Capitulo 3: Confusión.

1.8K 242 56
                                    

Frank parecía querer meterse a mi mente a toda costa. Tres días habían pasado desde la última vez que había visitado la comisaría, para terminar de dar los datos para reabrir el caso de Emma y desde entonces, sus sonrisas no habían desaparecido de mi mente.

 “Es un buen tipo, eso es todo” Me decía cada vez que comenzaba a sentir un particular cariño por él. “Hace mucho que nadie te demostraba interés, por eso te sientes así” Repetía mi subconsciente, tratando de quitar su imagen de mi cabeza.

 Frank… un nombre tan común para una persona tan especial, son contadas con las manos las veces que lo he visto, pero sé que es alguien increíblemente especial.

— Concentrémonos en Emma —me digo a mí mismo cuando me encuentro con mirada soñadora mirando hacia el cielo despejado.

Otro día repartiendo volantes con el rostro de mi pequeña hija desaparecida. Hoy, las personas parecen querer hacer una particular excepción y reciben cada uno de mis folletos. Otros días en cambio, pareciera como si llevara encima una capa de invisibilidad.

— Su nombre es Emma —murmuro en voz baja, una mujer de edad se detuvo frente a mí y me sonríe de forma calurosa.

— La encontrarán y entonces, podrás respirar tranquilo —dice palmeándome un hombro antes de seguir su camino. Yo sonrío enormemente, suplicándole al cielo que sus palabras sean ciertas.

Luego de tres horas, siento la falta de cafeína en mi cuerpo. Prometiéndome a mi mismo  darme un descanso de sólo quince minutos antes de seguir con mi tarea. Guardando los volantes dentro de mi mochila y frotándome las manos de gusto, medio camino, medio corro hacia el Starbucks más cercano y luego de una cola de casi quince minutos, tengo mi café negro para llevar,  en mis manos.

Me alejo un par de cuadras y me siento al borde de la acera, mirando a la gente pasar frente a mis ojos por la acera contraria. Mujeres con sus hijos de la mano o en coches, qué afortunadas son al tener a sus hijos consigo. Y pensar que todos esos hombres que caminan apurados también tienen hijos en casa, pero van tranquilos pensando en que sus pequeños están a salvo.

Un enorme sorbo de café pasa por mi garganta, reconfortándome de inmediato.

— Te encontraré, hija —digo en voz alta, para convencerme a mi mismo de aquello.

Y como si fuera una mala broma o una obra del mago más poderoso del mundo, una niña aparece por la acera contraria, caminando sola, con la vista pegada al suelo y una mochila en su espalda. Me sorprendo más al reconocer el uniforme del colegio, el mismo al que iba mi Emma.

La pequeña se acerca poco a poco y mi corazón va cada vez más rápido, su cabello, su rostro, su contextura… es Emma, podría jurarlo. Y asegurándome eso a mi mismo, dejo mis cosas junto a la acera y comienzo a caminar hasta la calle contraria, sin perderla de vista.

Evitando llamar la atención comienzo a caminar detrás de ella, en lugar de gritar su nombre o algo, aunque mi lengua se mueve frenética dentro de mi boca recitando su nombre una y otra vez. Dobla hacia la izquierda y noto su mirada por el rabillo de su pequeño ojo, es el mismo tono que el de mi Emma, entre verde y pardo.

Con renovadas fuerzas sonrío para mi mismo, es ella y entonces ¿Por qué no corrió a mis brazos?

“Quizá la han obligado a irse a vivir con otros padres”  Mi subconsciente asegura y entonces, una imagen mía golpeando en el suelo a un par de personas irreconocibles, aparece en mi mente. Los haré pagar por haberme arrebatado a mi niña.

De pronto entramos a un conjunto de calles completamente vacías ¿Por qué mi Emma camina por calles tan peligrosas? Podría pasarle algo…

Acelero el paso, intentando llegar a ella para tomarla en brazos e ir a casa, llamar a Frank y darle las gracias… aunque su ayuda fue innecesaria porque la encontré por mi cuenta.

paramnesia ・ frerardWhere stories live. Discover now