No me gustan las despedidas,
no me gusta ver esos ojos vidriosos,
cubiertos de finas laminas de lagrimas
producto de un alma fracturada.
Ese momento en el que sabes
que no vuelves a ver a alguien,
la voz se quiebra y el pecho se aprieta.
Automaticamente ponemos
volvernos a ver como
una futura meta.