☝Anna Thompson☝
Entré en casa y Anna nada más verme, se tapó la boca y abrió los ojos como platos.
— ¿Te has caído en la piscina?
— No si te parece, me he tirado a propósito vestida.
— Vale, vale no te pongas así, no hace falta que la pagues conmigo nena.
Decidí ponerme un vestido veraniego blanco decorado con flores azules. Me hice un moño y me encerré en mi habitación.
Anna no tardó en entrar. En ese momento quería estar sola, pero no era justo pagarlo con ella, cuando solo se preocupaba por mí.— ¿Estás así, porque te ha visto el guapetón ese?
— ¡Anna! — dije sorprendida.
— ¿De qué te sorprendes tanto? Si sabes que tengo razón. — soltó con toda la tranquilidad del mundo, levanté las cejas, y las dos empezamos a reírnos.
Solo tenia 14 años pero siempre sabía como animarme.— Bueno, ¿Por qué no me cuentas cosas sobre él?
— ¿Sobre David?, la verdad es que no lo conozco mucho, va a la clase de James, es un insoportable inmaduro y un creído
— ¿Solo os lleváis un año?
— No sé, solo lo he visto dos veces, no me he fijado.
— Ya, voy y me lo creo.
— Que sí Anna, que ni hemos hablado.
— Pues deberías, no pierdas la oportunidad, pero no te lances tanto como con Tritón. — dijo guiñándome un ojo.
— No empieces — dije lanzándole un cojín.
De repente Charlotte, empezó a llorar y dejamos la conversación, igualmente ya empezaba a ser pesada así que salí de la habitación corriendo.
—¡Oye, Aly, luego me seguirás contando, no creas que te salvas de esta ¿eh?! — gritó Anna.
Cuando fui en busca de la pequeña Charlotte que estaba en el jardín, se me partió el corazón, cuando vi su rostro bañado en lágrimas y una pequeña raspadura en la rodilla. La cogí en brazos, mientras me intentaba decir que tenia una pupa en la rodilla.
— Aii, pupa, pupa, auu, pupa Aii, pupa... — Charlotte no sabia decir bien mi nombre porque a penas tiene dos años y unos meses por eso me llamaba Aii, pero no importaba porque seguía siendo la reina de la casa, la consentida y la pequeña de todos.
— Ya cariño, Aly esta contigo, no llores mi amor.— la tranquilizaba mientras la movía un poco y entré con ella en casa para curar la herida.
La senté en el sofá y fui a buscar vetadine y un poco de algodón.
Se lo aplicaba en la herida y al levantarme me di cuenta que David estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Al ver que me percaté de presencia me sonrió de lado y pude sentir como se me encendieron las mejillas.— ¿Cuánto tiempo llevas ahí parado?
— Lo suficiente para darme cuenta de que eres una hermana increíble.
— Seguiré sin perdonarte, me da igual tus cumplidos.— ¿Por qué cada vez que lo veía me ponía tan nerviosa? David se dio cuenta y empezó a reírse, no entendía que era lo que le veía de divertido a la situación.
— Anda no te pongas así, ni siquiera sé lo que te he hecho para que te enfades conmigo.
— Ya, bueno, ¿Buscabas a alguien? — dije para cambiar de tema, porque ya empezaba a sentirme incómoda.
— Pues... Sí, buscaba a una chica rubia, testaruda, que tiene muy mala leche y tiene que hacernos un trabajo de química, ¿Te suena? — dijo sonriente.
— Pues no.
David se sentó a mi lado y Charlotte tendió sus bracitos para que la cojan, pero no a mi, si no a David.
Inmediatamente la tomó en brazos y empezó a mirarla con un cariño increíble. Esto empezaba a preocuparme.
Le miré sorprendida y levanté las cejas.
— Tengo mis encantos — dijo guiñándome el ojo.
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Lo tengo todo perfectamente descontrolado.
أدب المراهقينTodos tenemos un secreto escondido bajo llave en el ático del alma. Carlos Ruiz Zafon. Toda la verdad en dos lineas, un érase una vez en doce palabras, mi secreto en cincuenta y cinco letras. Mi nombre es Alice Thompson y esta es mi historia.