Capítulo 5

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☝Anna Thompson☝

Entré en casa y Anna nada más verme, se tapó la boca y abrió los ojos como platos.

— ¿Te has caído en la piscina?

— No si te parece, me he tirado a propósito vestida.

— Vale, vale no te pongas así, no hace falta que la pagues conmigo nena.

Decidí ponerme un vestido veraniego blanco decorado con flores azules. Me hice un moño y me encerré en mi habitación.
Anna no tardó en entrar. En ese momento quería estar sola, pero no era justo pagarlo con ella, cuando solo se preocupaba por mí.

— ¿Estás así, porque te ha visto el guapetón ese?

— ¡Anna! — dije sorprendida.

— ¿De qué te sorprendes tanto? Si sabes que tengo razón. — soltó con toda la tranquilidad del mundo, levanté las cejas, y las dos empezamos a reírnos.
Solo tenia 14 años pero siempre sabía como animarme.

— Bueno, ¿Por qué no me cuentas cosas sobre él?

— ¿Sobre David?, la verdad es que no lo conozco mucho, va a la clase de James, es un insoportable inmaduro y un creído

— ¿Solo os lleváis un año?

—  No sé, solo lo he visto dos veces, no me he fijado.

— Ya, voy y me lo creo.

— Que sí Anna, que ni hemos hablado.

— Pues deberías, no pierdas la oportunidad, pero no te lances tanto como con Tritón. — dijo guiñándome un ojo.

— No empieces — dije lanzándole un cojín.

De repente Charlotte, empezó a llorar y dejamos la conversación, igualmente ya empezaba a ser pesada así que salí de la habitación corriendo.

—¡Oye, Aly, luego me seguirás contando, no creas que te salvas de esta ¿eh?! — gritó Anna.

Cuando fui en busca de la pequeña Charlotte que estaba en el jardín, se me partió el corazón, cuando vi su rostro bañado en lágrimas y una pequeña raspadura en la rodilla. La cogí en brazos, mientras me intentaba decir que tenia una pupa en la rodilla.

— Aii, pupa, pupa, auu, pupa Aii, pupa... — Charlotte no sabia decir bien mi nombre porque a penas tiene dos años y unos meses por eso me llamaba Aii, pero no importaba porque seguía siendo la reina de la casa, la consentida y la pequeña de todos.

— Ya cariño, Aly esta contigo, no llores mi amor.— la tranquilizaba mientras la movía un poco y entré con ella en casa para curar la herida.
La senté en el sofá y fui a buscar vetadine y un poco de algodón.
Se lo aplicaba en la herida y al levantarme me di cuenta que David estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Al ver que me percaté de presencia me sonrió de lado y pude sentir como se me encendieron las mejillas.

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí parado?

— Lo suficiente para darme cuenta de que eres una hermana increíble.

— Seguiré sin perdonarte, me da igual tus cumplidos.— ¿Por qué cada vez que lo veía me ponía tan nerviosa? David se dio cuenta y empezó a reírse, no entendía que era lo que le veía de divertido a la situación.

— Anda no te pongas así, ni siquiera sé lo que te he hecho para que te enfades conmigo.

— Ya, bueno, ¿Buscabas a alguien? — dije para cambiar de tema, porque ya empezaba a sentirme incómoda.

— Pues... Sí, buscaba a una chica rubia, testaruda, que tiene muy mala leche y tiene que hacernos un trabajo de química, ¿Te suena? — dijo sonriente.

— Pues no.

David se sentó a mi lado y Charlotte tendió sus bracitos para que la cojan, pero no a mi, si no a David.

Inmediatamente la tomó en brazos y empezó a mirarla con un cariño increíble. Esto empezaba a preocuparme.

Le miré sorprendida y levanté las cejas.

— Tengo mis encantos — dijo guiñándome el ojo.

Lo tengo todo perfectamente descontrolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora