Aprendiendo lecciones

4.2K 340 19
                                    

Es digno de admirar la velocidad a la que suceden las cosas aquí. En la misma noche en la que hice la prueba ya me asignaron un departamento solo para mi.

Un departamento bastante lujoso debo añadir. Nada mas abrir la puerta pienso que es demasiado. Todo está en una sola habitación, con dos columnas finas en el centro pintadas de un gris pizarra brillante. Entre ambas puede verse la cama coronando la habitación, una cama enorme y que puedo asegurar que es la mas cómoda de mi vida sin necesidad de haberme sentado en ella. Al frente hay un televisor de tal medida que no quiero ni pararme a calcularlo. Una barra americana en color blanco, con dos taburetes negros frente a ella y una cocina totalmente equipada justo detrás.

Me acerco a la nevera, con la boca seca tras todas las emociones de la noche. Al abrirla no me sorprendo al darme cuenta de que, como todo el apartamento, esta perfectamente preparada para que alguien viva en ella. Hay de todo, desde bebidas hasta varios tipos de comida. Incluso pegado al lateral hay varios folletos de restaurantes a domicilio junto a una nota para indicar los pagos a coste de la empresa.

Frunzo el ceño al tiempo que cierro la puerta con un botellín de agua mineral en la mano. Cualquier persona soñaría con algo así, pero precisamente por eso recuerdo el alto coste que esto conlleva. Mi vida.

Me dejo caer en el amplio sofá con un suspiro y una pose nada ortodoxa. Repaso mi postura visualmente, percatándome de que acabo de firmar un contrato que hará que tenga que reformar todas mis posturas y la mayoría de mis hábitos.

Abro los ojos cuando el olor del café espresso inunda el apartamento. Frunzo el ceño y me incorporo, estirando mis extremidades ante la incomodidad de haber caído dormido en el sofá. Aunque me atrevería a decir que este sofá es mas cómodo que mi cama de casa. Que no es que no fuese cómoda, pero no nos dábamos ningún lujo y todo en este apartamento lo es. -¡Venga cariño, vas tarde! - Parpadeo varias veces, mirando por encima del sofá hacia la cocina, viendo a una chica morena, recta y que parece hacerlo todo demasiado rápido para ser normal.

Sacudo la cabeza varias veces, mirándola con los ojos entrecerrados esperando que sea cosa de mi imaginación, pero no. Esta aquí. - Perdona pero...¿quién eres tu?¿Y que haces en mi apartamento?- Se gira hacia mi con una sonrisa que resulta incluso espeluznante, respondiéndome con un dedo alzado como si fuese una fusta. Es atemorizante para ser tan menuda. Parece un dragón a punto de echar fuego. 

-Primero, este no es tu apartamento, solo te lo han prestado. Y segundo, tienes unas obligaciones, bonito. Tu clase de etiqueta empieza en media hora y si no llego a venir ni siquiera estás despierto para esa hora. - Parpadeo confuso y me froto los ojos, quedándome sentado al borde del sofá. -Nadie me dijo nada de horarios. - Que no es que no me gusten los horarios, de hecho los prefiero. Ayudan a organizarse mejor y saber que hacer en cada momento. Sino el tiempo se va volando y a lo que pasa el día lo has desperdiciado. Simplemente el señor Lightwood ayer me indicó el apartamento y me dio las llaves, no me explicó nada mas. Y ella está de vuelta con esa sonrisa espeluznante, acercándose a mi con una taza de café, dejándola en la mesita frente al sofá. 

- Pero para eso me envían a mi. Te guiaré la primera semana, a partir de ahí tendrás que ocuparte por ti mismo de llegar a tus clases. Por cierto, soy Helen. - Se sienta a mi lado en el sofá mientras canturrea todo esto, cruzando las manos sobre sus rodillas juntas, mirándome con un disimulo bastante descarado. -¿Vas a ponerte ya en marcha o voy a tener que desnudarte yo misma?¡Vamos!¡Nos están esperando! - Dios, menos mal que no soy un hombre dado a beber...esta chica al lado un día de resaca tiene que ser peor que tener por compañero al mismo diablo.

En cosa de diez minutos estoy cambiado y el café ha desaparecido. La verdad es que se agradece la cafeína. Necesito estar despierto para todo lo que viene. Jesús, ni siquiera había estado antes en Nueva York. Todo es demasiado nuevo para mi, Kansas es tranquilo y esta ciudad es agitación constante. Sigo a Helen hasta la entrada del edificio, donde un coche que cualquiera en Kansas consideraría lujoso nos está esperando. Sin embargo Helen parece no inmutarse por ello. Supongo que aquí son bastante mas comunes. Al fin y al cabo aquí tiene que haber muchísima gente con dinero. Solo hay que ver el uniforme del portero del edificio.

Tras veinte minutos en coche llegamos a un edificio bastante mas llamativo. Ocupa una manzana completa y destaca con sus apenas tres plantas en medio de tanto rascacielos. Además es completamente blanco con muchísimas cristaleras opacas que evitan que se vea el interior, aunque sin embargo reflejan todo el exterior como si se tratara de espejos. Las paredes no son lisas, al igual que los techos. Es como una especie de estadio de futbol, ovalado y cóncavo. Cuando entramos me sorprendo todavía mas, observando el inmenso jardín que hay al otro lado de la pared. realmente es como un estadio de fútbol. El edificio en si es solo un anillo alrededor de un jardín aquí, en medio de Nueva York.

Estoy tan distraído observando el jardín que no me percato de que se me acercan. -Así que este es el nuevo conejito de Alec... Soy Jace. - Abro los ojos, percatándome de que estoy frente a frente con la contraparte de Lightwood&Herondale. -Encantado, señor Herondale. - Puedo ver como me analiza con la mirada y no se si esta viendo a su última compra o a un juguete sexual. Es...aterrador. ¿Todos aquí van a a tener ese adjetivo en su descripción?

 -Solo quería conocerte, es raro que Alec de opción a la clase A... tenía... curiosidad. Nos vemos, chico. - Se despide con una simple mirada descarada y siento como el calor sube a mis mejillas de nuevo, aunque poco tiempo tengo para pensar pues Helen está de nuevo aleteando a mi alrededor para meterme prisa.

Me paso toda la mañana acompañado de un hombre extremadamente viejo y extremadamente recto que me mantiene durante horas sentado frente a una mesa con un montón de cubiertos, vasos, platos y mas tarde tipos de tela de diferentes texturas y colores. Al menos gracias a la floristería no estoy completamente perdido en este tema. Se diferenciar entre el blanco y el crudo, entre tonos del mismo color y también entre bastantes telas gracias a los arreglos florales. Aun estoy algo liado con los cinco tenedores diferentes cuando salgo del edificio. Es más fácil con los cuchillos, tienen mas distinciones y no hay que ir contando puntas.

Pensaba que no había nada peor que la mañana, pero la tarde le daba mil vueltas en horror. Una mujer morena con aire latino había paseado frente a mis ojos un eterno arsenal de juguetes sexuales. Desde un simple dedal hasta un enorme dildo que no creo que pueda caber en ninguna parte. Creo que el sonrojo me ha llegado de la punta de los pies hasta las orejas y todavía persiste. No es que no haya cotilleado antes, pero siempre por internet. Nunca había tenido alguno entre manos. Y ella tras toda la muestra ha asegurado que voy a tener que ir probando un poco de todo con el tiempo y...ay. Solo espero que no me compre alguien demasiado aficionado a esas cosas gigantescas. O a los juguetes en general. ¿Es que nadie cree ya en el romanticismo?

The heart never liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora