Blake
Pensé que ahora en el instituto sería una repudiada, que nadie me echaría cuentas por fin, y que sólo se hablaría de que era una asesina, pero no. Las chicas estuvieron mucho más encima de mí, ahora era algo más interesante incluso porque había estado en la cárcel, era 'la chica mala', vaya gilipollez. Lo que estaba era enfadada.
Lancé el balón de fútbol hacia arriba y lo volví a coger con las manos. Ahora, después de salir a la luz todos los mensajes, tenía a la policía en la puerta de casa las veinticuatro horas. Hacían inspecciones alrededor de esta cada dos horas, y no podía ir sola al instituto; un coche de la policía secreta me seguía, uno distinto cada día.
Llamaron a la puerta, pero no deje de lanzar el balón mientras estaba tumbada.
—Blake, soy April. Sé que estás ahí. —Abrió la puerta y cogí el balón entre mis manos.
—No te he dado permiso.
—Me la suda tu permiso. —Cerró la puerta y caminó hasta la habitación. —Vengo a hablarte de Veronica.
—Oh, ¿te manda la paranoica por la que estuve un día entero en los calabozos? Vaya, qué detalle. Dile que la próxima vez se lo curre más y me mande unos bombones, flores, no sé. —Se sentó al borde de la cama con un suspiro, y se pasó las manos por la cara.
—No, no me manda ella. Vengo porque está verdaderamente mal.
—April, ¿quieres que te cuente cuántas veces la ha cagado tu amiga Veronica? —Me senté en la cama soltando el balón. —Me discriminó dos veces por ser lesbiana, me dio bofetadas y me clavó un libro en el pómulo porque creía que era yo la de los mensajes. Se molesta por todo lo que digo, y encima, no tenía suficiente todavía porque además me culpó de un asesinato múltiple que no he cometido. ¡¡ES UN PUTO ASESINATO!! —Exclamé acercándome a ella. —No es que me haya culpado de robar folios del instituto, no, de un puto asesinato múltiple.
—Te entiendo, Blake, joder, es muy duro. Lo sé. —Suspiró negando. —Pero yo también creía que eras tú. Es que eras tú, mírate desde fuera. Cuando murió Kevin tu actitud cambió justo en el momento en que el inspector de policía entró por la puerta. Te distanciaste, no hablabas con nadie, no querías hablar con Vero y ni siquiera la mirabas, lo único que hacías era mirar a todo el mundo por los pasillos y estar nerviosa. Luego, vimos la punta de unos guantes negros en tu taquilla, parecías nerviosa al abrirla, no sé, como si intentases ocultarlo. Estabas agresiva, cortante, y encontramos un cuchillo en tu taquilla. Además, nos advertiste de que nos matarían. Pero... Blake, a pesar de que lo pensase, Vero no fue. No fue ella.
—¿Y vosotras no os parasteis a pensar que uno de mis mejores amigos había muerto por mi culpa? ¿O no te has parado a pensar que me distancié y no quise hablar con nadie para no poneros en peligro? —Me levanté de la cama. —Sí, parece extraño desde fuera. Pero vosotras juzgasteis y actuasteis sin razón, sin hablar conmigo o poneros en mi lugar. Nadie ha pensado que detrás de esta fachada yo también sufro, y en que ya no me creo nada de nadie.
* * *
Me quité el casco y cogí una de las botellas de bebidas energéticas que había en el cubo, bebiendo a tragos largos hasta que se acabó la botella y la tiré a la papelera. Me sentía extraña, algo raro me pasaba aquél día. No era la ansiedad normal de todo lo que me pasaba, era... Era como si algo fuese a pasar. Escuché unos pasos detrás de mí y entonces me golpeó la cabeza; ahora todo estaba negro.
Volví a estar consciente cuando intenté respirar y la garganta se me llenó de agua. Comencé a toser, mis manos estaban atadas al igual que mis pies, y la superficie del lago quedaba muy lejos. Me moví, intenté zafarme de las cuerdas apretadas que me ataban, rasgaban mis muñecas, pero no podía, el agua se había instalado en mis pulmones, mi corazón cada vez iba más rápido y una presión en el pecho me quemaba, me apretaba, hasta que todo volvió a la oscuridad.
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BLAKE
RomanceTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Riverwoods no era un pueblo normal, ni siquiera su instituto lo era. No era el quarterback el que se llevaba a las chicas de calle, ni el que provocaba suspiros...