Los enclaves

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Horror. Horror absoluto. No puede haber nada peor para alguien que se dedica al sexo que encontrar a su esclavo enclave. Esto es una puta mierda, y en el peor momento. Encontrar un esclavo enclave a los cincuenta años con todo el trabajo de tu vida hecho es como un sueño...¿pero ahora? Si, yo soñaba con encontrarlo cuando era un joven ingenuo de quince años, pero no ahora. Ni loco ahora. Jace va a matarme cuando se entere.

Hace muchísimos años que existen los esclavos, los compradores, la legalidad en todo esto. Y casi desde el inicio de los esclavos aparecieron también los enclaves. Todos los esclavos y todos los amos son libres de ir y venir a su antojo. Hay esclavos que se enamoran de amos, muchos mas que amos que se enamoren de esclavos. Pero el enclave va mucho mas allá del amor. Cuando un amo y su enclave entran en contacto quedan permanentemente unidos. Nadie podría usar al esclavo enclave, ni siquiera forzándolo. Y el amo del enclave jamás podrá unirse a nadie que no sea su enclave. Literalmente no consigue una jodida erección. Y es la puta mierda que me está ocurriendo a mi ahora mismo. ¡He tocado decenas de esclavos, joder! Pero se de enclaves mas que muchas personas en este mundo. Y se que una vez tocas a tu enclave es como un interruptor. Solo él puede volver a encenderte. Y el último esclavo que toqué es ese maldito florista de Kansas.

¿Por qué a mi? Quizá desde el inicio de la trata de esclavos solo se habrán visto ¿qué?¿cien parejas de enclaves?¿doscientas? No es algo común. Y quizá en mi juventud había fantaseado con un esclavo enclave. Tenía la estúpida fantasía de que un amo y un esclavo enclave eran como el antiguo mito de las almas gemelas. Dos almas formadas por la separación de una sola que encontrarán la felicidad al reencontrarse y unirse nuevamente. Pero el mundo me dejó ver una realidad mucho mas sincera, mucho mas fácil de creer. Ahora considero que un esclavo enclave es una maldición.

Termino de vestirme frente al espejo. Tras el fracaso de la noche anterior mi cabeza no ha parado de dar vueltas de tal forma que necesito un analgésico para disminuir el dolor. Cuando compruebo que todas las prendas están perfectamente en sus zonas correctas cojo mis llaves y salgo de mi apartamento en dirección a la sede de entrenamiento. Tengo que volver a ver a ese chico, si o si.

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Frente a mi hay una fila de tres mesas. Toda la sala es blanca, desde el suelo hasta el techo, las mesas son completamente blancas, altas y largas, estrechas como la barra de un bar, iluminadas por unas largas lámparas que cuelgan del techo rellenas de tubos de fluorescente. Los amplios ventanales a mi izquierda dan a los jardines, donde el sol exterior empieza a teñir el cielo de naranja. Lo único que da color a la habitación son los juguetes tiñendo las mesas.

Tengo un gigantesco brazo negro para fisting entre mis manos cuando la puerta de entrada se cierra a mis espaldas y me giro curioso sin poder evitarlo. Y cual es mi sorpresa al encontrarme allí al señor Lightwood. -Vista al frente, Bane. No te distraigas de lo realmente interesante.

Nunca lo habría esperado, pero aun frente al descaro mostrado por la latina, puedo oír la leve risa de mi ¿podríamos llamarlo dueño?¿temporal quizá? Supongo que los minutos que lo he llegado a tener frente a mi siempre lo he visto muy serio. Esta claro que puede reír, todos los humanos pueden pero.. no se. No es algo que entrase en mi concepto de Alec Lightwood.

-Infravaloras lo realmente interesante, Izzy. - Sigo investigando el brazo entre mis manos pero al mismo tiempo no pierdo una palabra de la conversación a mis espaldas. Oigo los zapatos del señor Lightwood acercándose a mi hasta que rodea la mesa, quedándose frente a frente pero sin mirarme, observando los juguetes en la mesa contigua, todos expuestos y ordenados como quien ha desmontado ahí pieza a pieza un motor de coche que luego debe volver a montar.

Se gira hacia mi con tapón anal bastante peculiar. Tiene una bola del tamaño de una pelota de tenis en un extremo, levemente estirado en la punta para una mejor inserción. Tras la pelota hay un tubo extremadamente fino pero rígido que lleva hasta una base sencilla y plana. Sin embargo, tras haber estado curioseándolo antes, se que es posible insertarle una bomba para inflarlo y desinflarlo. -¿Qué opinas de este, Magnus? - Alzo las cejas sorprendido no se si por el hecho de que pida mi opinión o porque me esté llamando por mi nombre. Siempre ha sido señor Bane, Kansas, florista o algo mas referente a mi origen.

Me tiende el juguete y lo sujeto entre mis manos, acariciando la bola del extremo, girandolo entre mis manos. La verdad es que es algo grueso, no me imagino algo así dentro de mi, aunque se que es bastante posible que cosas peores acaben en mi interior. Como ese horrible brazo de fisting. O un brazo real, que pueden ser bastante mas gruesos. Mi propio brazo es mas imponente que ese brazo de silicona. -Supongo que si me diesen a elegir, no sería mi predilecto. - No se si realmente sería bueno decir que jamás he usado nada de eso. Pero ahora mismo nada de lo excéntrico me llama la atención. Si tuviese que probar algo ahora mismo probablemente me decantaría por algo fino o por algo realista, mas similar a un pene que a un brazo o a esferas deportivas.

Veo su pequeña mueca mientras lo retira de mis manos, observándolo entre las suyas grandes y firmes. -Una lástima...es uno de mis favoritos. Muy entretenido. - Sonríe levemente, apartándose de la visión de las otras dos mesas, haciendo un gesto con su brazo a modo de invitación. -¿Cual escogerías tu? Si pudieras quedarte... no se, cinco. Para tu colección personal. -Puedo sentir como esta analizándome. Cada gesto, cada movimiento, cada duda y cada decisión. Siento como si mi vida dependiese de cada respuesta y eso me pone nervioso. En cierto modo, mi vida depende de esto. O la calidad de esta.

Rodeo la mesa y me cuelo por el pasillo entre ambas mesas llenas de juguetes, cohibido interiormente pero mostrándome erguido y seguro en apariencia. -Tranquilo Magnus... no estás siendo sometido a ningún test. Es...digamos que simple curiosidad. - Asiento, viendo en sus ojos esa confianza que me hace creer que dice la verdad. Escojo rápidamente los tres primeros. Un dedal con unas pequeñas bandas rugosas, un dildo con vibración fino y metálico de la anchura de un pulgar y unos doce centímetros de largo y un consolador realistico del tamaño de un pene no demasiado grande, pero con una textura que podría competir con la de mi propio miembro.

Paseo mi mirada sobre el resto de juguetes, añadiendo a mi alijo una larga pero estrecha fila de bolas chinas de unas siete u ocho unidades, cada cual algo mas gruesa que la anterior pero la mas grande no lo es mucho mas que una cereza. Y como última elección sorprendiéndome a mi mismo escojo una elegante funda de metal y cuero ajustable al tamaño del pene. Una jaula. Nunca he sido amante de la tortura, pero nada mas verla algo dentro de mi ha sentido la llamada. Y si, quizá estando yo solo llegaría a probarla. Con un amo tomando las decisiones no se si me atrevería. Aunque tendré que hacerlo si mi futuro amo así lo desea.

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Aclaraciones para quien desconozca el tema:

*Fisting: práctica consistente en penetrar con el puño, introduciendo parte del brazo.

*Jaula de castidad: Es una funda (normalmente metálica) que se coloca alrededor del pene (a veces incluso abarca también los testículos) e impide que se logre la erección, manteniendo el miembro en reposo.

The heart never liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora