Capítulo 21

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Observo como se mueve el pelo con los dedos para salir bien en la foto que quiero hacerle.

—Venga, chica muda, que vas a salir guapa seguro.

Sonríe mirando al suelo, aprovecho y saco la foto. Después me mira y sonríe sincera, no solo con los labios si no también con los ojos.

—Eres preciosa—me acerco para besarla

Hago una foto de ambos y luego me centro en besarla.

—¿Qué quieres hacer por la tarde?—susurro mientras juego con un mechón de su pelo

—¿Te importa si vamos a ese parque?—pregunta con la mirada ausente

—¿Estás lista?

—Supongo que sí. Quiero hacerlo.

Le doy la mano. Ella sonríe.

—Lo haremos juntos—susurro besando su frente

—Antoine—susurra mirándome a los ojos

—Dime, chica muda.

—Te quiero.

Sonrío y la beso dulcemente.

                               (...)

—Antoine, tienes fiebre—murmura tocándome la frente

—Qué va, estoy fuerte como un roble.

—Anto...

—Vale, vale, ponme el termómetro.

Suspira y se levanta de la cama en busca del aparato. La observo rebuscar en los cajones de la cómoda mientras su camiseta (que es mía) se sube cada vez que se agacha.
Se acerca con una sonrisa victoriosa, se sienta sobre mi abdomen y me susurra que no me mueva mientras coloca el termómetro en mi axila.

La observo sin moverme. Me mira a los ojos y esboza una pequeña sonrisa.

—¿Y si me besas?—pregunto acariciando su pierna

—Te moverías para abrazarme. Cuando pite el termómetro hablamos.

Suspiro. Ella acaricia mi mejilla mientras mantiene su sonrisa. Se acerca a mis labios y los roza, pero se separa al oír el pitido del termómetro.

—Cuarenta y uno y medio...—susurra—Nos vamos a urgencias.

—Ni de coña.

—Antoine Griezmann, levanta tu culo gordo de la cama y vámonos al hospital.

Bufo, ella me mira seria.

—Si no vamos a urgencias te prometo que no vuelvo a darte un beso.

—Venga, llama a un taxi—suspiro poniéndome en pie y poniéndome la cazadora

Sonríe victoriosa y llama a un taxi mientras yo me calzo.

                               (...)

Después de hacerme análisis de sangre y de orina me hacen quedarme sentado en la sala de espera. Me han puesto una bata de hospital por la que entra más frío que si fuese desnudo y me han tapado con una sábana muy fina.

—Tienes mala cara—Noa acaricia mi mano, la que no tiene la vía

—Podríamos estar en casa. Podrías cuidarme tú.

—Puede ser algo más que sólo fiebre.

—Ya verás como no. Eres una exagerada.

Suspira.

Yo No Te Pido La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora