Capítulo #4

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El proceso para poder abordar al avión fue tedioso y frustrante. Había visto varias fases de Emily a lo largo de mi vida, pero nunca había visto aquella mirada de furia hacia la azafata al decirle que no existía ninguna reservación con su nombre. Después de unos gritos y varias quejas al gerente subimos al avión, con cacahuates extra como una disculpa de la aerolínea. Claro que los problemas no terminaron ahí, al parecer los asientos estaban mal ya que según ellos Emily se sentaba delante y yo atrás. Ella ya no quiso discutir más, estaba cansada, así que dejó que yo me quedara detrás de ella.

Cuando el avión despegó y nos dejaron quitarnos los cinturones de seguridad, mis parpados cedieron haciéndome caer en un sueño profundo. No sabía cuántas horas había caído dormida, todo estaba callado, a excepción del pequeño grito que solté al ver de nuevo aquella escena de la chica en el baño pasar por mis ojos.

- ¿Está todo bien? -preguntó una voz a mi lado.

Volteé mi cabeza en dirección a aquella persona; sus ojos cafés claro me miraban con curiosidad. Me tomé unos segundos para examinar su rostro; era de complexión delgada y un poco musculosa, sus cejas enmarcaban sus ya mencionados ojos de color café, su cabello estaba desordenado de tal manera que lo hacía ver tan malditamente bien. No iba a negar que el chico era realmente lindo, pero había algo en la forma en que sonreía y en cómo sus ojos me miraban que me inquietaba un poco.

-Sí, todo bien. -respondí. - ¿Podrías decirme la hora, por favor?

-Falta más o menos una hora para llegar. -dijo dándome otra sonrisa.

-Gracias. - dije amable. No pude evitar sentirme un poco nerviosa.

- ¿Vas a Londres? -preguntó el chico, marcando lo obvio.

-Creo que es obvio, ¿no? -respondí divertida.

-Claro. -soltó una risa. -Yo vivo allá, solo que estuve de vacaciones un tiempo. ¿Qué te trae a Londres?

-Me dieron una beca para entrar a Green Hills. -respondí un poco emocionada. -Empezaré mi último año en unos meses.

-Eso es genial. -me sonrió. -Tal vez no importe mencionarlo, pero también iré a Green Hills.

- ¿En que año? -pregunté sorprendida.

-Último.

-Que casualidad. -murmuré divertida.

-Soy Luke Hamilton, por cierto. -dijo al mismo tiempo que extendía su mano en mi dirección.

Estreché su mano. -Cassandra Peterson.

Luke y yo continuamos hablando; al parecer el chico no vivía con sus padres desde que tenía 15 años, en cambio él y unos amigos rentaban una casa cerca del colegio lo que les facilitaba el ir y venir. También me ofreció presentarme a sus amigos cuando el curso empezara, a lo que no pude negarme, era nueva en la ciudad así que necesitaba amigos, aunque eso se escuchara tan deprimente.

Todo iba bien, hasta que mi celular sonó indicando que un mensaje de texto había llegado. Cuando lo leí no pude evitar sentir la furia recorrerme; era Carol pidiendo o, mejor dicho, intentando pedir disculpas por su actitud de aquel día en la escuela y deseándome suerte en Londres, por lo que tiré el celular por el pasillo del avión. Sin embargo, eso no fue lo que dejó un silencio tenso entre Luke y yo, sino lo que ocurrió después de eso.

Mientras estaba en un ataque de ira tomé un vaso de agua y le di un gran trago, solo que no había agua. Miré a Luke confundida, sin embargo, el chico no parecía reaccionar; estaba mirando con detenimiento el vaso que tenía en mis manos.

- ¿Qué ocurre?

-Nada. -respondió cortante, para después darse la vuelta.

¿Acaso había hecho algo mal? ¿Dije algo que no le había agradado? Al aterrizar intente hablar con él de nuevo, pero simplemente me volvió a ignorar. Por más que repasara los hechos, no encontraba una razón por la que el chico me dejara de hablar.

- ¿Todo bien, Cassandra? -giré mi cabeza y observé directamente los ojos de Emily.

Siempre me había preguntado por qué sus ojos eran de un marrón oscuro y no de color azul o verde, como los míos. Cada vez que se lo preguntaba ella respondía que esa característica solo aparecía en ciertas generaciones y que no le había tocado, sin embargo, su historia no me convencía ya que nunca había visto fotos de otros parientes.

-Nada, sólo me siento mal. -mentí.

-Está bien. -levantó la mirada al cielo. -Deberíamos irnos ya, parece que va a llover.

Imité su gesto y aprecié el oscuro cielo de Londres. -Yo digo que deberíamos disfrutar de la lluvia.

- ¿Segura que te sientes bien?

-Solo quiero sentir la lluvia de Londres correr por mi cuerpo. -respondí encogiéndome de hombros.

-Como quieras. -dijo dándome una sonrisa divertida.

Tomó dos maletas y salió a la acera para pedir un taxi. Solté un suspiró y me limité a seguirla con las dos maletas restantes. Fue cuestión de segundos en que un auto se detuvo enfrente de nosotras y nos ayudó a meter las cosas. Unos minutos después el taxi se detuvo en frente de una gran casa rustica y de color amarillo.

-Muy bien. -murmuró Emily para si misma. -Los muebles y todo lo demás ya está en su lugar. Solo falta lo que traemos nosotras, así que entra y revisa las habitaciones.

Tomé el bulto de llaves que traía en la mano y caminé en dirección a la entrada de la casa.

Después de varios minutos acomodando ropa, libros, retratos, platos y de más en el lugar, Emily y yo cenamos un poco de comida china. Mientras ella hablaba sobre lo emocionaba y orgullosa de mí por ser de las pocas seleccionadas para la beca del colegio, y de lo nerviosa que estaba por su primer día en su nuevo trabajo, yo me mantuve comiendo en silencio y prestando poca atención a lo que decía.

Estaba presente, pero parte de mi estaba perdida en el océano que eran mis pensamientos. Aún estaba analizando cada una de mis acciones en el avión, buscando una razón para que Luke me empezara a ignorar. La única imagen que se me venía a la mente era aquel momento cuando intenté beber agua del vaso vacío.

-Tía Em, ¿es posible que el agua se evapore de la nada? -interrumpí, tomándola por sorpresa.

-Uhm... no sé a que te refieres con eso, querida. -respondió confundida.

-Hoy, traté de tomar agua en el avión, pero no había agua. -dije mientras miraba con detenimiento el vaso que estaba enfrente de mi.

-Tal vez te la acabaste y no te diste cuenta. -se encogió de hombros. -Suele pasar.

-No...-la miré a los ojos. -Estoy más que segura que el vaso tenía agua antes de que mis dedos lo tocaran.

Pude ver como su semblante cambió de una emoción a otra con rapidez, pero no lo suficiente como para que no lo notara.

Algo la inquietó.

-Y yo estoy más que segura que estas alucinando, Cassandra. -dijo algo divertida. -El cambio de horario te está afectando un poquito.

No me iba a responder, sin embargo, no lo esperaba. Mi pregunta había sido rara y no tenía una explicación razonable. Pero estaba claro que yo no me quedaría sin respuestas.

-Quizá tienes razón. -suspiré. -Iré a dormir.

Asintió con la cabeza. -Hasta mañana, Cassandra. 

The Four Elements © |B#1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora