Siguiendo consejos... Amistades femeninas

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Entré al baño, me lavé la cara y bajé a desayunar. Mi madre estaba sentada en la barra americana, pensando en algo que por su cara de seguro le preocupaba.

–¿En qué piensas?–dije haciéndola saltar del susto. Me miró fijamente 

–Perdón por lo de ayer Milah, no se en qué estaba pensando. En realidad nunca fui a comer con los del trabajo–no me digas.–Estaba en un bar cercano al estudio, bebí más de la cuenta, estuvimos ahí toda la tarde y cuando llegué a casa tu ya no estabas y yo ni siquiera llamé para saber donde estabas exactamente.

–No tienes que preocuparte, igual yo te envié un mensaje diciendo que iba a salir con Ross.

–Yo sé Milah, pero tienes 17 ¡Jesucristo!–dijo dando un golpe en la mesa que me tomó por sorpresa haciéndome dar un brinco.

–Ma, calmate–dije lo más calmada posible.Suspiró

–Me encanta que salgas y que hagas cosas de una chica de tu edad–me miró con ternura–

–Pero me siento una terrible madre por haberte dicho un simple "no llegues tarde" estando ebria–me quedé callada ante su confesión. Sabía que mi madre había bebido, pero nunca imaginé que a las 9:00 de la noche ella seguiría en ese estado.

 –¿Estabas ebria?–no pude ocultar mi sorpresa. 

–No quiero que sigas dependiendo de Ross para ir y venir–dijo ignorando mi pregunta. ¿A qué se refería?

–Pensé en que sería bueno que tuvieras un auto.– ¿Ah? estamos hablando de su rebelación ayer ¿y ella me ofrece un auto?

–¿Qué pasa mamá?–pregunté con enojo.

–Nunca puedes salir sola a algún lugar lejano sin Ross, tu padre o yo–dijo 

–Estamos hablando de toda esta basura de ayer ¿y tu me me dices que quieres comprarme un auto?–pregunté realmente exaltada.

–Tranquila, conejita. Lo de ayer estuvo mal, no puedo negarlo, nunca quisé que mi día terminara así, pero todo el asunto de tu padre me puso los nervios de punta y se que no fue la mejor solución, pero no puedo hacer nada aparte de decirte que lo siento.–dijo con tristeza.

–Mami yo no soy nadie para decirte que hagas o que no, solo ten cuidado. Tampoco necesito que estés aquí para cuando vaya a salir, por que casi nunca pasa–reí– y se cuidarme.

–Yo lo se, bebé, pero aun así estaré aqui–me dio una sonrisa.–Bueno, ¿vamos a ver lo de tu auto–el entusiasmo saliendo por sus poros.

–No necesito un auto a modo de disculpa, por que no hay por que disculparse–le expliqué.

–No es eso, simplemente pienso que en verdad lo necesitas.

–Por el momento quiero desayunar–dije cambiando rápidamente de tema. Obviamente quiero un auto, pero si lo recibo no quiero que sea resultado de la culpa de mi madre.

–¿Huevos?–preguntó y yo asentí.

Fui a buscar mi celular. Tenía dos mensajes nuevos; Marla y mi padre. Ningún mensaje de Ian el acosador.

Marla 

2:00 AM: Lo siento tanto, Milah.  ¿Podemos hacer algo hoy ¿Qué opinas?

¿2:00 AM? ¿qué era esta chica? ¿un vampiro?. Seguiría el concejo de Ross, tengo que tener una amiga mujer, le envié un mensaje acordando el lugar y abrí el de mi padre.

Marcus.

8:13 AM: 

Encontré un pequeño departamento a unas cuadras de su edificio. Me mudo el miércoles.

Mierda.

Bueno mi madre no tenía por que enterarse hasta el miércoles. Suspiré y bajé las escaleras.

~~~~~ ° ~~~~~~

Marla y yo quedamos en encontrarnos en una cafetería cercana a mi casa. Me senté en una pequeña mesa redonda enfrente de un gran ventanal viendo gente pasar, nunca había estado aquí. El lugar era acogedor, no muy grande, lleno de pequeñas mesas redondas en madera, un gran exhibidor lleno de pasteles y todo tipo de delicias, con un olor a cafe recien mólido. Me gustaba

–¿Deseas ordenar?–preguntó una chica de cabello rubio y ojos azules, sacándome de mis pensamientos.

–Claro, quisiera un café –me sonrió mientras anotaba en su libreta mi pedido.

–En un segundo–dijo asintiendo con su cabeza y se fue.

No había sabido nada de Ross desde ayer, en la mañana lo llamé varias veces, pero nunca escuche su voz, solo un estúpido buzón. Supongo que tengo que tener paciencia, no podía obligarlo a hablar conmigo, las cosas no funcionan así

–¡Hey!–dijo una voz conocida. Levanté mi vista y ahí estaba Marla sentándose en frente mío. Estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera noté cuando entró por la puerta en frente mio.

–Hola Marla–dije sonriendole.

–¿Cómo estas?–preguntó

–Bien, algo cansada–dije dándole una sonrisa perezosa

–¿por lo de la fiesta o algún rollo anoche?–preguntó riendo

–Si, el sexo salvaje definitivamente cansa–dije intentando contener la risa. Ella soltó una carcajada

–¿Cuéntame que tal te fue anoche?–dijo tornándose seria.

–No tan bien. Lucy y su primo arruinaron más mi noche–le dije abiertamente. Por la actitud de Marla hacia Lucy sabia que para ella no era un secreto la actitud de Lucy.

–¿Su primo? ¿Ian?–preguntó sorprendida. Esta Marla sentada en frente mío era totalmente distinta a la que había conocido en clase de matemáticas y eso me alegra.

–Si. ¿lo conoces?–asintió con su cabeza a manera de respuesta.

–¿conoces a alguien más egocéntrico que el?–pregunté en el momento en que llegaba la mesera con mi café y tomaba la orden de Marla.

Nos dedicó una sonrisa y caminó hacia la mesa continua a la nuestra.

–Pero debes admitir que el chico es extremadamente guapo–dijo Marla intentando cambiar mi punto de vista

–Quizas. Solo un poco–mentí

–Ciega–dijo negando con la cabeza.

La mesera llegó con el pedido de Marla. Una torta de chocolate cubierta del mismo chorreando lentamente por los bordes. Trague saliva. ¿por qué ordené solo un misero café?

–¿Y? ¿Hablaste con él?–preguntó Marla. Retiré mi vista de su apetitosa torta y la miré.

–Si, bueno, más o menos... algo así. Da igual–le heché un último vistazo a su torta–Creo que voy a ordenar una de esas–dije señalandola–si no lo hago terminaré devorando la tuya.–ella rió.

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