Cathlen entró en su habitación, lloró en su cama un gran rato, salió y se dispuso a entrar al baño, tomar la navaja con la que se cortaba el cabello e hizo certeros cortes en sus muñecas, mientras se desangraba pensaba en su vida, la cual pasaba frente a sus ojos por breves momentos. Antes de morir sonrió y con su último aliento murmuró: —Descansaré en paz de todo el sufrimiento que me hiciste pasar.
Tiempo antes en el Internado Buenaventuranza, al que asistía, era un día normal, ella se encontraba sentada a la sombra de un árbol con sus dos mejores amigos, Steven y Stephan, gemelos. Leyendo su libro favorito y comentándolo con ellos cuando de pronto sintió que alguien la observaba, sintió unos ojos grises penetrantes, sin embargo, cuando volteó su mirada a donde estaba el chico, algo incomprensible, pues ese chico era Andrew, un muchacho de su misma edad, pero que desde cuando habían entrado de pequeños la odiaba y molestaba. Andrew desvió su mirada, Cathlen se sintió tan extraña que les dijo a sus amigos que llegarían tarde a clase, que debían irse ya, recogió sus cosas y no puso atención a Stephan quien le decía que esas lecciones las tendrían libres. Al día siguiente en la mañana tenía clase de Gramática, con el grupo de Andrew.
Cathlen como siempre llegó temprano buscó un asiento cerca del profesor. Ella se asombró al ver que Andrew también buscó un asiento adelante, no obstante no le dio mucha importancia, hasta que en medio de la clase llegó una nota para ella, apenas alcanzó a ver quien la enviaba; Andrew, cuando el profesor decomisó dicha nota y castigó a ambos.
Andrew nunca había sido castigado, cómo se le podía ocurrir haber enviado esa nota en clase, después de que había pasado casi seis años molestándola e ignorándola ahora no podía sacar de su mente a esa chica de cabello castaño y penetrantes ojos chocolate. Decidió que no importaba lo que ocurriera con ella siempre y cuando sus amigos nunca se diesen cuenta, qué explicación podía dar con esa actitud de debilidad suya.
Los castigos debían ejercerse por las noches, así que aquella noche Cathlen y Andrew estaban ayudando a su profesor revisando exámenes. El profesor salió por un momento, en el cual Andrew aprovechó para leer en voz alta la frase en una redacción de una chica de tercero que rezaba “El amor puede ser planeado, no importa que te digan lo contrario”.
Ella estaba en silencio sumida en sus pensamientos y con la duda de lo que decía esa nota. Luego escuchó a Andrew decirle: —El amor llega sin ser llamado y con la persona menos pensada ¿Cierto?
Cathlen no podía imaginarse como esas lindas palabras salieron de aquel chico tan frío e indiferente con ella, simplemente sonrió y cuando iba a volver con su puño de exámenes por revisar él le tomó el brazo, la acercó y le susurró al oído: —Me gustas aún más cuando sonríes —y la besó. Ella estaba paralizada, no pudo reaccionar de forma distinta que devolverle el beso, en su mente se arremolinaba lo que había estado ocurriendo con él, desde la mirada del día anterior, la nota recibida ese día en clase y ese beso suave y cálido; así fue como bajo la luz colada de la luna todo comenzó.
El siguiente día Cathlen quiso acercarse a hablar con Andrew, pero no tuvo el valor para hacerlo, lo único que hizo fue seguirlo con la mirada hasta perderlo de vista. Andrew pasó todo ese día tranquilizándose, aún podía sentir ese hermoso cuerpo atrapado entre sus brazos, aquellos labios tan sensuales sobre los suyos, sonreía cada vez que recordaba que ella le había correspondido el beso que tan impulsivamente decidió robarle, pero no quería acercarse a ella, no fuera que Cathlen quisiera repetirlo frente a todos y allí su reputación se vería gravemente dañada, así que hizo exactamente lo que ella, la miraba y seguía con sus ojos hasta que se perdiera entre todos los alumnos.
La siguiente noche de castigo fue un poco más cercana, Andrew la esperó al final de las escaleras para que fueran juntos al despacho del profesor, los estudiantes ya debían estar en sus dormitorios, por lo que nadie los vería. Él tomó la mano de Cathlen, mientras caminaban, así como le murmuraba unas cuantas frases hechas sobre el amor y el romanticismo. Llegando al lugar de detención él la soltó y volvió a ser indiferente con ella para guardar su ego, mientras que Cathlen se sentía utilizada, que tonta era si pensaba que él iba a cambiar ¿En qué momento creyó que de verdad estaba enamorado de ella?
Si estaba acostumbrada a ser el centro de las burlas y los juegos de los chicos, cómo había presumido que él era diferente a todos los demás, Andrew podía tener a la chica que quisiera, era bastante guapo y que respaldara esa afirmación el solo verlo, cabello negro, ojos grises, alto y musculoso, sin llegar a serlo demasiado. Nuevamente pensó en esos brazos en su espalda cuando la acercaron a él, los sintió mantenerla fuertemente en pie mientras sus propias piernas flanquearon. Durante esa noche cuando estaban solos Andrew se mostraba más amoroso, le besaba, abrazaba y acariciaba, pero no era lo que ella esperaba. En esa situación pasaron todo el resto del castigo común, Cathlen prefería que Andrew se dignara y dijera lo que debía, ya quería acabar con esa frialdad entre ellos cuando estaban entre todos los demás chicos.
El último día de castigo, en la mañana, llegó una nota pequeña para Cathlen, esta vez Andrew le pedía que se viesen cerca del lago del internado, junto a unos árboles que crecían allí. Cathlen envió su respuesta preguntado además la razón de su indiferencia, si ella le había hecho o dicho algo que le lastimara, no obstante no tuvo respuesta. Esa tarde ella le esperaba, ansiosa por dentro pero sin demostrarlo, cuando llegó Andrew, se hizo la indiferente con él, él la besó, le preguntó cómo le había ido durante el día, pero ella no respondió más que con un tono frío en su voz —Bien.
Andrew se empezó a sentir preocupado pues ella no era la misma desde la segunda noche que compartieron castigo.
—¿Qué te sucede? —preguntó sentándose a su lado.
Cathlen respiró hondo y simplemente lo miró a los ojos, después de un segundo preguntó —¿Por qué eres indiferente conmigo cuando hay alguien cerca?
Impulsivamente, sin pensar en su respuesta, Andrew la hirió cuando le dijo: —Simplemente no quiero que los demás me crean débil y no se burlen de mí porque ando con la persona a quien detesté por tanto tiempo y por la que ahora me siento más loco por ella que por cualquier otra.
Cathlen no dijo nada, solamente se levantó y salió corriendo de allí. Steven la vio llorar, así que fue a enfrentar a Andrew para que dejara de molestar y burlarse de Cathlen. Ella entró en su habitación, pero por más que lloró no podía dejar de pensar en Andrew y con cada pensamiento de él la opresión volvía con un poco de felicidad, prefirió no torturarse más con eso, tomó su navaja y se cortó el cabello, en cada mechón caído se sentía más tranquila.
Salió de su habitación para ir al área de castigo, puesto que ya era de noche. En el despacho del profesor se respiraba un aire de desconfianza e indiferencia enojo entre dos personas que se quieren y no desean demostrarlo, así que era mejor si despreciaban al otro.
Andrew había pasado un tiempo pensando en lo que le había dicho la última vez, fue estúpido el que externara su preocupación egoísta con ella, así que después de unas semanas de intensas discusiones personales en contra de su orgullo y su ego se acercó a ella una mañana en el pasillo, la besó, saludó a Steven y Stephan, a quienes nunca les dirigía la palabra, y la llevó lejos de sus amigos.
Cathlen se sintió extraña, pues no creía posible que él hubiera cambiado de opinión tan rápidamente. No le dio tanta importancia, algo quería él y esa era la forma de ganarse su confianza. Andrew le entregó un papel con una dirección y dijo que la esperaría allí esa noche, ya que quería cambiar la mala impresión que tenía ella sobre él. Cathlen dudaba las razones que versaban el que Andrew le pidiera eso, pasó el resto del día preguntándose si debía o no hacerlo, no le ayudaba mucho el que los gemelos hubiesen dejado más trabajos pendientes, que los que en realidad tenían pues no pudo hablar con ellos en todo el día.
De manera rápida cayó la noche y aun ella no se había decidido acerca de ir o no, pero lo que realmente la convenció de no ir fue la montaña de deberes que tenía pendientes por culpa del castigo y que había dejado para hacer el fin de semana, pero que de igual manera no iba a poder acabarla en dos días.
Andrew estaba esperándola como había prometido, pensó que tal vez una cena le ayudaría a hacerla entender lo que tan dolorosamente le había dicho, sin embargo después de esperarla alrededor de media hora comprendió que ella no llegaría.
A la mañana siguiente Cathlen intentó no cruzarse con Andrew, lo cual se tornó difícil pues compartían la clase de Gramática a primera hora. Ella no asistió, lo que llamó la atención de Steven, Stephan y Andrew, pues nunca faltaba a las clases así estuviera enferma, era aplicada y de asistencia perfecta. Después de está clase los gemelos fueron a Historia, Cathlen ya estaba sentada al frente de la clase, como de costumbre, pero había algo en ella que la hacía verse muy diferente a como era antes.
Steven se sentó a su lado derecho y Stephan al izquierdo, ambos la miraron como preguntando por qué había faltado a la clase anterior. Sin embargo no se decidió por responderles y lo mejor que pudo hacer fue levantarse y salir del salón. Cathlen sabía que había actuado de manera inmadura con sus amigos, ellos simplemente se preocupaban por ella y les debía una explicación acerca de lo que ocurría con Andrew, ya ambos le habían estado cuestionando lo ocurrido en el corredor el día anterior, pero no sabía como responderles, de cualquier forma Andrew estaba mostrando los signos que de verdad se había fijado en ella.
Se decidió por darles una disculpa a Steven y Stephan, ellos siempre habían estado apoyándole y era muy desconsiderado de su parte dejarlos solos. Empezó a volver hasta su clase de Historia, justo cuando giró en la esquina se encontró con el chico que había puesto su cabeza a girar.
Ella se volteó y su cabello pasó junto al rostro de Andrew, a quien el olor de su shampoo le atrajo aún más, la tomó del brazo antes de que ella se fuera, sabía que era su última oportunidad para hacerla ver que no le importaba tanto su rechazo y que él era capaz de tragarse su orgullo y que le vieran con ella. La llevó a una banca en uno de los pasillos y la sentó con un ágil movimiento, luego él se inclinó, su rostro a la altura del de ella y con una dulce voz, tan distinta a su normal tono frío y arrastrado le habló.
—Cathlen, ¿Qué te sucede? Ésta no eres tú —terminó señalando su cabello esta vez corto hasta sus hombros. —Igual nunca faltarías a clases solo porque sí…
Ella respiró hondo, un nudo en la garganta le hizo consciente de las lágrimas amontonadas en sus ojos y que no dejaba salir, así que desvió su mirada y las dejó correr.
Andrew sintió un gran estremecimiento, mientras esperaba la respuesta que nunca llegó, así que prefirió terminar ese momento concluyendo con: —Cathlen discúlpame, no quise decir lo que dije la vez anterior, mírame, estoy aquí frente a muchos alumnos hablando contigo, ya no me importa lo que digan de mí, me di cuenta ahora que te quiero, no te voy a dañar nunca más, creo que lo mejor será pensar que nada de esto ocurrió, estarás tranquila y sola, volverás a la vida que conoces, olvídame, simplemente cometí un error sucumbiendo a mis impulsos.
En ese momento Cathlen notó en el tono de voz de Andrew un efecto de tristeza que él había intentado ocultar insatisfactoriamente, asimismo esa disculpa tenía un cierto apego de verdad en el arrepentimiento de lo que había ocurrido. Dicho todo por parte de él, Andrew se levantó y la dejó allí, no sin antes volver a besarla, sabía que ya la había perdido, de manera que era hora de volver a ser el chico malicioso, que se reía de ella, aunque esas burlas irían sofocadas por el cariño que ahora le tenía.
Andrew no pudo sentirse de peor manera al dejarla allí, pero la opresión en su pecho le hacía darse cuenta que por primera vez había sido rechazado por una chica, cuando en el internado había muchas que lo tenían como el chico ideal, era hora de volver a ganarse el respeto que había perdido por ese momento de debilidad de dos días.
Cathlen se quedó un momento en el pasillo, olvidada ya la razón que la había llevado a volver a su clase, por primera vez desde hacía unos meses se permitió pensar en Damian, su hermano, pues era la única familia que le quedaba después de que sus padres murieran en un accidente automovilístico, cuando ella tenía ocho años, justo el día que ellos la llevaban al internado, ella en un principio debía esperar solo cinco años para que Damian entrara a primaria, no obstante después del accidente su hermano fue llevado al Orfanato Saint-Blezcher. Él era su mejor amigo, siempre le aconsejaba sobre todo lo que ella le contaba las veces que podía visitarlo. Ahora que no lo tenía era más difícil, aunque sabía que debía esperar poco tiempo para verlo nuevamente, pues los chicos de primer año de secundaria ingresaban a mitad de año.
Cathlen pensaba en su familia, cómo hubiera deseado que aun estuvieran con ella, así podría hablar con ellos y no se sentiría tan sola. Ella subió a su dormitorio y pasó el resto del día allí, no quería bajar a los pasillos y volver a ver a Andrew, ya mucho había pasado con él y no sentía ánimos de enfrentarle.
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Un Amor Sin Limites
RomanceCathlen es una de las mejores estudiantes del internado Buenaventuranza, siempre se ha dedicado a su familia y a sus amigos, sin dejar atrás sus estudios. Andrew es el chico perfecto para todas las chicas, bueno para casi todas, desde que entró al i...