Capítulo 9

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Nada más asomarme por la terraza vi dátiles, zapatos, ramas, palos en forma de espada y todo tipo de cosas extrañas volando por todos sitios.
No se tiene que ser muy listo para saber que es una guerra, una guerra de los hermanos Thompson.

Miré hacia la piscina y pude ver una silueta que despertó un cosquilleo en mi interior. David estaba con James y Caleb en un equipo, entonces seguro que Nathan y Anna eran el otro.
Al principio para ser sincera iba a entrar y entretenerme con alguna cosa en casa, pero no había nada que hacer ya que Charlotte estaba durmiendo.

— ¡Alice! Por favor, ven a nuestro equipo, nos están declarando la cuarta guerra mundial.

— Nathan, antes de una cuarta debe haber una tercera guerra, listo. No me digas que te pasas la clase de historia durmiendo.

— Vale, no te lo digo. ¡Cuidado Aly, bájate!

No me dio tiempo a reaccionar, solo sentí que Nathan me había empujado hacia un lado. Pero lo siguiente hizo que me partiera en dos de la risa. Se ve que este pequeño travieso intentaba protegerme de un dátil verde, pero al ser tan bajito le dio en toda la frente, lo que causó una manchita roja y en forma de dátil.

— Auch... — dijo lamentándose y tocándose la frente. — disimula un poco Aly, no hace falta que te rías en mi cara, un poco de apoyo no me vendría nada mal ¿Sabes?

— Es que... Tenias que haberte visto, tu cara... El ... El dátil — era demasiada graciosa la situación que ya me dolía la tripa de tanto reírme.

— En mi defensa, he de decir que te salvé, como recompensa tienes que entrar en mi equipo.

— Venga, vamos a darle una paliza a esos tres payasos.

No me convencía mucho la idea, ya que David era mi enemigo, y con solo imaginarme lo que podía pasar... Esto no acabaría bien.

Empezamos por meter en una cesta todos los dátiles que podimos, algunos palos y poco más. Nos escondimos en un árbol y empezamos a planear una estrategia, era algo complicado ya que no sabíamos donde se encontraban, tenían medio jardín para ellos solos y como punto extra la piscina, lo malo de ello es que desde la piscina se podía observar casi todos los movimientos porque se veía todo, una gran desventaja para nosotros.

Me subí a la parte más alta del árbol y cogí mis prismáticos. No había manera de encontrarlos, ¿Dónde podían haberse metido?
Cuando de repente vi una sombra correr sigilosamente. Si yo sabia que James tenía súper poderes ocultos...
Al intentar bajar para comunicarle las noticias a mi equipo me clave una astilla bastante puntiaguda y gruesa cerca de la rodilla, definitivamente ir con pantalón corto mientras subes por un árbol es una terrible idea.

— ¡¿Qué te ha pasado Aly?! — dijo Anna tapándose la boca y mirándome horrorizada mientras bajaba sin intentar apoyar la rodilla, empezaba a sentir pinchazos y lo peor, estaba sangrando.

— No es nada, es sólo un arañazo.

— ¿A eso le llamas un sólo arañazo?

— Estoy bien, ahora, hay que bajar en silencio, están en la parte trasera del jardín, nos pueden ver.

— Entendido. — dijo Nathan haciendo una señal como un soldado.

Todo iba bien hasta que teníamos que saltar del árbol, la rodilla me estaba doliendo más que antes y no sabia si era buena idea continuar con esto, posiblemente aún puede haber algún trozo de astilla incrustado en mi rodilla.

— Venga Aly, baja ya. — dijo Anna sin elevar la voz.
Al dejarme caer, sentí una punzada de dolor en la rodilla y no pude aterrizar bien, lo que causó que se me doblara el pie. De todas las personas del mundo me tiene que pasar a mi lo peor y todo en un mismo día o ¡Qué!
Como empezaba a anochecer mis hermanos no lo vieron , menos mal.

De repente un montón de dátiles aparecieron de la nada, como si fueran bombas. Oh no, nos habían descubierto, pero como casi no se veía nada, no podíamos contraatacar, no sabíamos de donde nos atacaban.
Empezamos a tirar dátiles y todo lo que encontrábamos para defendernos.

— ¡¡¡¡ESTO ES LA GUERRAAAA!!!!

De repente sentí una mano que me tapó la boca y otra que me cogió por la cintura, iba camino hacia atrás ya que un misterioso cuerpo me arrastraba prácticamente hacia algún sitio a la intemperie. Mi querido equipo estaba demasiado ocupado tirando dátiles a don nadie que ni se dieron cuenta que me habían raptado.
Intentaba hacer algo para escaparme, pero no podía, quedé paralizada al escuchar su voz tan cerca de mi oído, siendo sincera, todos los pelos se subieron para arriba.

— Tranquilízate nena, estás a salvo conmigo. — por un momento me sentí como si estuviera en una película.

Le quité las manos dejando mi boca libre, parpadee varias veces y casi me choco con un árbol si no fuera por su agarre que me paró a milímetros de aquel cerezo. Me giré lentamente y le miré a los ojos, me sonrió como siempre y me acorraló hasta que quedé pegada del árbol y con sus dos manos a cada lado de mis hombros. Aunque quisiera no creo que pudiera escapar de ahí y menos con una rodilla sangrando y un tobillo dañado.

— Sabes que si nos ven...

— No nos van a ver, están demasiado distraídos, no te preocupes, por una vez que estamos solos...

— ¿Se puede saber que piensas?

— ¿Yo?

—No, mi abuela... — intenté escapar, pero acercó su rostro, quedando a pocos centímetros del mío .
Sentí como si mi respiración se cortara y una gota de sudor recorrerme la espalda.

— Me encanta cuando te pones nerviosa.

— ¿Yo?

— No, mi abuela... — no se me pasó por alto que repitió mi frase.

Bajó la mirada hasta mis labios y volvió a mirarme, mentiría si os dijese que también quería saber que se sentía probar sus labios.
Justo cuando se acercó un poco más y faltaban milímetros para cortar la poca distancia que nos separaba...

— ¿!QUÉ HACÉIS!?



Lo tengo todo perfectamente descontrolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora