Última misión: Declaraciones y finales felices

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El cumpleaños número veinticinco de Juvia era por fin hoy. Todos tenían trabajo, por lo que lo celebrarían en la noche y, dónde mejor que en su bar favorito. Lucy se encargaría de organizar todo junto a Levy, lo que incluía de cierto modo la presencia masculina de Gajeel y un, aún en proceso de recuperación, Natsu.

Por alguna razón, la cumpleañera tenía más trabajo acumulado de lo que esperaba, por lo que sería de las últimas en llegar; a Lucy no le molestó, sino que la alentó: “¡el alma de la fiesta siempre llega de última!”.

— Bien… — La Lockser se estiró aún en la silla, por fin terminaba esos arreglos para la expansión de “Lost Dragon”. El juego había tenido tal impacto, que el pedido por expansiones no tardó en llegar y traer a todos de sus vacaciones de vuelta al trabajo. Aunque recién empezaban con los preparativos, aseguraría que tendría igual, o mayor, éxito que la base.

Dio una última mirada a todo, asegurándose de que todo estaba en orden. Sin importar por cuan apurada estaba, no se perdonaría un trabajo mal hecho. Cogió sus cosas y corrió hasta el elevador, pero no pudo atraparlo, por lo que se quedó frente a sus puertas esperando al siguiente.

Echó un vistazo a la oficina, estaba casi completamente vacía y no esperaba menos siendo un día viernes. Solo había podido ver a Gray una sola vez en todo el día, pues este no salió de la sala de pruebas en ningún momento excepto cuando le devolvió la caja de almuerzo que le preparó la peli-azul.

Recordó la cara de sorpresa cuando se enteró que era ella la que se las preparaba, aunque, al pensarlo bien, el sabor de las galletas le sonaban conocidos. De ahí en adelante, Juvia se aseguraba de darle una caja de almuerzo cada día, asegurándose así de que tuviera una dieta balanceada y ganando verle al menos una vez al día cuando tuviese que devolverle el pozuelo.

El “bip” de la llegada del elevador la hizo volver a la tierra y entró en la caja mecánica.

— Los chicos ya deben de estar ahí… — Suspiró. — Ya son veinticinco, ¿eh?

Las puertas comenzaron a cerrarse y cuando estaban a punto, un pie las detuvo.

— Uff, a tiempo. — Gray entró y se acomodó a su lado.

— ¿Recién acaba, Gray-sama?

Asintió y se masajeó el hombro derecho con la mano. — Ha sido un día largo, ahora solo quiero beber y olvidarme de que el lunes tengo que seguir con esto.

Juvia rió, aunque se estuviese  quejando se notaba que le gustaba su trabajo.

— Por cierto, — La miró de reojo y un leve rubor se le notaba en las mejillas. — guárdame algo de tu tiempo hoy, necesito decirte algo.

La Lockser se sonrojó de repente, tal vez porque él también lo estaba, tal vez porque parecía querer pasar tiempo con ella, o solo por la forma en que lo dijo…

Asintió y ninguno más habló, pero como el destino más retorcido de lo que dice ser, la caja metálica dio un brinco y sus luces se apagaron. Un bajón de corriente, estaban encerrados hasta que o viniese la electricidad o los sacaran de ahí. Y, teniendo en cuenta que no quedaba casi nadie allí, estarían atrapado para rato.

— Mierda, mi cabeza. — Las luces de emergencia se encendieron y el Fullbuster se frotó la zona de contacto con la placa metálica en busca de algún daño, afortunadamente solo tenía un leve chichón. — ¿Juvia, estás bien?

La peli-azul estaba atónita, probablemente por la posición que había causado aquel inofensivo brinquito del elevador: Gray la tenía abrazada contra su pecho, evitando que esta se golpease con algo más que su cuerpo.

Misión: GruviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora