C A P I T U L O 11

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Veronica

Miré al techo de la habitación sin saber muy bien qué pensar. Todo era tan... Confuso. ¿Por qué me sentía mal? No sé... Me apetecía que Blake viniese conmigo al baile, es decir, no conmigo, sino que viniese y charlásemos. Casi no conocía a nadie, y ella era la persona más cercana que tenía en el instituto.

—Tienes el baile en una hora y estás en mi casa, concretamente en mi cama, mirando al techo como si estuvieses en depresión. —Se sentó a mi lado y sacó el mando de su mesita de noche, encendiendo la tele.

—No sé si quiero ir. —Respondí mirándolo.

—¿Por qué? Vamos, chicos guapos, gente colando alcohol, liarte con alguien en el cuarto de mantenimiento y, he de decir que ver a los profesores sin ser profesores es interesante. —Alzó una ceja cogiendo su copa de vino de la mesa.

—Porque... Al final lo he pensado y no va a ser lo mismo. —Apoyé mi cabeza en su hombro con un suspiro.

—¿Por el cabrón de Jake? —Negué. —Oh, entiendo, por el cabrón de Zac. —También negué, apoyando la barbilla en el hombro de mi hermano. —Joder, ¿hay otro cabrón?

—Que no es por un chico. —Respondí con un suspiro, pasándome las manos por la cara.

—Me arriesgo a que te enfades y me pegues pero estoy seguro al cien por cien que es por una chica y esa chica se llama Blake.

—No va al baile y... No sé, es la única persona que tengo cerca en el instituto. Y, por todo lo que ha pasado estas semanas, me siento muy unida a ella. —Mi hermano no dijo nada, sólo bebía de su copa con las cejas alzadas, asintiendo; casi se aguantaba la risa.

—¿Te gusta?

—¡No! —Respondí rápidamente, levantándome de la cama, casi ofendida.

—Entonces, ¿por qué te afecta? Apenas la conoces, también tienes tiempo para hacer otros amigos.

*

Blake

La comida en mi plato no parecía muy apetecible. Es decir, tenía buena pinta, pero a mí no me entraba nada. Tenía una sensación rara, un escalofrío me recorría el cuerpo de pies a cabeza desde esta tarde y no sabía qué era.

—¿Cuánto sacaste en el examen de química la semana pasada? —Removí las verduras de mi plato.

—Un nueve y medio.

—No está mal, quizás así te aceptarán en UCLA para estudiar medicina. —Comentó mi madre comiendo. No está mal. —Pero tienes que sacar mejores notas, Blake.

—Y para jugar en el equipo de fútbol. —Miré cómo los trozos de hielo de mi vaso de té se chocaban entre sí, y entonces, cuando creía que el trance iba a durar para siempre, mi móvil vibró. Bajé la cabeza y lo saqué del bolsillo, desbloqueándolo.

"Vaya, Danvers... Se te echa de menos por aquí. ¿Crees que llegarás a tiempo para salvar a la princesa? Tic, toc. Empieza el juego."

Salté de la mesa y salí corriendo, escuchando las voces de mis padres a mis espaldas.

—¡Blake! ¡Dónde vas! —Gritó mi madre.

—¡Al baile! —Le respondí antes de cerrar la puerta.

Entré en el coche y arranqué, saliendo a toda velocidad del parking de casa. Dejé atrás la casa de los Roberts, y no sabía muy bien si aquél psicópata se refería a ella. Esperaba que no, esperaba con todas mis fuerzas que no fuese ella, pero lo era.

BLAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora