—Jace, colega...—toco con mis dedos el vientre de Noa—Muévete, tío, demuestra que sales a tu padre
—Por un día que está tranquilo...—ríe Noa y enreda sus dedos en mi pelo
—Vamos, Jace, muévete...
Hago repiquetear mis dedos alrededor del ombligo de mi mujer y noto un golpecito bajo ellos, seguido de más golpecitos.
—¡Eso es! ¡Ese es mi chico!
Noa suspira.
—Con lo calmadito que estaba...
—Tiene que moverse, mujer.
—Claro, como no eres tú el que lo lleva dentro...
Beso su vientre y sonríe, la acurruco entre mis brazos.
—¿Cómo estás?
—Ya, claro, ahora. Lo primero que haces después de una concentración es pedirle a tu hijo que me de la vara.
Sonrío y le robo un pequeño beso.
—Cansada. Jace me tiene agotadísima.
—Bueno, sólo queda una semana...
—Tengo miedo—confiesa buscando mis dedos
—¿Por qué?
—No sé... El parto, el bebé... ¿Y si no sé por qué llora? ¿Y si no lo hago bien?
—No digas eso, cariño... Lo has hecho muy bien con Mía.
—Pero Mía no era tan pequeña cuando la conocí y...
La callo con un beso y noto que se relaja con el contacto de mis labios.
—Lo sabrás. Eres su madre. Y serás muy buena en ello.
—No sé, Antoine, yo...
—Tranquila, ¿vale? Todo irá bien—acaricio su mejilla y se acurruca en mi pecho, noto como Jace patalea contra mí y sonrío—. Jace, colega, para un poco...
Coloco mi mano sobre un lado de su vientre y el pequeño para de golpear lo suficiente para que su madre se quede dormida.
La observo un rato, hasta que me quedo dormido a su lado.(...)
—¿Qué tal va ese niño?—mi madre sonríe cuando entra en la cocina
—Creo que es más inquieto que Antoine—ríe Noa y se acaricia el vientre
—El embarazo de Anto fue también muy movido—rememora mientras se sienta junto a mi mujer—. ¿Vas a traer a Mía este fin de semana, Antoine?
—Quedé con Er hoy a las ocho para recogerla. Al estar vosotros en casa no tengo problema de traerla, si Noa se pone de parto no habría problema y...
—Calla, calla, déjalo estar. Que aún le quedan cuatro días...—Noa sonríe de lado y coge el paquete que le da mi madre—. De verdad que no hacía falta que comprases nada, Isabelle.
—Lo vi y no pude resistirme. Si es que a mí las cosas de bebés...
Con delicadeza Noa abre el papel de regalo y mira un conjunto de jersey azul marino, pantalón blanco y zapatitos azules que la hacen sonreír embobada.
—¡Es precioso! Merci.
—Vas aprendiendo—sonrío y me acerco para besarla—. Voy a por Mía, vuelvo en un rato.
(...)
—Venga, dame esos pies hinchados—sonrío y me siento en el borde de la cama
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Yo No Te Pido La Luna
FanfictionA Antoine Griezmann siempre le gustaron los misterios, y ella era un misterio que resolver. Cuando llevaba a su hija al parque, siempre la veía sentada en la hierba, con un cuaderno y un bolígrafo. Al principio pensó que dibujaba, pero luego se di...