Misión 09: Piedra, papel, tijera, aquí te quedas.

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   Gritos, ruido, sonidos de pasos y papeles regados por doquier junto a un conocido sentimiento de temor, esa era la atmósfera de la empresa Dreyar aquel lunes.

 — Vuélvete más atrevida decían, lograrás que Gray-sama caiga ante ti, decían. — La joven Lockser murmuraba molesta mientras no dejaba de mover el mouse y de teclear. — ¡Y una mierda! Lo único que logré fue atrasarme con los arreglos del juego... Lucy, cuando te pille fuera no volverás a ver a nadie por un año.

  Aún con el revuelto, los que pasaban por su lado se quedaban asustados y agradeciendo internamente de no ser la rubia.

— ¿Vas a dejar de amenazarme en algún momento? — La Heartfilia preguntó con desdén, ella también había terminado con más trabajo de lo usual por hacer de consejera emocional. — Por culpa tuya no he podido ver a Natsu desde el sábado.

— ¡Nunca te pedí que estuvieses detrás mío para empujarme hacia Gray-sama cada vez que se acercase!

— ¡Es que si no, no lo haces!

— ¿¡Pudieran dejar de pelear por el imbécil de hielitos y seguir con lo suyo!? — Gajeel intervino desde su cubículo, no creo necesario decir que él también estaba hasta el cuello. — ¡Molestan al resto!

— ¡Vete a la mierda! — Las compañeras de piso respondieron a la vez.

— ¡Aun cuando no puedo oírte sé cuándo me insultas, hierrito de mierda! — Gray saltó desde la sala de prueba.

 Como gamer de la empresa tenía que probar el juego y lograr la perfección del mismo, esto traía como consecuencia encerarse en su comodísima oficina hasta los mismísimos últimos segundos antes del lanzamiento. Aun así, el pelinegro sabía cuándo era insultado por externos a la sala de prueba. Digamos que tenía un cierto sexto sentido para ello.

 Los gritos pasaron a ser la música de fondo junto al interminable sonido de los dedos chocando contra las teclas. No fue hasta que cayó la noche que cesaron.

— Me duele todo el cuerpo. — Lucy se quejó por enésima vez. — Por esto odio cuando se acerca la fecha de lanzamiento.

— Deja ya de quejarte por todo. — La Lockser respondió con una mezcla de rencor y cansancio.

 El elevador por fin llegó a su piso y pudieron entrar todos los que lo esperaban, pero al hacerlo la caja de metal hizo el sonido más perturbador que alguien pudiese oír en ese momento.

— Bien, llegados a esto alguien tendrá que bajarse. — Gajeel fue el primero en hablar, habían sobrepaso el límite de peso disponible.

 Los siete se miraron de reojo con el mismo pensamiento "¡No seré yo quien se baje!". No era necesario siquiera mencionarlo para que el resto lo supiera. Todos se prepararon, era hora de hacer eso. ¿Qué era eso? Digamos que el amado ascensor emitiendo ese perturbarte sonido era más usual de lo necesario, por lo que los miembros de la empresa que acostumbraban a dejarla tarde en la noche habían desarrollado un método infalible para determinar quién esperaría al siguiente.

— Si solo hubiese sacado papel en vez de tijeras... — Juvia se recriminó aún con el gesto en su mano. — De seguro que esos se pusieron de acuerdo para sacar todos piedra sin decírmelo.

 La peli-azul se quedó mirando fijamente como la luz danzaba por los números que representaban cada piso. Lo único que quería ahora mismo era llegar a casa, darse un baño y quedarse dormida en su cama. Un bostezo salió de su boca sin proponérselo, dando mayor veracidad a su necesidad de dormir.

 El elevador por fin volvió a su piso y abrió sus puertas frente a ella, solo para que se encontrara con la persona menos esperada.

— ¿Juvia?

Misión: GruviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora