Pon todo tu amor en mi

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Se que es un poco tonto advertirlo, de hecho esta historia tiene marcado el contenido adulto, pero en cualquier caso, aviso de sexo, si te molesta el sexo entre dos hombres o el uso de juguetes externos al propio cuerpo humano, no sigas leyendo. Sin mas dilación, aquí el siguiente capítulo.

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Costó convencerlos. Días. Días que estuvieron aquí, asegurándose de que estuviese bien, de que fuese feliz, que no fuese un esclavo fingiendo...Dios mio, ¿como iba yo a mentirles a ellos? Mis padres, que jamás me han mentido... no sería capaz. Para mi suerte, lo que Alec y yo sentimos el uno por el otro es tan evidente que no sirve de nada intentar negarlo.

Con Jace la situación fue algo diferente. Se notaba que estaba enfadado conmigo. O con Alec. O con ambos. Supongo que la costumbre de que hubiesen sido siempre él y Alec. Mi castaño me había hablado tanto del rubio que es como si lo conociera. Sabía que eran hermanos pese a no compartir lazos de sangre. Sabía que Jace era importante para Alec, así que, pese a que me cayese como una patada en el culo, intenté comportarme frente a él.

Pero ahora dos meses han pasado y mis padres están tranquilos sabiendo que estoy bien y feliz aquí. Jace se ha relajado y incluso se podría decir que somos amigos. Y me encanta ir de compras con Isabelle... incluso a los sex shop.

Y Alec... Alexander simplemente es fantástico. Se esfuerza continuamente por sorprenderme pese a que sabe que no es necesario. Cuando no es una cena es un regalo y cuando no me muestra algo nuevo con lo que jugar. Porque seamos sinceros, Alec es un excelente maestro en lo que a los juegos de cama se refiere.

Muchas veces me he sentido inseguro pensando en la experiencia con la que cuenta, avergonzante al lado de la mía. Sin embargo él, siempre tan pendiente, se ha asegurado de que me sienta bien conmigo mismo, con mi cuerpo y con mi experiencia. Me ha demostrado con creces que le gusta cómo hago las cosas y también cómo le hago sentir al respecto. Y joder, me pongo caliente solo de pensar en Alexander gimiendo por un mordisco en el lugar adecuado o por mi lengua recorriendo juguetona la punta de su miembro. Es algo espectacular.

Me sorprendo cuando abro los ojos y lo encuentro todavía ahí a mi lado en la cama, dormido. Es como ver a un ángel. Desnudo, sin la pose de hombre serio que adopta cuando está despierto... tan sereno y tranquilo que no quiero despertarlo.

Alzo mi mirada sobre su cuerpo hasta su mesilla, viendo la hora en el reloj digital. ¿Las nueve de la mañana y él todavía aquí?¿Se ha dado la vuelta el mundo y no me he dado cuenta?

Estiro la mano a mi propia mesilla, buscando el móvil y echando un ojo al calendario. Juraría que es jueves, pero siempre puedo estar equivocándome. No sería la primera vez que pierdo la noción del tiempo y no se en que día vivo. Pero no, es jueves, tal y como pensaba. Además hoy tenía pensado visitar el jardín botánico en el Bronx. Y quizá coger algunas ideas para nuevas plantas.

A veces echo de menos el jardín de casa. Aquí hay luz, pero el salón ya esta cerca de ser considerado una jungla. Y no se pueden tener árboles dentro de un piso. Ojalá. Quisiera tener mi pequeño huerto aquí.

Observo el rostro tranquilo de Alec y me acerco, colocando mi rostro frente al suyo, con la cabeza apoyada en la almohada. Sonrío y llevo mi mano a su sien, acariciando su pelo hasta posar la mano en su nuca, bajando por su cuello hasta sus hombros desnudos, acariciándolos con mis dedos.

Arrastro la sábana hasta su cintura con cuidado de no despertarlo, empezando a repartir suaves besos por toda su espalda, contento de tenerlo a mi lado al despertar. Lo tengo todos los fines de semana, pero dos días de cada siete nunca son suficientes.

The heart never liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora