Se terminó de atar el vestido al cuello y se miró en el espejo. ¿De qué le servía llevar la espalda descubierta si no la enseñaba? Esa clase de vestido era para lucirlo en la calle, en una tarde soleada y cálida. Agarró unas horquillas y se hizo un sencillo recogido que dejaba caer algunos mechones rizados alrededor de su cara. La verdad es que tenía un aspecto muy sexy, lo suficiente como para llamar la atención de cierto hombre pero seguía pareciéndole excesivo para lucirlo en aquel sitio.
Una vez más se miró el escote refunfuñando. Quedaba muy provocativo que se viera el sujetador, pero no le gustaba nada que se le viera por detrás. Por otra parte, el sujetador no combinaba nada, destrozaba la elegancia y sensualidad del vestido y a lo mejor no debería llevarlo puesto.
Iba a desabrocharse el sujetador cuando escuchó el suave clic de la puerta abriéndose y se detuvo. ¿Vendría a traerle la comida? Aunque aún era algo pronto si tenía en cuanto que solía traérsela al rededor de las dos del mediodía. ¡Qué extraño!
- Natsu...
Se calló al ver que no era él quien estaba en el umbral de la puerta. Era una mujer y era muy hermosa. Tanto que tuvo que contenerse para no abrir la boca formando una perfecta o por el asombro. ¿Quién sería ella?
Era un poco más alta que ella, y no estaba ni excesivamente delgada (como ella), ni gorda sino que perfecta. Tenía la tez algo bronceada pero sin exceso, lo justo para llamar la atención de los hombres. El cabello corto y blanco hacia juego con sus ojos azules y redondos. La nariz algo puntiaguda y los labios carnosos pintados de rojo. Ella vestía unas botas de piel negras y tacón de aguja, unas mayas negras, un top de encajes negro y una chaqueta de cuero negra hasta las rodillas, completamente abierta. Tenía un aspecto tal salvaje y tan sexy que no pudo evitar preguntarse si sería una modelo profesional y de no serlo, debería intentarlo. Esa mujer era realmente espectacular.
- ¿Así que tú eres el juguetito de Natsu? – sonrió con malicia- no me puedo creer que teniéndome a mí se conforme con tan poquita cosa...
- ¿A quién estás llamando poquita cosa?
Si había algo que no podía soportar era una diva que se daba aires de grandeza ante personas normalitas como ella. Era una persona, humana y tenía sentimientos, los suyos especialmente sensibles por su dulce carácter. Por otra parte, también tenía muy mal genio y no iba a consentir que nadie la menospreciara en lo más mínimo. Tenía una dignidad e iba a mantenerla.
Se sorprendió por lo rápida que era. En un instante estaba en la puerta y al siguiente agarrándole el mentón y mirándola fijamente. ¿Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no la había visto venir?
- Tu nariz es mejor que la mía, pero no encuentro nada más que pueda hacerte destacar ante Natsu- la miró entera- tienes los pechos del mismo tamaño que los míos y estás demasiado delgada para su agrado, a él le gustan las mujeres con más curvas- murmuró- dime, ¿cómo has conseguido pescarlo?
-¡Yo no he hecho nada!
- ¡Ja! No me hagas reír, renacuaja.
La mujer pasó a agarrarle el cuello con una mano y apretó ligeramente para advertirle de lo que podía hacer si no la complacía. Había algo más en ella que anteriormente se olvidó de mencionar. Esa mujer parecía peligrosa, muy peligrosa y le daba la impresión de que no dudaría en matarla si le daba razones para hacerlo. ¡Maldita bruja! Seguro que no era modelo, con ese mal genio, esa falta de modales y toda aquella agresividad que tenía guardada, no la querría nadie sobre una pasarela.
- Natsu no hace más que hablar de ti a todas horas, siempre está mirando esta maldita puerta y vigila la llave como un perro guardián- gruñó- he tenido que tirármelo varias veces y echarle somníferos en el vino para conseguir esta puñetera llave así que dame respuestas.
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Secuestrame
FanfictionLucy está harta de que Natsu le acose y para que la deje en paz le asegura que saldrá con él si la secuestra. Cinco años después, Natsu cumple su promesa. Esta historia no es mia pero me gusto mucho que quise compartirla con ustedes pero con la...