Capitulo 7: Tan cerca de la Libertad

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Desde el día en que hicieron el amor sobre su cama, había pasado una semana completa. Natsu sólo se pasó en el mismo día para llevarle las píldoras que ella misma le había pedido pero no se las tomó. Las había pedido llevada por la rabia y probablemente hubiera sido una reacción demasiado exagerada. Odiaba tener que admitirlo pero echaba de menos a Natsu y deseaba que él quisiera volver a acariciarla y a besarla como lo hizo aquel día. No hacía más que repetirse que sólo lo deseaba, que no quería ser suya pero sabía a la perfección que en realidad, sí que deseaba ser suya y era lo que más le dolía. Toda una vida luchando contra el machismo y esas costumbres posesivas que tenían tantos hombres, tantos novios a los que había dejado por tratarla como si fuera de su posesión, por verse con otras a sus espaldas y en ese momento, deseaba pertenecer a alguien que la reclmaba como a una posesión y se las veía con otra mujer. Se sentía estúpida, débil y frustrada. Lo peor de todo era que no sabía cómo conseguir que Natsu volviera a visitarla.

Gray había tomado el puesto de Natsu llevándole la comida y recogiendo la colada. No había tardado nada en hacerse amiga de él. Muy a pesar de que fuera un pervertido, se hacía de querer. Cuando iba a llevarle la comida se llevaba una bandeja también para él y comía junto a ella, charlando de cualquier cosa que se les pudiera ocurrir. Incluso le había dejado su móvil para que llamara a su madre aunque siempre bajo su vigilancia para evitar que hablara de más. De hecho, en ese instante se encontraba disfrutando de la cena junto a él. Ese día le había llevado el periódico y unas revistas e incluso le había propuesto llevarle una televisión o un portátil a la habitación para que no se aburriera. Era un buen hombre y se alegraba mucho de haber tenido la oportunidad de conocerlo. A veces, conseguía hacerla olvidar que Natsu ya no la quería.

- ¡Eres muy amable, Gray! – sonrió- pero no es necesario.

- Tranquila, disponemos de dinero suficiente para pagarlo- le devolvió la sonrisa- y estoy seguro de que debes aburrirte un montón cuando no estoy yo- sacó la lengua.

- ¡Eres un creído!

Lucy agarró una almohada y le dio un almohadazo en toda la cara. Gray al principio, se mostró sorprendido pero luego, agarró otra almohada y juntos iniciaron una pequeña guerra. De repente comenzó a sonar una sirena y Gray se levantó como un rayo.

- ¡Lucy, tengo que irme!

- ¿Qué ocurre? – le preguntó asustada- ¿es algo malo?

- No lo sé... pero no es precisamente bueno que suene esa alarma... - fue hacía la puerta- volveré en cuanto esté solucionado.

- ¡Prométeme que volverás sano y salvo!

Gray se dio la vuelta y la miró asombrado. Estaba aterrada por él. Sabía que sólo le consideraba un amigo, sabía que Natsu amaba a esa mujer, sabía que corría peligro encaprichándose con ella, podía sentir que ella estaba enamorada perdidamente de su amigo... pero no podía evitar amarla. Nunca una mujer le había tratado con tanto amor. Sabía que ella sólo veía a un amigo en él y aún así, no podía evitar fantasear con que vivieran juntos, tuvieran hijos...

Suspiró y se apartó de la puerta dirigiéndose hacía ella. Se detuvo delante de la mujer y mantuvo la vista fija en sus ojos hasta inclinarse y rozar sus labios con los de ella. No debería besarla, tan siquiera rozar su piel si apreciaba aunque fuera un poquito a su mejor amigo y aún así lo estaba haciendo. Bueno, de todas formas iba a ir al infierno por todos sus delitos. Al principio, Lucy se mostró tímida e incluso asustada, pero al cabo de unos segundos dejó que Gray estrechara su cintura y rodeó su cuello con sus brazos intensificando el beso. No quería darle esperanzas, no estaba enamorada de él pero necesitaba consuelo, sentir que alguien la amaba y al darse cuenta de su egoísmo, rompió el beso.

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