C A P I T U L O 27

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Blake

Olsen y yo caminábamos por el campo después del entrenamiento, con nuestros cascos en la mano y totalmente empapadas. El pelo se me pegaba a la cara, así que me pasé la mano por este para apartarlo.

—Estoy tan contenta de que hayas vuelto. Y, no sabes...

—Lo bien que te queda el pelo corto. —Dijo una de las animadoras que pasaba por al lado, saludándome con la mano y corriendo hacia el gimnasio.

—También. —Dijo Olsen riéndose. —No sabes lo mal que lo ha pasado Vero, quizás deberías darle una oportunidad. No vas a encontrar una chica como ella. —Me dio un golpecito en la cara. Para entrar al vestuario, había que pasar por la puerta del gimnasio, que era donde las animadoras entrenaban.

Olsen y yo nos quedamos paradas en la puerta con cara de lelas viendo cómo April y Veronica ensayaban una coreografía nueva las dos solas. Aquellas faldas nos hacían quedarnos absortas mirando, sobre todo cada vez que movían las caderas de aquella forma tan sensual.

—No mires a mi novia... —Susurró ella y ladeé la cabeza levemente observando las piernas de Veronica, y cómo movía sus pompones.

—No estoy mirando a tu novia...

—Bien... —April y Veronica se agacharon para tocar el suelo con las manos, dejando su trasero expuesto y Olsen y yo tomamos una bocanada de aire, levantando la mirada mientras negábamos.

—Jesús. —Farfullé pasándome una mano por el rostro.

—¿Ya habéis terminado de entrenar y habéis venido a fisgonear aquí? —April dejó los pompones en un banco y corrió hacia Olsen, besándola con las manos en la nuca.

—En realidad pasábamos por aquí. —Apuntó Olsen, ladeando la cabeza. —Oye, ¿y vosotras cuando pensáis salir jun...? —Veronica saltó sobre mí rodeando mi cintura con sus piernas y me besó lentamente, de una forma más profunda incluso que en la que April besó a Olsen.

—¿Te has comido un caramelo? —Fruncí el ceño con una risa.

—Sí, de fresa, se lo he dado yo. —April me dio un empujón para pegarme contra la pared, saliendo del gimnasio. —Y esas cosas se avisan. —Nos señaló a las dos.

—Oh, igual que Olsen y tú. —April casi se abalanzó encima de mí para pegarme, pero Veronica se puso en medio sujetándome de las mejillas.

—No, que me la desgracias.

*

Veronica

Aquella fiesta prometía ser buena. Me disfracé de enfermera, algo que a mi madre no le gustó mucho y a mi padre aún menos, que me observaba con recelo desde el final de la cocina con su taza de café en la mano.

—Joder. —Exclamó April al verme, soltando una risa. —Cuando Blake te vea te la vas a cargar.

—Es esa la intención. —Respondí bajando la mirada a mis piernas. Sí, la verdad es que iba para matar. —¿De qué va Blake? No me lo ha querido decir.

—A mí tampoco, se quiere hacer la misteriosa y no. —Reímos a la vez y caminamos agarradas del brazo e intentando no caernos con los tacones.

—Vamos April, si conseguimos hacer esas piruetas podemos llegar en tacones hasta su casa.

Y llegamos. La puerta estaba abierta, y la decoración de Halloween adornaba toda la fachada de la casa aunque fue hace dos meses. Iban disfrazados, zombies, vampiros, jugadores de fútbol muertos, y entonces una figura apareció delante de nosotras en la entrada. Era Blake vestida de policía. Llevaba puesta una camisa azul de manga corta con la placa en la parte izquierda del pecho, el pelo corto ondulado, unas gafas de aviador negras y un pantalón negro de traje ajustado con un bonito cinturón del mismo color.

BLAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora