De pequeño siempre me quería quedar con la Casasola,
siempre supe que sería divertido y a día de hoy es de lo que mas me gusta,
estar en casa,
a solas.
Pasaron los años, dejé de querer estar solo y me fijé en una plebeya con Fernández de apellido,
la cual quise que fuese mi reina
que se escondía en un gran Castillo.
Conquisté sus Torres aunque decían
que eran superiores a mi.
Cuando conseguí bajar de ellas tomé una decisión, la cual, Gálvez,
ha sido la mas correcta en mi historia.
Y tiene García, la volvería a tomar
sin dudar.
Pero un día caminando borracho de desilusión me planté en la puerta de Alcalá y me enamoré de ella,
volviéndome religioso,
haciéndome creer de nuevo
en un padre, hijo y espíritu santo
que ojalá no os prometa tanto,
pues os defraudará.
Por suerte alguien volvió a sembrar en mis Campos la semilla de la ilusión.
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