Cada cosa a su tiempo.

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Iba en mi segundo vaso de ron con Coca-Cola y debo admitir que esto sabía muy bien. El primer bocado quemó notablemente mi garganta de una manera sorprendente, pero con el segundo me acostumbre a esto, es más... me agradaba.

–¡Esta mierda sabe realmente bien!.–dije con entusiasmo a Bibi quien se encontraba a mi lado apoyada contra la barra. 

Me miró con su cejas elevadas.– Eres más floja que un bebé.–rio.–Solo has tomado dos vasos y ya estás más feliz que cualquiera aquí.–sonrió.

Negué con mi cabeza.–Estoy perfectamente bien, solo me siento más viva, creo que me liberé o algo así.–dije tomando un sorbo.

–El alcohol te liberó.–me corrigió.

Me encogí de hombros.–Lo que sea.–sacudí mi cabeza al son de la música. Daba igual, el punto era que me sentía de maravilla.

Bibi rió como si estuviera haciendo el ocho con mi trasero. ¿Qué? solo estaba moviendo mi cabeza al son de la música.–Vamos a bailar.–halo de mi mano antes de que pudiera reaccionar. Nos acercamos a un grupo de chicas.  Pude ver sus diminutos vestidos y sus traseros frotándose con la que se encontraba al lado.

–No quiero hacer eso.–dije señalando con asco la escena de las chicas.

Bibi rió. –Tranquila, yo tampoco. Aunque podría hacerlo con un chico. –me dedicó una mirada pícara.

Le di nuevamente una cara de asco.–Si no te gustan las chicas o los chicos entonces ¿quiénes te gustan?.–Me miró inquisitiva.–¿Los extraterrestres?.–me encogí de hombros. Un Daemon Black no estaría mal.

Negó con sus manos.–No respondas. Ven, vamos– Sin poder negarme, la seguí.

Podía notar la fina capa de sudor en mi espalda debido a una hora de bailar sin cesar, para mi alivio no tuve que hacer una escena con ninguna chica. Bibi y yo simplemente estuvimos ahí, en medio de todos, bailando como si nuestra vida dependiera de ello.

–Eso fue...–suspiré.–divertido.–y en verdad lo era, jamás había bailado con ese sentimiento de adrenalina, de saber que solo tenía que divertirme.

–Lo sé.–asintió Bibi realmente emocionada y jadeante.–Vamos–dijo abanicando su rostro con la mano.–Quiero tomar algo. 

El chico gordo ahora tenía toda su camiseta bañada en sudor.

–Dos mojitos.–dijo Bibi. 

–Por favor.–le dije con una sonrisa. Asintió sonriendo. Era tierno.

–Oh. Chica amable.–me dijo Bibi, le di una sonrisa intentando parecer tierna, pero creo que fue más como una mueca,  juro que no podía sentir mi cara. Con el paso del tiempo me di cuenta que sus ojos siempre estaban abiertos de par en par naturalmente, no era raro. De hecho era una chica linda, la ternura salía por sus poros, pero también tenía ese factor de chica rebelde.

–Aquí tienen.–dijo poniendo los vasos en la barra. Me guiñó un ojo coquetamente y se dirigió a una chica al otro lado de la barra.

Bueno, ya no era tan tierno.

–Tengo tanto calor. Ese baile creo que me hizo perder unos 10 kg. –dije secando el sudor que se había acumulado en mi frente.

Bibi arrugó su frente.–Obviamente debes tener calor, tienes un costal encima.–dijo refiriéndose a mi chaqueta, era un poco grande. Lo admito.–Quítatelo.–dijo

–No quiero perderlo, además solo esto tiene bolsillos para mis llaves.–fruncí mi ceño.

–Dámelo.–extendió sus manos ante mí. Pasé la chaqueta sobre mi cabeza no sin antes tomar mis llaves y se la entregué.

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