Adrien despertó con una energía increíble. No recordaba qué había soñado, pero lo que hubiera sido, le había dejado muy buena sensación.
-Buenos días, Plagg! Hoy tiene pinta que será un día genial, fíjate que Sol tan brillante y qué despejado está el cielo!- dijo Adrien con entusiasmo, estirándose y saltando de la cama para ir corriendo a la ducha.
Plagg se quedó mirando la escena y, como era costumbre en él, pensó en voz alta:
-Qué raro está este chico...no se ha dado cuenta de las vistas de su ventaba hasta hoy? Ayer hacía el mismo día y no dijo absolutamente nada...en fin, me alegra verle tan contento, él sabrá por qué...mmm...huelo queso...- y se dirigió a la cocina siguiendo el rastro de su alimento favorito, que era más bien una auténtica obsesión.
Adrien se dió una ducha rápida y bajó a desayunar saltando las escaleras de dos en dos. Nathalie estaba en el salón, hablando por teléfono:
-No hay ninguna posibilidad de que pueda venir esta mañana?- Decía con insistencia.- Sí, claro...entiendo que uno no escoge ponerse enfermo...de acuerdo, no se preocupe. Que se mejore...
Nathalie colgó el teléfono y se percató entonces de la presencia de Adrien.
-Señorito Adrien, el repartidor de comida no puede traernos hoy el pedido, se ha puesto enfermo esta noche. No puedo ofrecerle su desayuno habitual. Intentaré solucionar el tema de las comidas del resto del día, hoy su padre tiene invitados y tendré mucho trabajo que no me esperaba...lo siento Adrien...
Nathalie era una asistenta extremadamente eficaz, realmente sentía cualquier contratiempo.
Adrien tuvo una idea...Sonriendo, le dijo a Nathalie:
-No te preocupes! Me apetece acercarme yo mismo a la panadería de los Dupain-Cheng, no está muy lejos. Además, tienen los mejores croissants de París!- dijo entusiasmado. -Dile a mi padre que estaré aquí para la comida- Y salió de la mansión, con una maravillosa sensación de libertad que le ensanchaba el pecho.
-Vamos, Plagg, quizás tenga suerte y Marinette esté ayudando a sus padres en la tienda, creo que los Sábados lo suele hacer...
Plagg puso sus gatunos ojos en blanco y dijo:
-Adrien...cuando hablas de Marinette, me estás empezando a recordar a mí mismo cuando hablo del Camembert...
Adrien rió.
-Qué tonterías dices, Plagg!- Y siguió caminando hacia la panadería Dupain-Cheng.
Al llegar a la tienda, se paró ante la puerta y notó que el corazón se le aceleraba. Se sorprendió ante esa reacción de su cuerpo, que no podía controlar. Sólo deseaba encontrar a Marinette dentro cuando abriera la puerta...
Al entrar, sonó una campana, avisando de la llegada de un nuevo cliente. Adrien sintió una punzada de decepción al encontrar a Sabine, la madre de Marinette, atendiendo a los clientes. Esperó su turno y cuando finalmente iba a acercarse al mostrador, vió a Marinette entrando a la tienda desde el obrador, llevando con cuidado una bandeja de galletas recién horneadas.
La chica estaba tan concentrada en lo que hacía que no se percató de la presencia de Adrien hasta que hubo colocado las galletas en su sitio y se giró...
Marinette dió un salto, al verlo delante suyo, y al instante notó cómo sus mejillas ardían.
-Ho-hola, A-Adrien....- tartamudeó, saludándolo con una mano, un largo lapso de tiempo, hasta que con la otra decidió detener el movimiento de la primera, que era como si estuviera funcionando automáticamente y no pudiera parar...
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Marinette y Chat Noir, una relación sincera.
FanfictionDurante una larga semana, los akumas atacaron a diario. El agotamiento de Marinette empezó a ser importante, la falta de sueño y llevar una doble vida le estaban pasando factura. Ese Viernes no pudo más y tuvo un fuerte encontronazo con Cloe, esa hi...