Capítulo #3

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Abrí los ojos por décima vez y revisé la hora; el despertador marcaba las 6 am. Me levanté algo cansada y me adentré al baño. Tenía menos de una ahora para alistarme y preparar las últimas cosas para el viaje. Cuando salí de la ducha algo llamó mi atención en el espejo, por lo que me acerqué. Al ver por el espejo reprimí la necesidad de gritar, ya que la chica que se reflejaba no era yo. Di un paso hacia atrás, asustada. La chica del espejo era de complexión algo menuda, alta y de cabello muy castaño. Distinguí sus ojos a pesar del vapor de la ducha; eran verde pasto. De repente estiró su mano en mi dirección, como pidiendo mi ayuda. Con los nervios de punta me acerqué un poco al espejo antes de que la chica de ojos verdes empezara a gritar.

-Detente. -hablé con la voz en un hilo. -Basta.

Ella siguió gritando hasta que un líquido espeso y de color escarlata empezó a correr por su cuerpo.

Sangre.

Tragué duro. ¿Esto era otra pesadilla o en serio estaba pasando?

-A.. yu..da... -dijo seguido de un quejido.

De un momento a otro las cuatro paredes del baño empezaron a cubrirse del mismo líquido que cubría a la chica. Esto era demasiado, esto obviamente no era para nada un sueño.

-Basta. -dije. Mi pulso empezaba a acelerarse. - ¡BASTA!

Mis mejillas empezaron a cubrirse de lágrimas al mismo tiempo que mi cuerpo se llenaba de sangre. No puede contenerme más; un grito desgarrador salió de mi garganta, abriéndose paso por las paredes. Temblorosa y horrorizada me arrodillé en el piso de cerámica e inútilmente traté de deshacerme de la sangre que había en mi cuerpo. Con cada segundo que pasaba esto se sentía más real y terrible.

Cuando menos lo esperé, la puerta del baño se abrió dejándome ver el rostro de Emily; asustado y preocupado. Se arrodilló enfrente de mí, tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirarla a los ojos.

-Cass, mírame. -murmuró. -Tranquila.

-Haz que paré, por favor. -sollocé.

Rápidamente me abrazó y pasó su mano por mi espalda, tratando de relajarme. -Tranquila, mi niña.

Le di un vistazo al baño; el reflejo de la chica y la sangre había desaparecido. Al igual que mi cordura.

Eran más o menos las 7:30 de la mañana y me encontraba en camino a la casa de Miram. Después de mi incidente en el baño y que Emily me consolara, me obligó a ir con las chicas para pedirles una disculpa. No me agradaba la idea, tenía que admitirlo, pero en algo tenía razón; llegaría el momento en que me arrepentiría de no haber hecho las paces con ellas en su momento. Al llegar a la casa de la castaña toqué la puerta tres veces, esperando que me abrieran y recibieran. Esperaba que las demás estuvieran aquí, por lo que no me retrasaría demasiado. Después de unos minutos, la chica se dignó a abrir la puerta.

-Miram viene...-detrás de ella estaba un chico de cabello castaño y ojos claros. Lo reconocí de inmediato; era Leonardo. - ¿Qué hace él aquí?

Leonardo Grayson era un chico muy lindo y amable. Por un tiempo habíamos hablado y salido, pero las cosas no funcionaron por lo que dejamos de vernos, en cambio decidimos ser amigos. Estaba funcionando un poco, sin embargo, aún tenía sentimientos por él.

-Uhm... -se veía nerviosa. -Leonardo y yo hemos estado saliendo.

Cerré los ojos con fuerza y dejé que sentimiento de dolor recorriera mi cuerpo. Esto era más que increíble.

-Genial, simplemente genial. -murmuré.

-Cassandra...

-Vine aquí, a tu casa, para decir que lo siento, para averiguar si podíamos solucionar esto y al llegar te encuentro con... él. -señalé al chico. - ¿Por qué con él, Miram, por qué?

-Lo siento...

-No puedo creerlo. -resoplé. - ¿Al menos le dijiste que te iras a Italia?

Los dos me miraron; Leonardo con sorpresa y confusión, y Miram con ira.

- ¿Te iras a Italia? -preguntó el chico.

-Gracias, Cassandra. -dijo ignorando al chico. -Arruinaste el momento.

- ¿Yo arruiné el momento? -pregunté indignada. -Entonces tú arruinaste nuestra amistad.

- ¡Cassandra!

-Adiós. -sin nada más que decir, me di la vuelta y salí del pórtico de la casa.

A mis espaldas podía escuchar la discusión entre Leonardo y Miram. No pude evitar sentir un alivio al saber que Leonardo estaba igual de molesto que yo al apenas enterarse de aquello. Al menos compartiría ese dolor con él, ese odio hacia ellas.

Corrí por las calles hasta llegar a casa. El camión de mudanzas y el taxi seguían subiendo cajas a sus respectivos lugares. Me acerqué a ellos, encontrándome a Emily quien ya estaba esperándome.

- ¿Dónde estabas? -preguntó molesta.

Solté un suspiro. -Fui con Miram para arreglar las cosas, pero al parecer solo perdí mi tiempo.

-Muy bien. -resopló. -Al menos lo intentaste.

-Lo hice, y no salió como quería.

-Querida, nada sale como lo esperamos. -me tomó del brazo. -A veces es mejor que las cosas salgan como ellas quieren. ¿Nos vamos?

Asentí. -Vámonos.

Con las últimas cosas en nuestras manos nos subimos al taxi en dirección al aeropuerto. Emily había caído dormida a los 10 minutos, mientras que yo me encontraba observado nuestro camino a lo que sería nuestra nueva vida.

-No me decepciones, Londres. -dije en voz baja. Solté un suspiro al mismo tiempo que cerraba los ojos, hasta que la imagen de aquella chica ensangrentada apareció. Abrí los ojos, resignándome a que no dormiría esta vez. 

The Four Elements © |B#1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora