Prólogo

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Todo lo que escribía en su pequeña libreta apenas lo pensaba.
Eran simples ideas, pensamientos, párrafos, que surgían de su mente en momentos puntuales. Ella los solía llamar sus momentos de iluminación.

Picasso dijo una vez: "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". Pero ella no tenía que estar trabajando para que la inspiración la encontrase, y por eso llevaba su libreta, porque la inspiración podía encontrarla estuviese donde estuviese, y no quería olvidar esas ideas.

Fue entonces cuando los ojos azules de Antoine Griezmann se fijaron en ella, en su aura misteriosa. A Antoine no le gustaba dejar un misterio a medias.

Apenas hacía un par de meses desde que Antoine y su novia, Erika, se habían separado de forma amistosa por el bien de su hija. Las decisiones incoherentes de Antoine solo conseguían separarlo de su novia, y eso les dolía a ambos. El sí, no, el me quedo, me voy, el ya no sé qué quiero hacer... Desembocó en una separación que ambos veían como lo mejor.
Debido a los viajes de Antoine habían acordado unos turnos de tener a Mía bastante más cortos para el francés, pero que aprovechaba al máximo.

Fue en aquel parque que la pequeña adoraba donde ambos se conocieron, aunque solo de vista. Allí fue donde, por casualidad, sus caminos se juntaron. Allí fue donde comenzó esta historia.

Yo No Te Pido La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora