Capítulo 14

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Cuando entré en casa, todas las persianas estaban bajadas, no entraba luz por ninguna parte. ¿Qué ha pasado aquí? Al momento que le di al interruptor de la luz...

- ¡¡¡FELICIDADES ALICE!!- gritaron todos al unísono, estaban escondidos por todos sitios, me daban ganas de llorar, cómo era posible que me haya olvidado de mi cumpleaños.
Habían venido todos, amigos, tíos, primos, mis padres... Pero una persona destacaba a primera vista... Estaba llorando al verme llorar, estaba nerviosa porque yo lo estaba, en un rincón donde no llamaba la atención, estaba mi querida amiga Jane.

Fui corriendo a abrazarla, oh... Mi Jane la echaba tanto de menos... A veces nos preocupamos tanto de tener amigos, pero tal vez deberíamos centrarnos en ser un amigo.
Me separó de ella para verme, me secó las lágrimas y me sonrió.

- Alice, mi querida Alice, te me estás haciendo mayor ¿eh? - Sinceramente no sé cómo pasó todo, si os lo tendría que contar, porque yo no la busqué y tampoco la vi venir y cada vez que miro el pasado no sabría explicar en qué momento se convirtió en alguien tan fundamental para mí, pero si pienso en el futuro, no podría imaginar mi vida sin ella, sin nuestros viajes, sin nuestra incapacidad de aclararnos, sin nuestros momentos locos, sin nuestros secretos, sin nuestras charlas... Como ser tan diferentes como gotas de agua, siendo tan igual.

Después de saludar a todo el mundo y darles las gracias por venir, mi madre me acompañó a mi cuarto a cambiarme para ir presentable a la fiesta de esta noche.

- ¿Has planeado todo esto tú mamá?

- Claro cariño, ¿Quién iba a ser?

- Te quiero tanto...

- Lo sé, no sé que harías sin mi hija- dijo mientras me abrazaba. De verdad para reina mi madre, que a pesar de tantas caídas, jamás tiró la corona.

- No sabía que Jane iba a venir, creo que fue mi mejor regalo de verdad.

- Alice, no te enteras, cuando me lo preguntaste te dije que vendría, estudió mucho para que su madre la dejase venir para tu cumpleaños, no puedo creer que seas tan cortita y no pilles las cosas cariño.- Las piezas empezaban a encajar, la llamada, me lo intentaba decir disimuladamente para que no me entere... Tan ella...

(...)

Al final me decidí por un vestido granate que tenia un hermoso encaje, me llegaba hasta las rodillas y lo combiné con unos zapatos negros de tacón. Jane con mamá me hicieron un recogido precioso y como último detalle quería ponerme algún collar simple, pero no tenía así que tampoco lo tomé mucho en cuenta.

Mientras bajaba las escaleras con cuidado para no caerme, una melodía tranquila envolvía el ambiente. Las personas que habían asistido hablaban tranquilamente, todo era muy agradable. La puerta se abrió y una persona que conocía demasiado bien me miraba embobado. Mi "querido" vecino.

- Hola preciosa- me dijo David cuando llegué a su lado para saludarlo.

- Hola, tú tampoco te quedas atrás, te queda bien ir en camisa.

- Te cambio la fiesta por una charla bajo las estrellas. ¿Qué me dices, aceptas? No te tomaré mucho tiempo.

- Em... Si, claro- Le hice una señal a Jane de que ahora volvía y como respuesta tuve un guiño y una sonrisa pícara. Tan ella...

Caminamos hasta la parte trasera de la casa, donde estaban los columpios, no había nadie por suerte.
De su bolsillo sacó una cajita roja, con un pequeño lazo en el centro.

- Solo... Solo espero que te guste. - vaya... Sí que estaba nervioso, nunca lo vi así.
Cuando abrí la cajita un hermoso collar plateado estaba en el interior, era pequeño y eso me encantaba porque no llamaba mucho la atención. En el centro tenía como una especie de gota, o lágrima no sé como expresarlo pero en su interior tenía un ancla, era precioso, y muy original, simple y muy costoso.

- Te explico, la gota son los problemas que te hacen llorar o sentir mal, pero no tienes que olvidar que tu eres el ancla, la que pone fin a los problemas, el ancla para el barco y lo sujeta firme en las tormentas, todo depende de tu decisión preciosa.

- Yo... No sé que decir David... Es demasiado bonito... Muchas gracias, de verdad, no se que decir...

- Mejor no digas nada- me sonrió y me colocó un pequeño mechón rebelde que se había soltado del recogido. Me miraba a los ojos, no apartó su mirada en ningún momento, sentí su brazo rodearme la cintura y me acercó más a él. No sé en que momento sucedió, solo sentí sus labios sobre los míos, eran muy suaves, tengo que admitirlo, un millón de mariposas revoloteaban felices en mi estómago, mi corazón iba a mil por hora y mi respiración estaba súper agitada. Nos separamos y noté que mis mejillas estaban ardiendo, pero no era la única, porque David también estaba sonrojado.

Era muy tierno de su parte, y no quería estropear el momento.

- ¿Me lo puedes poner?

- Si, claro. Te queda muy bien, ¿Entones te gusta?- me miraba sonriente.

- Me encanta.

Entramos en la fiesta de nuevo, y Jane me sonría.

- ¿Disfrutaste cumpleañera?

-¿De qué hablas?

- Ya, cariño, la luz del cuarto de tus padres estaba encendida y se veía todo desde la ventana. Buen beso por cierto, me faltaban las palomitas.

- ¡¿Qué?! Jane, estoy en problemas, ¿Lo vieron muchas personas?

- No, les dije que partirían la tarta y salieron todos del cuarto. Todos menos yo, obviamente.

- Que tonta eres... - Las dos empezamos a reírnos.

- Pero me quieres.

- Si tu supieras...

- Es guapo el chico, David ¿no?

- Sí.

- Está pillado por ti, me podrías decir como lo haces ¿eh? no es que yo no sepa ligar, ni nada por el estilo, es que... Solo atraes a los chicos guapos, resulta que en mí se fijan solo los empollones de clase- dijo susurrando, para que nadie lo escuche. No aguanté y una carcajada se escuchó en todo el salón, todos se giraron al verme. UPS. Pero el problema es que no podía parar, Jane de verme empezó a reírse también, ¿sabéis lo peor? Que mi risa no es muy común que digamos, y es muy contagiosa, ya que todas las personas que estaban en la fiesta empezaron a reírse.

Estaba tan feliz en ese momento... Ni os lo podéis imaginar, aquella felicidad que no se puede expresar con palabras porque todas las personas que amaba estaban a mi lado, todo lo que necesitaba, lo tenía y eso era lo más importante.

Hoy es el momento de dejar todo atrás, momento de desintoxicar el corazón de aquel amor ya olvidado. Es el momento no de pasar página, si no de cambiar de libro, para empezar una etapa nueva y escribir sobre lo que nos hace felices, a pesar de nuestras cicatrices. Es momento de abrir los ojos, de exhalar el pasado, de respirar el presente y de inhalar el futuro. Es el momento de expulsar los ayeres para poder respirar un mejor mañana al lado de estas personas que tanto me aman.


Lo tengo todo perfectamente descontrolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora