Misión 08: Reuniones y reajustes

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La noche se mantenía vigente, habían pasado alrededor de media hora del final de la pelea entre el peli-rosa y el pelinegro; cuál de los dos había salido peor sería difícil de determinar.  Al darse el último golpe, Natsu y Lucy habían, de alguna forma, resuelto el malentendido durante el conflicto, por lo que al caer ambos chicos casi moribundos al piso fueron recurridos por sus “chicas”.

Lo que nos deja con la presente escena: una Juvia curando y vendando a su amado —y un tanto agresivo— Gray-sama. Por cuestiones de seguridad habían terminado en casa del Fullbuster al desconocer donde irían Lucy y la otra víctima.

— Mierda — se quejó mientras el algodón cubierto de alcohol se posaba en su labio herido.

Juvia le retuvo en su lugar. —Manténgase quieto o no podré desinfestarle bien la herida, Gray-san. — Sintió un golpecito en su corazón al darse cuenta de lo mucho que se había acostumbrado a llamarle de esa forma.

— La próxima vez que encuentre a ese maldito ojos rasgados no terminará igual. — Gray farfulló cerrando sus puños con fuerza. — No logrará siquiera tocar… ¡ahrg! ¡Mierda Juvia ten más cuidado!

— ¡Le dije que no se moviera! — Elevó su voz, aún más molesta, sobre la de él.

Gray se encogió en la silla con algo de miedo, nunca antes su acosadora le había elevado la voz de esa forma. Elevó un poco la vista y la centró en el rostro de su “enfermera”, quien daba vueltas a la venda sin mostrar sentimiento alguno en sus ojos. Una punzada atravesó su pecho, ¿por qué había cambiado tanto en tan poco tiempo? 

Normalmente estaría como loca sobre él en vez de tratarlo como un enfermo, no le dejaría respirar y mucho menos lo estaría haciendo el peli-rosa que había provocado su estado actual. De cierta manera, sentía un vacío al no ver sus locas, y un tanto frenéticas, reacciones en todo lo relacionado a él.

Cofcof, la Lockser amortiguo su tos con su puño.

Gray la recorrió de arriba abajo con la vista. No era de esperar que tuviese frío entre lo escotado y abierto que era su vestido; sin darse cuenta sus ojos se posaron en el poco de su muslo izquierdo que quedaba desnudo y su pecho. Siempre supo que Juvia era atractiva, lo aceptaba desde el primer día que se había transferido a su mismo instituto hacia un par de años atrás; a decir verdad, lo dotada que estaba había sido la principal causa de la mayoría de sus sonrojos, pues la chica nunca dudaba a la hora de atrapar su brazo y estrecharlo con fuerza contra su pecho. Soltó una pequeña carcajada seca por lo bajo, habían pasado diez años y Juvia seguía igual… o al menos así fue hasta hacia menos de dos meses.

— Bien — La voz de la peli-azul lo devolvió a la silla. — He terminado. — Dijo mientras recogía todo y se disponía a devolverlo a su lugar detrás de la vidriera.

Verla alejarse le recordó los sucesos de la noche pasada. Esta mañana se había encargado de solucionar el malentendido —cuando su resaca no le provocaba esos malditos pitillos en los oídos—, Lyon le contó todo tal cual sucedió y se avergonzó, internamente, por la manera tan infantil en que se había comportado. Pero lo había hecho sin pensar, el hecho de que su mejor amigo se la arrebatase cuando ella estaba tan lejos de él le ponía enfermo; no era solo Lyon, no soportaría que alguien aparte de él estuviese a su lado.

— Bien, ahora solo descanse. — Juvia fue hasta donde había dejado su bolso y se lo colgó en el hombro.

El Fullbuster se sobresaltó y dirigió sus ojos rápidamente a la peli-azul, quien comenzaba su camino a la puerta. Aceptaría qué se enoje de esa forma tan peculiar de ella, qué le dedique todo su tiempo, qué le sonría… qué ame a alguien más…  eso era algo que no soportaría.

Misión: GruviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora