Capítulo 9: Visiones

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Casi una semana había pasado desde mi primer día viviendo con Frank.
Había sido extraño al principio, saber que viviría un par de meses con un completo desconocido... porque a pesar de todo, es lo que éramos.
Sólo un par de semanas fueron suficiente para que decidiéramos juntarnos —quizá por la terrible soledad que ambos sentíamos— y luego tuvimos sexo. Pero fue sexo… no creo que hayamos hecho el amor porque no nos amamos. Y hasta ahí llega mi lógica.

Pero Frank estaba bien, era una especie de amigo con ‘cover’. Alguien con quien hablar, a quien hacerle masajes en el cuello y con quien comentar una película. Pero que cuando caía el sol, o a veces a plena luz del día y con la suficiente estimulación, se convertía en un amante. Y uno espléndido a decir verdad.

La segunda noche aquí, él fue a mi cuarto. Era bien avanzada la noche y yo no podía dormir. Al parecer él tampoco. Simplemente se acostó a mi lado y yo comencé a acariciar su espalda… antes de darnos cuenta, estábamos besándonos. Completamente desnudos.
Y tuvimos sexo nuevamente.

Antes yo tenía la terrible manía de dormir abrazado a la persona con la que había consumado el acto. Pero con Frank era diferente. Él no quería quedarse toda la noche abrazado, no esperaba un ‘Te amo’ contra el oído antes de dormir. Frank no era mi pareja. Y eso hacía las cosas mucho más simples.

Cuando él no estaba en casa yo mantenía todo en orden. La mañana del tercer día la ocupé para ordenar su cuarto. Abrí las ventanas y creo que esa era la primera vez que eran abiertas. Eliminé todo el hedor de su ropa sucia al lavarla y cambié las sábanas de su cama. Cuando Frank llegó, se encontró con una habitación totalmente nueva y lo agradeció con un beso en mis ardientes labios.

También me preocupé de limpiar el resto de la casa, comencé a cocinar y ponía música gran parte del día. El apartamento cobraba vida y poco a poco, y con eso yo también.

— Estoy en casa —canturreó cerrando la puerta con el pie, en aquel extraño tono que usan los padres de familia en la televisión.

Estaba terminando de preparar una sopa revitalizante y todo el apartamento olía a pollo. Frank inspiró fuertemente y sonrió, quitándose la chaqueta caminó a mi lado en la cocina y posando su cabeza sobre mi hombro observó el contenido de la olla.

— Eres realmente bueno en esto —comentó—, incluso creo que he aumentado unas tallas desde que tú estás acá —bromeó, yo me reí.

Entre los dos pusimos la mesa y luego nos sentamos a comer.
Desde hacía varios días que quería preguntarle acerca de mi caso, pero nunca daba la circunstancia para eso. Supuse que ahora, mientras estábamos en silencio sería la correcta y hablé.

— ¿Has averiguado algo? —pregunté llevándome una cucharada a la boca. Frank tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca, tragó, y luego habló.

— Averiguar algo… ¿Acerca de qué? —me miró alzando una ceja, yo lo miré atónito.

— De mi hija. Dijiste que…. —comencé pero me interrumpió riendo.

— Bromeaba —me dijo y luego agregó—, sigo estancado en los registros, no he encontrado nada nuevo y de éste modo no puedo continuar. Pero tengo fe de encontrar algo importante para poder dar con ella.

Suspiré fuertemente y tomé un largo sorbo de café antes de asentir una vez.
No valía la pena presionarlo… no era su obligación y simplemente saber que estaba ahí, ayudándome, era más que suficiente para mí. Ahora mismo me concentraba en mi investigador e informante. Estaba en las últimas fases de su investigación y me dijo que tenía nombres de tipos que se habían filtrado en la policía para eliminar registros. Que llegando a ellos llegaríamos a la red de secuestros, si es que existía una.

Con todas estas buenas noticias yo estaba más que contento.
Pero seguía preocupándome por mi pequeña. A veces pensaba en qué estaría viviendo ella mientras yo reposaba tranquilo en la tranquilidad de un edificio… pero intentaba eliminar lo más rápido posible esos pensamientos. Emma estaba bien, eso seguro.


— Yo lavo los platos —dijo Frank en cuanto yo comencé a levantar las cosas, asentí y los dejé en su lugar.

En lugar de irme directamente a la cama planeaba afeitarme, llevaba casi una semana sin hacerlo y ya se estaba notando. No es que tuviera vello facial en exceso, pero era incomodo pasar mis manos por mi rostro y sentirlo tan áspero.

Para cuando yo terminé de fumar y me planté frente al espejo del baño con la crema de afeitar esparcida en el rostro, Frank ya había terminado de lavar los platos y ahora estaba posiblemente poniéndose el pijamas en su cuarto, por lo que dejé la puerta abierta dando a la oscura sala mientras pasaba la hoja de afeitar por mi cuello y cara.

Estaba terminando la parte izquierda de mi cara cuando vi algo extraño por el rabillo del ojo, de inmediato llevé toda mi atención a aquel lugar y la sorpresa provocó que me diera un profundo corte a la altura de la barbilla.

Me había quedado mudo, pero mis ojos estaban muy abiertos captando cada imagen. Era Emma, mi pequeña, parada ahí, a solo unos metros de mí.
Estaba tan cerca, pero sabía que no era real. No podía ser real.
Porque de serlo… significaría que mi Emma había…

Parecía querer decir algo. Tenía su cabello castaño sucio, largo y desordenado, su piel se veía aún más pálida y enfermiza, sus labios estaban partidos y tenía profundas bolsas violáceas bajo los ojos rojos. Estaba vestida con algo que parecía ser un largo vestido color blanco, manchado en varias partes con tierra y algo que parecía sangre, pero no podía ser eso.
Sus pies descalzos estaban sucios al igual que sus pequeñas uñas. Tenía moretones en las piernas y en los brazos.

Pero a pesar de todo… a pesar de todas esas cosas, era ella. Mi Emma, mi pequeña.
Abrí la boca para decir algo, intenté acercarme a ella, abrazarla, decirle que la encontraría y que todo estaría bien nuevamente.

Pero cuando di un paso hacia ella, desapareció.
Tan rápido como llegó, se fue.
Dejándome completamente desolado y preocupado. Ahora con un gran corte en la cara y goteando sangre sobre el piso de linóleo.

De pronto Frank estaba parado frente a mí, sujetándome de los hombros y repitiendo mi nombre incansablemente a cada zamarreo. Yo parpadee un par de veces antes de atender a su voz.
— Gerard… luces como si hubieses visto a un fantasma —dijo mirando el corte de mi cara—, déjame curarte eso.

Intenté mirar por sobre su hombro pero Emma ya había desaparecido. Me pellizqué para saber si estaba despierto; lo estaba.
¿Entonces qué demonios había sido eso?

Frank me limpió la sangre y luego puso una compresa, la mantuvo hasta que toda la sangre se detuvo y cuando eso pasó, me puso una curita.

— Supongo que tendrás que terminar mañana con eso —sonrió al ver que tenía sólo media cara afeitada. Pero para mí era relevante ya que mis preocupaciones ahora mismo eran otras— ¿Estás bien? —me preguntó tratando de captar mi visión, yo asentí aunque ambos sabíamos que era mentira.

— Sé que creerás que estoy loco —dije con voz rasposa— pero… vi a Emma justo ahí. Acabo de verla… no dijo nada, pero lucia tan mal… ¡Demonios! —las lágrimas comenzaron a bajar por mi rostro—, mi hija me necesita, está mal… y no hay nada que yo pueda hacer ¿Dónde mierda estás Emma?

Frank rompió el espacio entre ambos y me abrazó, refugié el rostro en el hueco de su cuello y nos quedamos así un largo rato. Últimamente yo lloraba a menudo.

— Estarás bien —murmuró tratando de calmarme, pero quien me preocupaba no era yo, si no que ella—, te juro que estarás bien.

— Lo estaré cuando encuentre a mi hija —le dije sorbiendo por la nariz, él asintió.

— Y lo harás, recuerdas mi promesa ¿Cierto? —yo asentí y luego me tomó de la mano para ponerme de pie, juntos comenzamos a caminar hasta mi cuarto y cuando yo estuve dentro él encendió la luz— Ahora intenta dormir, sólo estás algo estresado porque no tenemos noticias de ella… pero no es nada más, sólo ignora los juegos de tu mente y focalízate en lo importante.

— Está bien…

— No puedes quebrarte, no puedes ceder —me decía buscando mi mirada— tu hija te necesita bien. Cuando la encuentres, ella te necesitará al cien por ciento.

Yo asentí y sonreí, Frank me palmeó la espalda y abandonó la habitación cerrando la puerta consigo.

— Buenas noches —él dijo a través de la puerta.

— Buenas noches —contesté apagando la luz y recostándome sobre mi cama, sin poder pegar los ojos.

paramnesia ・ frerardWhere stories live. Discover now