10. La confianza de Marinette

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Ese anochecer, Marinette y Adrien estudiaron con determinación la historia de Roma. Cada uno desde sus respectivos hogares. Sus deberes como superhéroes no impedían que cumplieran también con sus obligaciones en su vida como civiles.

Marinette, estudió en su acojedora habitación, en un hogar de dulce aroma, rodeada de pósters y recortes de todo tipo de su amado Adrien. Siempre se sentía arropada allí.

Adrien, leía el libro de historia en su lujosa y fría Mansión, concretamente en su grandiosa habitación, tan vacía como el recuerdo de su madre desaparecida. La sensación de Adrien en ese lugar era de una perpétua soledad.

Llegó el Lunes por la mañana y ambos llegaron puntualmente al Instituto. El examen era a primera hora.

En las taquillas, los dos jóvenes coincidieron.

-¡Marinette! Buenos días.- Le sonrió el chico. Parecía un poco nervioso, pero lo justo para darle un aire aún más encantador- ¿Qué tal llevas el tema?- Le preguntó.

Marinette, que por primera vez sentía que no se desmayaría en su presencia, le contestó, segura de sí misma:

-Creo que muy bien, Adrien. Me ayudaste mucho ayer...No tuve ocasión de darte las gracias.- Le dijo con el semblante relajado y sonriéndole. -Me preocupé un poco por ti porque todo empezó a inundarse cuando saliste de mi casa. Me alegra ver que estás bien.- Concluyó, cogiendo el material de la taquilla. -Vamos, tenemos un examen con el que lidiar hoy.- Le dijo Marinette, guiñándole un ojo al rubio.

Marinette estaba feliz, y notaba que su confianza se había fortalecido. Ya no temblaba ante Adrien, puesto que también era su querido Chat Noir, y eso le hacía sentir más segura de sí misma. Por primera vez, Marinette sentió que quizás no era tan distinta de su alter-ego como pensaba.

Adrien se quedó boquiabierto. Era la primera vez que Marinette mantenía una conversación con él sin trabarse o mostrarse inquieta. La miró con admiración, sonrió y asintió a sus palabras.

Se dirigieron los dos al aula de historia.

-Buena suerte, Marinette.- Le dijo Adrien justo antes de entrar en el aula, con un guiño que Marinette le devolvió.

-Igualmente.- Le sonrió la chica.

-Woou, esta chica es absolutamente maravillosa. No sé cómo podré resistirme teniéndola cerca en clase...- Pensó Adrien con un suspiro. Fue a sentarse a su pupitre.

El examen fue difícil, pero ambos hicieron un buen trabajo. Tuvieron las ideas tan claras que terminaron los primeros y salieron del aula para tomarse un descanso, mientras acababan los demás.

-No era fácil, menudo lío con la pregunta de las naumaquias...- Le comentó Adrien.

-Jejeje, un poco rebuscada, sí...- Rió Marinette. -Ayer tuve la sensación de estar viviendo una naumaquia... Fue extraño ver París inundado.- Su semblante cambió a uno más serio. -¿Crees que los ataques diarios continuarán? Estoy preocupada...-.

Adrien también se puso serio.

-Yo también lo estoy, Marinette.- Dijo solemnemente el chico, respirando hondo.

El timbre sonó para indicar que el examen había finalizado. Se dirigieron a la siguiente clase. La mañana transcurría tranquila.

A la hora del almuerzo, Alya estaba sentada con Marinette en una de las mesas de picnic del parque cercano a la escuela. En el mes de Mayo era habitual que los estudiantes hicieran el descanso en esa zona.

Nino y Adrien se acercaron.

-Ey, chicas, ¿os apetece disfrutar de buena compañía?- Preguntó Nino, en tono de broma, como era habitual en él.

Marinette y Chat Noir, una relación sincera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora