Capítulo #5

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Un mes después...




Un mes. Un mes fue lo que me llevo adaptarme al lugar, para familiarizarme con la nueva casa y suficiente para conocer nuevas personas como lo son Lexa y Katheryn.

Lexa era una chica de baja estatura, de cabellos rubios y ojos de color avellana. Era una gran amiga, amable e inteligente. Desde aquel día en el parque donde la conocí llevo una sonrisa en mi rostro, una que no tenía desde que había llegado.

Unas semanas después de haber encontrarme con la rubia, conocí a Katheryn; una chica un año menor, de cabello desordenado y color azabache, haciendo que sus ojos verdes resaltaran en su rostro. Katheryn y yo no nos llevábamos bien, siempre teníamos uno que otro roce a causa de nuestras diferencias, sin embargo, podíamos soportarnos hasta cierto punto y convivir en una especie de paz.

Debía admitirlo, a pesar de los problemas con Kat, las dos chicas se habían convertido en mis amigas en poco tiempo y me sentía bien por no empezar el nuevo ciclo escolar sin amigos. 

Ya tenía mis cosas listas para mañana, por lo que tenía toda la tarde para salir con Lexa y Katheryn. Tomé mi celular y marqué el numero de la rubia.

-¡Hey, Lex! Me preguntaba si querrías ir a la plaza conmigo, ¿puedes? -pregunté una vez que contestó el celular.

-Ay Cassy, quisiera pero mis padres no me dejarán. Están en su plan de "no puedes salir porque mañana vas a la escuela"- respondió desanimada e imitando a sus padres al final.

-Bueno... entonces, nos vemos mañana, Lex. 

-Sí... lo siento, Cassy. -se disculpó arrepentida.

-No hay problema, descansa.

Colgué y llamé a la pelinegra de Kat. La llamada no duró mucho, pero lo suficiente para saber que tendría que ir por mi cuenta. 

Llegué al parque y en vez de quedarme ahí, fui directo al bosque que también quedaba cerca. Cuando llegué, localicé el árbol más bonito y me senté debajo de este; era frondoso, demasiado verde y muy hermoso. Parecía que con cada sonrisa que me sacaba al verlo, este se ponía cada vez mas verde y bello. 

Pasaron unos minutos, en los que me quedé observando en paisaje, y mi estómago empezó a gruñir por el hambre. Me levanté y fui a comprar un helado al parque. 

Al regresar, con la mitad de helado de napolitano, me llevé una gran sorpresa encontrando al castaño del aeropuerto sentado en el árbol donde había estado minutos antes. Sin saber que hacer exactamente, decidí pasar de él y sentarme en el árbol del junto.

- ¿Te gusta? -preguntaron a mis espaldas.

- ¿El helado o el árbol? -me di la vuelta, reconociendo el chico que había hablado.  

-El árbol. -contestó mirándome.

-Ah, sí. Es hermoso. -respondí mirando el frondoso árbol. 

-Sí, lo sé. -bajó la mirada.- Oye... quería pedirte perdón por como actué aquel día en el avión. -murmuró apenado.

-No te preocupes, seguramente tenías tus razones. Ya no importa. -dije restándole importancia, aun cuando el sentimiento de confusión y algo e tristeza seguía rondando en mi. 

El cielo empezó a oscurecerse poco a poco, mientras los truenos se hacían presente, anunciando una tormenta. Luke levantó la mirada hacia el cielo antes de que sus ojos me miraran con completa preocupación y alerta. 

Tomó mi mano y me jaló hacía él con rapidez. -Ven, sígueme.

- ¿Qué pasa? ¿A dónde vamos? -pregunté confundida.

-No pasa nada, sólo... sólo necesito hablar contigo. -respondió. 

- ¿Pero de qué? -volví a preguntar, aunque más confundida que antes.

Cada segundo que pasaba, me frustraba y me confundía más. El clima cambió repentinamente, otra vez, ya no estaba a punto de llover sino que ahora se sentía demasiado viento. 

-Tranquila, mira, sólo tienes que responder unas sencillas preguntas, ¿de acuerdo? -preguntó mirándome ya un poco frustrado, también. Sus ojos color café con toques dorado se encontraron con los míos.

-De acuerdo, contestaré tus preguntas. -contesté y él dejó de sujetar mi muñeca. Repentinamente el clima cambió de nuevo, ahora estaba soleado. 

¿Acaso esto era normal aquí?

- ¿Qué es lo que te gusta? -preguntó a lo que yo fruncí el ceño, pues creí que sería una pregunta más complicada. Aunque tampoco es como si se tratara de una tan fácil o sencilla de contestar.

-¿En qué sentido?

-¿Qué te gusta? -repitió. -La naturaleza, los árboles, el sol, las plantas, el clima soleado o nublado. Cosas así. -cuestionó como si fuera tan obvio.

-Ah, bueno, pues... me gusta todo lo que tenga que ver con la naturaleza. Los árboles, las plantas, las flores, aunque también me gustan las cosas relacionadas con el ambiente acuático o que incluyan agua. La lluvia, por ejemplo. La lluvia me fascina, ¿Qué pasa con ello? -murmuré desorientada.  

-No, por nada.-dijo intentando quitarle importancia al asunto. -Pero debes prometerme algo, mantente a salvo. Te prometo que pronto te explicaré todo, pero por favor, mantente a salvo. -murmuró con rapidez al mismo tiempo que se alejaba. 

No entendí nada, intenté comprender algo de lo que me había dicho pero no conseguí nada.

¿Por qué me debería de mantener a salvo? ¿De quién? ¿Qué tiene que ver lo que me gusta con mantenerme a salvo?

The Four Elements © |B#1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora