Cuando los ayudantes salieron del camarín, Jorge Pablo cerró la puerta de un portazo y miró a Marciala con verdadero odio:
―Por su culpa nunca más volví a ver a la Katty... ―dijo con la voz silbante de rabia―... y yo la quería. Ella fue mi primer amor y me costó mucho olvidarla. En realidad no la olvido. Todavía me acuerdo de ella.
―Claro, si esa niñita te bailaba sin ropa... seguro que tienes que acordarte de ella.
―¡Nunca nos desvestimos tanto! ―reclamó Jorge Pablo―. Apenas nos sacábamos un par de cosas. Era un juego.
―Era un juego que ustedes no tenían que hacer. Estaban muy chicos.
―Todos teníamos dieciocho años
―¿Y qué habría pasado si se hubieran entusiasmado y hubieran empezado a desvestirse más? ¿Qué habría pasado si hubieran empezado a tocarse y a tener relaciones sexuales?
―¿¿En el colegio?? No habríamos podido... Los recreos no son tan largos.
―Lo que hacían en el colegio era apenas el principio de todo eso, Jorge Pablo. ¿Qué no entiendes? Esas cosas empiezan lentamente como juegos atrevidos y después van aumentando hasta que se descontrolan. Si los hubiéramos dejado seguir, tú y la Katty habrían encontrado la forma de verse fuera del colegio y habrían terminado acostándose juntos. Habría resultado un embarazo precoz... ¿Y qué habrías hecho con la Katty embarazada a los dieciocho años?
Jorge Pablo se encogió de hombros y respondió con voz fría, casi cruel:
―Habría buscado la forma de pagarle un aborto clandestino...
Marciala lo miró indignada y respondió con la misma frialdad:
―Ya sabía... y por eso no lo podía permitir.
―¡¡¿Por qué no?!!! ―gritó Jorge Pablo furioso―. ¿Qué le importaba a usted lo que hacíamos nosotros?
―¡¡Porque yo los quería como si fueran mis hijos!! ―respondió Marciala también a gritos―. Y porque nada me gustaría más que tener a uno de tus hijos en mi sala, Jorge Pablo. Tu hijo sería el único alumno que llegaría a querer más que a ti... ¿Cómo se te ocurre que iba a permitir que mataras a un hijo tuyo y de la Katty? Lo único que me quedaba por hacer era evitar que esa situación llegara a producirse. Evitar el embarazo, separarlos de alguna manera... Pero fui muy cobarde y no hice nada.
―¿Qué no hizo nada? ―reclamó Jorge Pablo con tono irónico y furioso―. Claro que hizo lo peor que podía hacer: usted nos acusó. Por su culpa nos echaron del colegio... y por su culpa la Katty se fue.
―Yo les había advertido que eso iba a pasar si seguían jugando a desvestirse.
―Pero no tenía por qué acusarnos. Usted nos prometió que se iba a quedar callada.
―Fue lo mejor que podía pasarles.
―Para usted sería lo mejor, pero para nosotros fue lo peor. Después de eso se llevaron a la Katty y yo... (T.T)
Jorge Pablo se contuvo, sorprendido al notar que tenía los ojos húmedos. Ciertamente, perder a su primera novia era lo peor que le había pasado... Él y Katty se habían querido como sólo pueden quererse dos adolescentes cuando aman por primera vez.
―Noooh ―siguió diciendo el muchacho cuando controló las ganas de llorar―. No me venga a decir que fue lo mejor. Nosotros confiamos en usted, y usted nos traicionó. Nos prometió que se iba a quedar callada para que le contáramos cómo jugábamos en los recreos. Dijo que iba a ser un secreto ente usted y nosotros... y cuando nos hizo hablar se fue corriendo a contárselo al director... ¡¡Nos cagaste la vida, vieja de mierda!! ¡Nos jodiste a todos de puro puta hocicona y cabrona que eres!
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Lo hombres valientes bailan desnudos.
HumorUna noche de parranda, licor y hermosos varones desnudistas... ¡Y todo gratis! Eso es lo que ofrece el honorable diputado Torremora para ganar los votos de las mujeres electoras de su provincia... Sólo que esta vez las mujeres del público se descont...