Mocos.

92 5 0
                                    

Desperté sintiendo la ropa pegada a mi cuerpo, llevé mi mano a mi rostro encontrándolo húmedo debido al sudor. Me levanté de mi cama dispuesta a deshacerme de toda esta ropa pegajosa, miré mi reloj 7:15 PM. ¡Había dormido por tres horas! Malditas caminatas, mi estado físico no daba para eso. Soy una floja, lo admito. Abrí mi armario, elegí una camiseta vieja que me quedaba realmente grande. Me quedé solo con esto junto con mis bragas, hice un moño con mi cabello en la parte superior de mi cabeza y me acosté nuevamente en mi cama. No pienso comer, solo pensar en comida mi estómago da tres vueltas diciendo que no me atreva a dejar pasar bocado, debería estar hambrienta ya que no comí nada en todo el día aparte de mi tostada en el desayuno, pero no siento apetito en absoluto.

Pero como obviamente esto no es un cuento de hadas, los hechos del día de hoy empezaron a llegar uno por uno. ¿Qué debía hacer? Ross se había pasado hablándome de esa forma, sé que lo que hice estuvo mal, pero también sé que se extralimitó con el castigo. Escuché la puerta de entrada abrir y cerrarse al instante.

– ¡Llegué!–gritó mi madre desde la planta baja 

También tenía que pensar que haría para mi clase de arte del miércoles, y la mudanza de mi padre este mismo día.

–Hola, osita–dije mi madre con voz de ternura mientras abría mi puerta que estaba cerrada de par en par. Al fijar su mirada en mí sus ojos se abrieron como platos.

–¿Pero qué tienes?– se acercó a mi rápidamente con horror.

–Ojos y boca, mami–dije sonriéndole tiernamente.

–Hablo en serio Milah, estás más pálida que una hoja de papel–tocó mi frente con el torso de su mano.–¡y además estas ardiendo en fiebre!–gritó horrorizada

–Sí, siento que estoy sudando como un maldito cerdo–reí para aligerar su preocupación– es solo un resfrío.–dije parándome de la cama

–Un resfrío con fiebre incluida–dijo mi madre frunciendo el ceño. Abrí mi bolsa en busca de un cigarrillo.

–¿Qué crees que haces?–dijo lentamente con la intención de pronunciar a la perfección cada palabra.

–Voy a fumar un cigarrillo. –dije explicando lo obvio.

– ¿Estás loca? estas ardiendo en fiebre ¿y piensas fumar un cigarrillo?–su cara se tornó de un color extraño.

–¿No debería hacerlo?–pregunté insegura. A mi madre no le molestaba el hecho de que yo fumara. La primera vez que lo hice fue con una compañera de mi curso, su nombre era Amy, salíamos juntas a veces, hasta que empezó a llamarme rara igual que los demás. Un día después de finalizar clases fuimos a su casa, ella prendió un cigarrillo, decidí probar y así empecé. Al llegar a casa mi madre olió el humo impregnado en mi ropa, estaba muerta de ira, pero al cabo de unos meses lo aceptó.

–Obviamente no, Milah. Ven aquí y acuéstate, tienes que descansar.–dijo suavizando su expresión y golpeando suavemente la cama con la palma de su mano indicando que me acercara. Suspiré frustrada y seguí sus instrucciones.

– Quizás alguna comida te enfermó ¿Qué comiste en durante el día?–preguntó.

–¿Aparte de un delicioso aire con bacterias decorándolo?–dije mirando mis pies al final de la cama.

–¿No has comida nada en todo el día?–preguntó con horror nuevamente tiñendo su voz. No debí haber dicho eso.–iré a prepararte algo.

–No tengo hambre ahorita, mi estómago está un poco inestable. –le di una sonrisa intentando reconfortarla.

–¿En el camino a casa ya te sentías así?– ¿quién era? ¿Una maldita doctora?. Asentí con mi cabeza.

–Ross debió quedarse aquí para cuidarte–dijo mirando al reloj en mi pared negando con su cabeza

¿Destiny?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora