Capítulo 10

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Después del incidente donde Nathan nos había pillado, David y yo estuvimos bastante alejados porque no queríamos que James se entere de algo que en realidad no existía. Sabíamos perfectamente que Nathan se podría inventar todo y decir que realmente nos besamos cuando no fue así.

Le tuve que prometer que haría durante un mes lo que él me dijese pero los dos sabemos que eso no va a pasar. A demás dentro de unos días ni se acordará.

Punto para mí.

Ha pasado una semana desde entonces, y es raro que David no se meta conmigo, ni me haga cosquillas, ni me mande indirectas. Últimamente está con James todo el tiempo y de vez en cuando me mira de reojo, pero no es lo mismo.
Sinceramente no sé porque me siento así, si fui yo quien le pedí que nos alejáramos por un tiempo, pero... Esto es raro, se siente raro, y no quiero decirlo... Pero echo de menos sus tonterías habituales.

Me tumbé en la cama y decidí trabajar en un nuevo proyecto que me mandaron hacer.
De repente se escuchó el timbre de casa, no me hacia falta saber quien era ya que últimamente David vivía en mi casa literalmente, y no es que me lo pusiera nada fácil.
Decidí no salir de mi habitación en toda la tarde pero no pude impedir mirarme en el espejo y cambiarme de ropa, solo... Solo por si acaso, mejor prevenir que curar ¿no?

Escuchaba su voz, su risa y las ganas de verlo aumentaban cada vez más. De repente me dieron me dieron ganas de beber, que coincidencia.
Me miré en el espejo una vez más y me solté algunos mechones cortos para que parezca un look más relajado y despreocupado.
Salí de la habitación y pasé por delante de David que estaba hablando con James.

— Hola Alice — me dijo rozando mi mano por una milésima de segundo, solo espero que James no lo haya visto.

— Em... Hola — y tan pronto como pude fui dirección a la cocina.

— ¡David! ¡¿Vienes?!

— ¡Ya voy, espérame fuera James!

— ¡No tardes!

Justo cuando salí de la cocina, David me cogió de la mano, y entramos de nuevo en la cocina cerrando la puerta tras si.

— ¿Se puede saber lo que te pasa?

— Nada — contesté.

— Ya, claro, y yo soy Peter Pan.

— Pues enhorabuena.

— ¿Ves? Esta no eres tú.

— ¡Claro que soy yo! — dije con el ceño fruncido, cosa que a David le causó risa.

—Me encanta cuando te enfadas.

—Déjame en paz David.

— No hasta que me digas que te pasa.

— ¡Nada!

— Mentir es malo.

— ¡Y FINGIR QUE TE IMPORTO TAMBIÉN LO ES!

Al instante me arrepentí de decir eso.

Le miré y me miraba sorprendido y decepcionado al mismo tiempo.

— Yo, de verdad Alice,  no te entiendo. Primero me dices que ya no tenemos que hablar, que tenemos que alejarnos por un tiempo, me hechas a mi TODA la culpa de TODO lo que está pasando, y ¡encima! Eres tú la que se enfada. ¿Y ahora me vienes con que fingir que me importas es malo? De verdad, eres increíble... ¡Increíblemente confundible! ¡Me confundes demasiado! Y me da muchísima rabia que pienses eso de mí cuando no es verdad. No es verdad ¿Entiendes?

Sus palabras me dolían, lo que decía era verdad y yo lo sabía, le cogí del brazo pero se soltó sin mirarme y salió por la puerta.
Me dieron ganas de llorar y me fui corriendo a mi habitación cerrando la puerta.
Me dejé caer sobre la cama y las lágrimas comenzaron a deslizarse sobre mis mejillas, la decepción de sus ojos aparecía una y otra vez en mi mente y no se cómo ni cuándo me quedé dormida.

Cuando me desperté ya estaba oscureciendo, miré la hora y eran las ocho de la tarde, sentía que la cabeza me iba a explotar en cualquier momento a sí que decidí tomar un poco el aire.

Salí a la terraza y fue cuando recordé la discusión con David.
Me abracé a mi misma y cerré los ojos.

— ¿Qué haces aquí cariño? Me giré asustada y me sorprendí al verla.

— ¿Y eso que hoy habéis vuelto tan temprano? — me acerqué a ella para verla mejor.

— Tú padre tiene una reunión con los empresarios, así que me vine antes.
¿Habéis comido?

— Sí.

Nos sentamos mirando el jardín de mamá, me encantaba hablar con ella, pero nunca estaba en casa, teníamos pocas ocasiones de hablar y sinceramente quería contarle todo lo de David pero no me quería arriesgar, aún era demasiado pronto.

— ¿Cómo te van las clases? Mi futura farmacéutica — me dijo con una enorme sonrisa de madre orgullosa.

— Bien, saqué un 8'75 en anatomofisiología y patologías básicas.

— Está bien, pero podrías haber sacado un poquito más.

— Mamá...

Las dos empezamos a reírnos y me pasó su brazo por los hombros.

— ¿Has hablado con Jane?

— Sí, la semana pasada creo.

— A vale, entonces lo sabes.

— ¿Saber el qué?

— Que viene  de visita, como hay fiesta, aprovecha, ha sacado todo excelente y su madre la ha dejado como una recompensa.

— ¿Enserio? — debe  ser una broma, ¿Por qué no me lo dijo?

—Claro muchacha, ¿Por qué te iba a mentir? Pensé que te lo habría dicho.

Y fue entonces cuando recordé, me lo intentaba decir antes de colgar porque mis hermanos estaban en una guerra, fue cuando... David y yo casi nos besamos...

—Tengo que hacer unas cosas, ¡Te quiero! — la abracé y le di un beso en la mejilla dejándola totalmente desconcertada. 

— Yo más cariño.

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Hola a todos mis queridos lectores, espero que os esté gustado de momento porque le estoy poniendo mucho cariño a esta historia. Me encantaría que pongáis vuestra opinión en los comentarios, o si tenéis alguna idea, estaría genial porque así hacemos juntos esta novela.

¡¡Muchos besos!!

Lo tengo todo perfectamente descontrolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora