Todos tenemos heridas de guerra que
provocan cicatrices invisibles, resultado
de esa batalla campal que libramos
sabiendo de antemano que un día tarde
o temprano acabaremos perdiendo.
Y allí estará la señora de negro,
esperándonos para recogernos, realizando
nuevas heridas invisibles con
su simple presencia a quienes nos ayudaron
a librar nuestra guerra
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