando se me pegue la gana, además estoy buscando ropa, ¡vaya tormenta la que hay afuera!

Tan concentrado está en buscar su ropa que no se gira a mirarme, lo que me deja sentir un gran alivio por el momento.

—¿Está lloviendo?—pregunto con dirección a las ventanas, hacía semanas que no llovía.

—¿Que no oíste? —dice enojado, "de nuevo su cambio de humor".

—¿Sabes qué? olvídalo, tomaré mi ropa y regresaré al baño para cambiarme.

—¿Ropa?—se gira hacia mí, me mira y después se mira a él—se me olvido que solo llevaba puesto esto—cruza los brazos—aunque tú no te ves nada mal, las toallas te sientan bien—habla como si no le hubiese apenado nada.

—Idiota—le espeto molesta.

Tomo la ropa y regreso al baño, alacio mis cabellos con los dedos y ocupo un listón para ponérmelo de diadema, cuando salgo del baño el ya no está, lo cual es un gran alivio, me siento en el borde de la cama, pero la tentación me gana, frente a mi tengo el closet más grande que mis ojos han visto, después de todo soy una chica, el glamour siempre gana, entonces me levanto y abro las puertas, sin embargo, me quedo boquiabierta

¡¿Pero qué clase de chico era?!

Esperaba ver cadáveres de animales muertos o ropa sucia y arrugada revuelta por todos lados, pero toda la ropa está bien doblada, en el perchero están las chaquetas y sudaderas colgadas, todo de colores oscuros y apagados, las playeras ocupaban tres cajones, pantalones oscuros de mezclilla están más abajo y los zapatos y las botas están bajo las sudaderas.

Todo está perfectamente ordenado, aquí tenemos un caso de obsesivo compulsivo sin duda.

—Si encuentras algo que te quede te lo puedes quedar—Dice Darío—Aunque lo dudo.

El entrar cuando se le pegue la regalada gana se lo estaba tomado muy enserio, tenía que tomar mis precauciones.

Sin embargo, en estos precisos momentos me moría de la vergüenza, me ha atrapado con las manos en la masa, o más bien en el closet.

—Ah... yo...—no sé qué decir—no es lo que parece.

—Joanna dice que bajes a cenar—dice sin más y se marcha. 

Atrapasueños "El Comienzo de una Pesadilla"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora