Bad Boy With Good Intentions.

XII. Ferrari.

❝ Pero tú eres la llama que uso cuando se pone oscuro. Tú tienes suficiente dolor para los dos, yo tengo todas estas cosas en las que estoy enfocado… ❞

Cuando empezó a abrir los ojos, la luz le afectó de una manera que tuvo que cerrarlos de nuevo. Su cabeza dolía al igual que su abdomen y sentía que no podía mover ninguna parte de su cuerpo, estaban entumecidas. Trató de abrir los ojos, y logró rápidamente ver el techo blanco que estaba decorado con esa maldita lámpara de techo que iba a matarlo.

Se dio cuenta rápidamente de que estaba en una especie de hospital. Lo primero que vio fue a la agente Ryan, que estaba a un lado de la cama de pie. Miraba a sus pies y se cruzaba de brazos, mientras su labio temblaba como si estuviera a nada de romper a llorar.

— ¿Por qué esa cara? —dijo él, con su voz sorpresivamente grave y un sabor pastoso en la boca.— ¿Acaso Betty White murió? Era una maravillosa mujer...

—Oh, Wilson. —Le detuvo ella, empezando a sonreír. Después de dos días, ese bocón con aspecto de algún personaje de terror, había despertado.— Cierra la maldita boca.

Contra su voluntad, él sonrió. Recordó todo lo ocurrido antes de desmayarse y el dolor en sus articulaciones. No dudó en hablar.

— ¿Qué carajos sucedió allá fuera?

—No lo sabemos. Dientes de Sable se recuperó de tu ataque y disparó un químico muy potente en inyectadoras a tu cuerpo. El Capitán llegó a la escena y logró dejarlo inconsciente antes de que te atacara a ti o a el señor Stark.

— ¿Químico muy potente?

—Hace unos años los mutantes fueron amanezados por el desarrollo de una cura. Esta mostró buenos resultados pero ella y su fórmula fueron eliminadas por los X-Men. —Empezó a explicar ella.— Lo que te inyectaron parece ser un derivado de esto pero no es esencialmente la cura. Pero sí que afectó tu mutación, pero no lo suficiente como para matarte como ha pasado con otros mutantes con los que Stryker ha estado experimentando... Es todo lo que sabemos.

— ¿Mi mutación?

Ella mordió sus labios, mirando por un momento el abdomen de Wade.

—Tus heridas no sanan. Bueno, sí lo hacen pero no de la manera en la que estás acostumbrado. —Ella suspiró, lentamente. Se veía tan saturada de información como él en ese momento.— De alguna manera aún eres inmortal… Ese ataque que recibiste pudo haber matado a cualquiera.

—Es que soy un ser extraordinario. ¿Sabes? Hugh Jackman está muy celoso de mí. Él es talentoso y atractivo pero yo soy el genio aquí.

Ella rodó los ojos, pero siguió sonriendo.

—Estoy muy feliz de que despiertes. —dijo ella— Nosotros tres estuvimos esperando pegados a la silla a que despertaras.

Wade apretó el ceño, a lo que Spell levantó la cabeza, dando dirección a su otro lado. Él volteó su rostro y se conmovió al ver a Peter. Ese Peter que estaba arropado en una silla, durmiendo como si no lo hubiese hecho en días. Sus mejillas estaban sonrojadas y su boquita estaba abierta, soltando leves suspiros.

Wade sonrió como un tonto. Porqué la simple idea de que Peter estuviera ahí, esperando a que despertara, lo hacía sentirse como el ser más especial del mundo. Spell, que empazaba a sospechar un poco de lo que pasaba entre esos dos, decidió a hablar: —Ha dormido en esa silla los últimos días. Se encarga de saber como está tu estado gracias a la maquinaria de este lugar...