Blake
—¿Cuándo tienes el próximo partido? —Mi padre paró justo en la puerta del instituto, y cogí mi mochila por las correas. Estaba cabizbaja. Aquellas muertes, la de uno de mis mejores amigos y el sentimiento de que iban a por más gente por mi culpa me estaba hundiendo, y para rematar la casa del asesino, donde rescatamos a la profesora Wilbourn había sido incendiada.
—El viernes. —Él asintió con el ceño fruncido, dándome un golpe en el hombro.
—Ten cuidado, ¿vale? Vendré a recogerte luego. —Asentí y salí del coche colgándome la mochila al hombro, subiendo las escaleras del instituto de dos en dos hasta llegar a la puerta.
La impotencia me consumía, miraba a la gente, las caras, y es que en realidad podía ser cualquiera. Cualquiera podría estar matando a diestro y siniestro y nosotros lo saludábamos, nos sentábamos a su lado, lo tratábamos como uno más pero él nos estaba matando.
Tras las cuatro primeras horas, llegó la hora del almuerzo y salí al pasillo. Me paré en la taquilla de Kevin, donde había flores puestas en el suelo y su camiseta del equipo de fútbol colgada de la taquilla con un "no te olvidamos" escrito en ella. La última vez que hablé con él me odiaba por lo de Veronica, y la última vez que lo vi fue con un gancho atravesándole la boca y la cabeza para dejarlo clavado en su propia taquilla.
—Hey, vamos a comer. —Olsen me dio una palmada en la espalda antes de acompañarme hasta la cafetería.
Allí cogí la bandeja, y sin decir nada me puse en la cola. Señalé un trozo de pizza y filete con puré de patatas, y cogí un cartón de zumo de naranja. Me encaminé hacia la mesa y vi a Veronica sentada, que me sonreía con la cabeza ladeada. Entonces, tras dejar la bandeja en la mesa Crystal me empujó de la nada.
—¡POR QUÉ ME ENGAÑAS CON OTRA BLAKE! ¡QUÉ TIENE ELLA QUE NO TENGA YO! —Gritaba señalando a Veronica. La cafetería entera nos miraba, pero yo mantuve la calma.
—No tengo nada con nadie. —Dije en un tono sereno, intentando que entrase en razón.
—¡TE ACOSTASTE CONMIGO! ¡ME SONREÍSTE! —Estaba como una histérica tirándose del pelo, hasta que paró y me endosó una bofetada en la cara. Giré la cabeza y me llevé la mano a la mejilla, notando cómo me caía encima un cartón de leche.
—¿¡Qué te pasa!? —April le dio un empujón a Crystal para apartarla de mí, y me quité rápido la camiseta en mitad de la cafetería y todo el mundo comenzó a susurrar.
—¿Estás bien? —Asentí. Veronica me limpió la cara con una servilleta, mientras el director se llevaba a Crystal que aún me miraba furiosa al salir de la cafetería. Cogí mi mochila con el ceño fruncido.
—Sí, estoy bien. Voy a cambiarme. —Veronica vino detrás de mí, aunque no era mi intención que viniese. April me cogió del brazo, y Olsen abrió la puerta del vestuario para que entrásemos todas. Suspiré, dejando la camiseta sucia encima del banco. —¿Vais a meteros conmigo también en la ducha?
—¿Qué ha pasado? —Olsen negaba cruzándose de brazos, y yo me acerqué al lavabo para pasarme la mano con agua por el pecho y quitarme la leche. —¿Esa tía está pirada o qué?
—¿Tú qué crees, Katie? —April rodó los ojos con un gruñido, pasándose la mano por la frente.
—A ver, ¿qué tuviste con esa chica y para que se ponga así? —Me sequé el pecho y dejé la toalla en el lavabo de mala gana, mirando a Veronica.
—¿Qué voy a tener, Roberts? Me acosté con ella pero le advertí que no quería nada. Estoy cansada de todo, sólo quiero que ese pirado venga y me mate. —Caminé hasta mi taquilla y cogí un polo rojo del equipo, poniéndomelo.
ESTÁS LEYENDO
BLAKE
RomanceTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Riverwoods no era un pueblo normal, ni siquiera su instituto lo era. No era el quarterback el que se llevaba a las chicas de calle, ni el que provocaba suspiros...