Capítulo 18

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- Alice, tengo algo que decirte.

- Pues dímelo - dije sonriente.

- Ya sabes que hoy es nuestro aniversario... - me miró y al ver que seguía comiendo mis cereales tranquilamente siguió - tu padre y yo estaremos una semana en Londres para celebrarlo allí.

- ¡¿Qué?!

- Por favor, portaros bien, no hagáis saber a todo el vecindario que estáis solos.

- ¡¿Qué?!

- Y ayer fuimos a comprar y llenamos la despensa de comida. Ya prepararás tú algo de comer.

- ¡¿Qué?!

- ¿Puedes dejar de decir qué?

- ¡Pero mamá!

- Nada de peros Alice, nos hace falta descansar a nosotros también, trabajamos día y noche sin parar. Ponte en mi lugar.

- Pero si las fiestas acaban...

- Dentro de una semana, nos viene genial, por eso nos vamos.

- Mamá, no nos puedes dejar aquí olvidados y vosotros iros a Londres, a ¡Londres! Sabes que siempre he querido ir.

- Cuando te cases irás.

- ¿Qué? - dije con un tono agudo de voz.

- ¿Pero se puede saber que te preocupa tanto? Ni que haya un secuestrador por aquí cerca.

- Que no hay dice.

- ¿Qué?

- Nada mamá, nada. - suspiré saliendo de la cocina.

- ¿Y esa cara tan larga? - preguntó James desde el sofá.

- Mamá se va a Londres una semana.

- Qué hablas persona.

- Me lo acaba de decir.

- ¿Me estás diciendo que vamos a estar solos una semana?

De verdad James es un experto en hacerse el tonto.

- ¡Fiesta!

- ¡Nada de fiestas James! - gritó mamá desde la cocina.

Subí a mi cuarto y Jane estaba tumbada en la cama, escribiendo en una libreta. Me acerqué sigilosamente y en una milésima de segundo se la quité.

- ¡Oye dámelo! ¡Alice!

- Querido diario... ¿Desde cuándo tienes un diario?

- Eso da igual, dámelo.

- Pensé que yo era tu diario - dije mientras hacía un puchero.

- No me pongas esos ojitos, conmigo no funciona, no te dejaré leerlo.

- ¿Escribes cosas sobre James que no te atreves a decirme?

- Deja de decir chorradas tonta. Te va a escuchar. - ante su comentario le sonreí pícaramente.

- ¿¡James sabías qué...!? - Jane me lanzó un cojín en toda la cara, consiguiendo que no pudiese continuar con mi frase.

- Con que buscas guerra ¿eh? Guerra tendrás querida, no hace falta pedírmelo dos veces. - dicho esto le lancé la almohada con toda mi fuerza, pero lo esquivó. - ¿Por qué no admites que te gusta James? - dije mientras me acercaba a coger otro cojín sin dejar de mirarla.

- ¿Por qué no admites que te gusta David?

- Porque no es verdad, lo tuyo sí.

- Qué no es verdad dice, no parecía eso anoche.

Lo tengo todo perfectamente descontrolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora