II. Run This Town.

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La única cosa que está en mi mente, es quién conquistará la ciudad esta noche.




Su cuerpo delgado estaba atrapado entre los cuerpos musculosos de sus padres. Los cuales le miraban de soslayo, enojados ante su inaudita aparición. Matt estaba sentando de manera paralela a Peter, al lado de la agente Romanoff y de Nick Fury.

El último mantenía una mirada seria mientras esperaban a la llegada del científico Bruce Banner. Mientras, la rusa de melena rojiza, sonreía levemente mientras veía el semblante nervioso de Peter.

―No puedo creer que aparecieras así. ―Peter no tardó en oír al Capitán Rogers hablar, con su tono intimidante que tanto le caracterizaba.― Esto es una falta de respeto, Peter. Nosotros no te criamos de esa manera.

Peter mordió levemente su labio ante lo que diría en respuesta a su padre.

―Tony me enseñó que sí quería algo, debía seguirlo y luchar por ello. ―Citó el castaño, recordando las largas y poco sutiles charlas de su padre. El mencionado rodó los ojos y se cruzó de brazos mientras miraba a Peter como si fuera un traidor.― Y quiero ser un vengador...

― ¡Ay, no vayas a empezar! ―Se quejó Tony, rodando los ojos a la par de su alarido.

―No serás un vengador, Peter. ―Dijo Steve, como un disco rayado.

Peter bufó mientras se dejaba caer de a poco por el asiento, en un claro intento de berrinche. Desde la caída de la armada de Laufeyson, Peter había sentido una fascinación instantánea ante la idea de abrir sus fronteras y atacar el crimen de manera más salvaje. Solo quería ser un vengador.

―Pero... Yo de verdad quiero esto, papá. ―Murmuró el castaño, removiéndose en un intento de contener la repentina ira que le invadía.

―Lo sé, cariño. ―Murmuró de vuelta Steve, aclarando su celeste mirada bondadosa. Peter suspiró.― Pero debes entender que esto es muy peligroso, ¿de acuerdo? A penas comienzas a controlar tus dones y lo que menos necesitamos es una herida en tu cuerpo o algún trauma innecesario.

―No tenemos tiempo para eso. ―Gruño Tony. Steve le miro con severidad, a lo que el pelinegro rodó sus ojos cafés exasperado.― Es la verdad...

―Cállate, Tony. ―Se quejó Steve, apretando sus rubias cejas entre sí.

―El punto es que no serás un vengador. ―Resumió el pelinegro, mirando directamente al castaño.― Suerte para la próxima, amiguito.

Steve resopló, como un caballo enfurecido. Peter llenó sus pulmones de aire, dispuesto a gritarle a Tony que era un imbécil.

Lo que Peter no entendía de todo este diluvio, era que Tony en realidad deseaba con toda su alma que Peter siguiera sus pasos... Que fuera un filántropo con pasos oscuros como él o un héroe comerciable como Steve; pero sí deseaba que Peter fuera admirado salvando a la humanidad. Pero, al recordar el horrible sentimiento en su pecho cuando estuvo cayendo de manera paulatina en el espacio, los pelos se le ponían de punta y el corazón le daba un vuelco molesto.

No necesitaba, deseaba ni quería perder a Peter. No quería tener que ser Steve esta vez y tener que mirar con vigorosa esperanza que los ojos del castaño se abrieran. No quería perder a Peter.

Pero, Peter, con su caótica juventud, no podía pensar nada más que el hecho de que su padre era un egoísta de mierda.

Las puertas del ascensor hicieron un chillido trillado, anunciando la llegada del científico tímido de carácter pasivo―agresivo, Bruce Banner.

Bad Boy With Good Intentions.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora