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Me llamo Yoon Gi, Min Yoon Gi.

Recuerdo que llegué a ésta mierda cerca de los 11 años, he estado encerrado en éste orfanatorio por mucho tiempo.

Mis padres fallecieron en un accidente automovilístico gracias a otro conductor que iba ebrio. Todo pasó muy rápido, nos dirigíamos a casa después de una fiesta que ofreció el jefe de papá, él cantaba mientras manejaba, mamá me sonreía desde el asiento copiloto, pero, esa sonrisa se apagó.

De pronto dejé de escuchar a mi padre cantar, ahora los sonidos eran remplazados por sirenas de ambulancias.

Extrañamente fuí el único que logró sobrevivir, algunos lo llaman milagro, pero yo prefiero decirle desgracia.

¿Acaso es un milagro quedarse huérfano? Yo no lo creo.

Durante un año viví en la calle junto a otros niños que ya ni recuerdo sus nombres, a excepción de dos que son mis mejores amigos. Namjoon y Hoseok.

Estabámos expuestos a los peligros de la maldita sociedad, por las noches teníamos que escondernos de las "bestias", así les decíamos a los hombres que llegaban a llevarse niños y niñas de la calle para meterlos a la prostitución infantil. Estábamos a la merced del hambre, no comíamos por días, teníamos que trabajar de lo que fuera para conseguir un poco de dinero pero cuando no lográbamos sacar lo suficiente, el basurero de los restaurantes era  nuestro restaurante privado. 

Nunca pude regresar a casa, porque era  obvio que la tenía. No recordé en donde se hallaba y ésa fué mi perdición.

Hasta que llegó él.

Aquél hombre que un día me vio y sonrió. La mayoría de personas me veían y mostraban muecas de asco gracias a la suciedad de las calles y ni hablar del olor, no sabía cuando había tocado agua y jabón por última vez. Pero con él fue diferente, me miró y sacó un pañuelo de su elegante saco, con éste limpió la mugre de mi cara y sonrió aún más al ver mi cara limpia.

—Eres un niño muy lindo —Me dijo —Hmmm, no está bien que un niño tan bonito como tú esté en la calle y en pésimas condiciones ¿Acaso tus padres no cuidan de tí?

—Yo-Yo no tengo padres —Tartamudeé mientras las lágrimas inundaban mis mejillas.

De repente se encontraba hincado frente de mí regalándome una sonrisa sincera y blanca mientras desordenaba mi cabello aún más de lo normal.

Ése día comí como acostumbraba hacerlo cuando mis padres vivían, me llevó al parque y me compró un helado. Cuando se marchó sentí un gran vacío en mi pecho, nadie había tenido esas atenciones conmigo. Pero prometió volver al otro día y así lo hizo.

Tuvimos ése tipo de salidas durante semanas, le mostré mi entorno e incluso conoció a Nam y Hobi. No pasó mucho tiempo para que nos ofreciera vivir en su orfanatorio el cual aceptamos inmediatamente, grave error Yoon Gi.

👑

Recuerdo muy bien cuando llegamos, era una casa enorme. Tenía un jardín tan grande adornado de árboles frutales y flores bellas.

Al rededor de la casi mansión había un bosque extenso, no sabía en donde estábamos pero era lejos por el tiempo que hicimos de viaje.

Cuando el coche se detuvo el señor nos abrió la puerta dejando salir primero a mis amigos, cuando estuve por salir me cargó en uno de sus brazos. No era la primera vez que lo hacía.

Nos dio un recorrido por toda la casa, nos mostró cada rincón de ésta, veía a niños por todos lados pero no eran muchos, máximo eran 15. Todos nos veían como bichitos raros, algunos hacían muecas de asco y otros simplemente nos ignoraban.

El señor se dio cuenta de aquellos actos y en todo momento del recorrido me tomó de la mano, cosa que los demás niños veían mal.

Ésta casa era un nuevo comienzo para mí y mis dos mejores amigos.

Aquella tarde recibí buena comida hecha por la cocinera de la casa. Me di un buen baño de burbujas en una tina blanca, recibí ropa limpia y curiosamente muy tierna.

La noche había caído, no había visto a Nam ni Hobi, todos los niños al parecer estaban en sus respectivas habitaciones y a decir verdad a mí no me habían asignado alguna. Recorrí los pasillos oscuros de la casa hasta que me topé con una puerta que estaba entreabierta.

No sabía a donde ir así que asomé un poco la cabeza para mirar al rededor, la luz era tenue y lo ví.

Ví al señor Jungkook leyendo un libro con un puro en la mano. Verlo de ésa manera me recordaba a papá cuando trabajaba en su oficina. Pero en él había algo diferente, se veía atractivo, como un hombre de alta sociedad.

No sé cuanto tiempo me quedé observándolo, pero mi estupidés hizo de las suyas cuando intenté irme y resbalé introduciendome a la habitación.

Alcé la mirada y me encontré con sus ojos, su mirada era relajada y tenía una ligera sonrisa en su cara. Me sentía pequeño, estúpido y demás por mi error. Me encogí cuando empezó a dirigirse hacia donde yo.

—Pero que tenemos aquí, ¿Qué haces a éstas horas despierto Yoongi?

Su voz era como una maldita bendición.

—Y-Yo, no sé a dónde dormir -Me encogí más pegando mis rodillas al pecho.

No sé en que momento abrió sus brazos tomándome de las axilas, me  volvió a cargar con un sólo brazo. Dejó el puro en aquél cenicero negro y me pegó más a su cuerpo, pasé mis manos por su cuello y mis piernas por su cintura, me colgué de él como si fuese un koala.

Apagó la luz de la habitación y caminamos por el largo pasillo oscuro es donde sólo se filtraba la poca luz de  luna de las pequeñísimas ventanas. Subío por las escaleras de caracol hasta llegar al tercer piso donde nos topamos con una gran puerta de madera, tallada finamente. 

Me sentía protegido en sus brazos, Jungkook era como un ángel que se había aparecido en vida para cambiarla completamente.

—Dormirás conmigo, pequeño.

—¿Con u-usted? —Quería entrar en pánico ¿Y qué tal si le desagradaba? ¿Que tal si olía mal? Mierda, las preguntan carcomían mi cabeza —¿Por qué n-no duermo con Nam y Hobi?

—Por que podemos despertarlos perqueño —Me dejó cálidamente en la orilla de la cama —Y no queremos éso ¿verdad?

Me sonrió como solo sabía hacerlo, como solo lo hacía conmigo.

Oh éso pensaba.

Después de un buen rato me encontraba acostado a lado de mi hyung, del señor, no sabía como llamarlo correctamente en aquél momento.

Me había arropado y metido a la cama con sumo cuidado y delicadeza, cosa que no experimentaba hace tiempo. Nos quedamos mirando por algunos minutos, no podía dejar de verlo, era como si tuviera un pequeño conejo blanco enfrente de mi cara y quisiera abrazarlo para nunca soltarlo.

—¿Pasa algo pequeño? —Sacó una mano de las colchas y la pasó por mi cabello, su contacto me hizo enrojecer al instante lo que le causó ternura.

—Yo-Yo —Metí mi cabeza bajo las colchas —¿Puedo abrazar a Hyung?

No recibí respuesta inmediata sin embargo, sus fuertes brazos rodearon mi cintura apegándome a su pecho. Sentía que en ése momento moriría.

—Buenas noches Yoonnie.

—Bu-Buenas noches Hyung.

BROKEN; Donde viven las historias. Descúbrelo ahora