Encuentros, separaciones y reencuentros.

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En la mañana mi madre me llevó a la escuela, todo el camino estuvo distante y parecía tener la mente en otro lugar. Le pregunté si almorzaríamos juntas y dijo que no podría, pero quedamos en que cenaríamos en el lugar que yo escogiera. 

El día había pasado con normalidad, obtuve un 8 por mi escultura lo que me hizo sentir una escultora afamada. Ross no había dado señales de vida en todo el transcurso. Hoy después de un buen baño y de quitarme el dolor de cabeza que traía pude pensar con claridad todo lo que sucedió la noche anterior. Ross había sido un completo tonto, ¿Cómo es que tu mejor amigo te abandona en medio de un montón de gente desconocida para ti? El mismo Ross había dicho Prefiero que sea conmigo que con algún loco por las castañas, pero dado el momento el simplemente decidió desaparecer en sus propios intereses y obviamente yo no era uno de esos. Si no hubiera sido por Ian quien sabe de qué se habría tratado mi noche: misterio, tragedia, horror, Paul, Todd. Tengo que admitir que el Sr. egocentrico me salvó esa noche.

Mi madre ni siquiera había notado que yo no estaba en casa si no es porque le miento y le digo que dejé que mi auto en la casa de una amiga, obviamente no preguntó siquiera quien era esa amiga. En las últimas semanas ella también ha cambiado mucho.

Contaba los segundos para poder salir de esta clase, el olor a sudor de todos aquí inundaba el lugar, el discurso del Sr. Maloney seguía sin que nadie prestara atención. Mientras él se perdía hablando sobre la fundación de la Universidad de Oregon, donde él se había graduado, escuché el glorioso sonido que me enviaba a casa. 

Caminé por el pasillo que me dirigía a mi locker, guardando la mayoría de los libros que no necesitaría, no quería llevar gran peso ya que tendría que caminar para recoger mi auto. No había visto a Chase en todo el día, asi que me tocaría ir por mi cuenta, eso quiere decir caminando

La puerta de salida como siempre estaba aglomerada por personas. Empujé amablemente a algunas y por fin pude respirar el aire liviano.  A un lado de las escaleras estaba Marla conversado con Ross, enseguida sus ojos conectaron los míos empezó a acercarse.

–Hola Milah.–dijo dando los últimos pasos para quedar frente a frente.

–Hola Marla.–di un asentimiento con mi cabeza. 

–¿Dónde te metiste la noche anterior?.–preguntó con lo que pude notar era fingido interés.

–En la casa de Chase, nunca me fui.–dije dando a entender lo obvio.

–Oh cariño.–hizo una pausa. ¿Cariño? Eso sonaba tan Lucy.– A eso me refería nosotros si nos movimos de ahí.–pude notar el veneno en sus palabras.

–¿Nosotros?.–pregunté. Por el rabillo de mis ojos pude ver a Ross acercándosenos.

–Sí, ya sabes... Matt, Ross y Lu. –dijo encogiéndose de hombros. ¿Ross se había ido sin mí?.

–Hola pequeña.–dijo Ross llegando a mi lado, con una gran sonrisa en su rostro.

– ¿Te fuiste sin mí?–pregunté incrédula.

–Vamos Milah… Tenías tu auto, no era necesario que vinieras conmigo. Además solo iríamos a otra fiesta, que de seguro no habrías querido ir.–me miró explicando lo que según él era obvio.

–No se trata de querer o no–dije apretando los dientes.–estaba malditamente sola en ese lugar, no sabes lo que pasó...–hice una pausa tomando aire.–¿Sabes qué? Olvídalo.–dije sin siquiera mirarlo a los ojos. Tenía una larga caminata a la casa de Chase, no tenía tiempo para ponerme a pelear con el estúpido en el que se había convertido Ross.

Lo escuché gritar varias veces mi nombre mientras yo me alejaba, pero toda mi atención se fijó en mi auto estacionado justo en frente de la puerta de entrada.

¿Cómo llegó aquí? Estoy total e irrevocablemente segura de que no fui por el esta mañana y yo tenía las llaves, así que no pudo haber sido mi madre.

Introduje la llave en el contacto verificando que se tratara del mío, porque mi Renault 7 obviamente no tenía sistema de alarma. Para mi sorpresa la llave giró sin ningún problema. Podría reconocer mi auto en cualquier lugar, pero esta vez pensé que mi cabeza me estaba jugando una mala pasada.

Agitada por la reciente sorpresa entré en mi auto, estiré mi cuerpo poniendo mi bolso en el asiento trasero y al girarme dispuesta a salir, vi un postic pegado al volante.

Fruncí el ceño y lo despegué.

En realidad no te salvé dos veces, lo hice tres.

No necesitaba cuestionar de quien provenía esta nota o que mi auto estuviera aquí, el nombre Ian estaba escrito por todas partes. ¿Cómo lo había hecho? No tiene las llaves. Me encorvé con la intención de poder ver los cables con los que posiblemente haya logrado encenderlo, pero para mi sorpresa todo estaba en perfecto estado.

Escuché un golpeteo en la ventana, Ross estaba de pie al lado de mi auto con un semblante de tranquilidad, lo que me enfadó más.

–¿Qué pasa, Ross?.–dije mientras bajaba el vidrio de la ventana.

–¿Qué sucede contigo Milah?.–Preguntó con el ceño fruncido.–¿Por qué me dejas hablando solo?–

–No tengo ganas de hablar Ross.–suspiré.–Lo único que si tengo que decir es que ya no eres mi Ross, eres alguien más.–

Su expresión cayó.–No es así, creo que nunca me conociste realmente.–

–No te mientas Ross, tú no eres esto. Tú no eres el que esta con una chica que tiene novio, por más que la quieras. Tú nunca me habrías dejado sola. Tu…–miré mis pálidos dedos, en un intento de no estallar.– Ya no eres tu.–dije finalmente.

–Como siempre, dramatizando.–pude ver como rodaba los ojos. Esto no era nada acerca de dramatizar o no, se trataba que de una vez por todas me diera cuenta de que Ross ya no era el mismo de antes.

Sin ganas de explicárselo encendí mi auto y arranqué dejando atrás a un enojado Ross.

La tarde cursó con lentitud, la mayor parte del tiempo estuve completamente aburrida, mirando al infinito sin saber qué hacer. No tenía nada… absolutamente nada para hacer en este momento. Las pocas tareas que tenía las había hecho, también lavé ropa, limpié la casa y organicé por colores mis calcetines–algo soso, lo sé-.

Miraba las motas que se formaban en la parte superior de mi suéter, mientras escuchaba las ramas de los árboles golpear contra la ventana de la sala.

El asunto de mi auto y la pelea con Ross había estado dando vueltas en mi cabeza toda la tarde. A diferencia de nuestra anterior pelea, esta parecía más real. Mi reacción fue totalmente distinta a la que hubiera esperado. No puedo negar el vacío que hay dentro de mí, pero este ya no era Ross, a él lo había perdido hace algún tiempo y recién hoy lo pude notar

Nunca supe como Ian lo había logrado sin dejar a mi carro sin un rasguño siquiera.

Aunque… podría averiguarlo. Me levanté de un salto del sofá en el que me encontraba acostada y corrí a mi habitación en busca de mi celular. Le envié un mensaje preguntando como lo había logrado. Miré el móvil fijamente por varios minutos, como si el universo fuera a atender a mis suplicas y vibrara en el momento anunciando un mensaje de Ian, pero nunca pasó, esperé durante bastante tiempo, pero me di por vencida. Posiblemente estuviera haciéndolo con alguna chica bonita y esbelta. ¿Qué estaba diciendo? No eran celos, eso era algo imposible. Ian el arrogante, egocéntrico –y con un hijo- no era para nada el objeto de mis celos.

Mi celular vibró, el sonido de este contra la pequeña mesa de madera inundó toda mi habitación, corrí hacia él, en verdad quería saber cómo lo había hecho.

Para mi mala suerte era simplemente un mensaje de mi madre diciendo que tenía una sorpresa para mí, lo cual hizo que mi curiosidad por tal sorpresa opacara la que tenía por saber cómo mi auto había llegado hasta mí.

Feliz por eso me acosté nuevamente en el sofá y encendí la TV, esperando que el tiempo pasara rápido hasta que mi madre llegara.

Deseaba tanto esto… poder hablar con ella y explicarle que nunca estuve enojada, que simplemente quería asimilarlo, sé que todo esto es culpa de Marcus no de ella. 

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