Caperucita Roja Kuroshitsuji:la leyenda del hombre lobo(I)

Cap.1:el incidente

Había una vez,en una época muy lejana...
Existía una pequeña aldea,en lo que hoy serían los alrededores de Londres,salvo que aún no había nada,salvo los densos bosques rodeando las casas de la gente.
En aquella aldea vivía un pequeño niño,cuyo nombre era Ciel Phantomhive,y era tan hermoso como un ángel.Su piel era blanquecina,casi parecía porcelana vista de cerca,sus ojos eran enormes y azules como zafiros o el profundo océano,su pelo era oscuro,de un tono verdoso,siempre bien cuidado y peinado,con un cuerpo de constitución más bien delgada y mostrando siempre un semblante serio.
Debido a su posición social,no podía vestir con buena ropa,siempre con lo que tenía a mano,aunque estuviera roto y viejo.Sin embargo,había algo que otorgaba elegancia al joven Ciel:una gran capa roja,con capucha y tan larga que se extendía por el suelo allá adonde pisaba.Siempre la llevaba puesta,pues le encantaba.Nadie sabe dónde ni cómo la consiguió,solo que a Ciel siempre se le veía con ella puesta,con la capucha cubriendo su cabeza,haciéndole aún más hermoso.
Él siempre vivió normalmente junto a su familia.Tenía a sus padres,los señores Phantomhive,a su hermano,un niño también muy hermoso llamado Alois,y su abuelo,un hombre pacífico y bonachón llamado Tanaka,que vivía en una casita en las afueras,dentro del bosque,y que siempre que podía estaba con sus nietos y les hacía regalos.

Un día cualquiera,cuando Ciel apenas tenía 5 años,se encontraba con sus padres hablando en el salón de su casa.
-Ciel...-decía su madre-¿te importaría salir a hacer un recado?Es que nosotros estamos muy ocupados.
-Claro,mamá.¿De qué se trata?
-Verás,el abuelito Tanaka está muy enfermo...-prosiguió su madre-¿te importaría ir a su casa a llevarle estas hierbas medicinales para que se sienta mejor?-la mujer le tendió al niño una cestita con hierbas dentro-estoy segura de que se pondrá muy contento si se lo llevas tú.
-Claro,enseguida voy.-y así,Ciel cogió la cesta,se puso su capucha,y salió de su casa.

...

El niño estuvo caminando un buen rato por el bosque,solo,sin ningún ruido alrededor salvo el de su respiración.
Aquel silencio que había en el bosque esa tarde era tan siniestro...
Pero Ciel no se dio cuenta de esto,pues solo podía pensar en ir a ver a su abuelito y hacer que se sintiera mejor.
Finalmente llegó a una casita de madera apartada en un pequeño claro entre los árboles,que efectivamente,era la del abuelo Tanaka.Ciel se acercó a ella,y llamó a la puerta.
TOC...TOC...
Nadie responde.
-¡Abuelito!¡Soy yo,Ciel!¿No vas a abrirme?
Pero de nuevo nadie respondió.
Ciel empezaba a extrañarse,pero aun así decidió abrir la puerta por su propia cuenta y entrar.
En la casa había un silencio sepulcral,como si allí no hubiera nadie.
-¡Abuelo!¿Dónde estás?-volvió a preguntar Ciel,cada vez más extrañado.
Pensó unos segundos,y se le ocurrió que podría estar en su cuarto,así que avanzó hasta allí,despacio,por si acaso.
Llegó hasta la habitación en el segundo piso,y la puerta estaba cerrada.Ciel la miró detenidamente,en silencio.
-Abuelo,¿estás ahí?-se atrevió a preguntar.Pero de nuevo,nadie respondió.
Sin pensarlo,Ciel abrió bruscamente la puerta,y entró al cuarto de su abuelo.
Lo que vería a continuación...poblaría sus pesadillas durante mucho tiempo.
Dentro del cuarto no estaba su abuelo Tanaka,sino que en su lugar había un enorme lobo gris,casi tan grande como el cuarto,con los ojos amarillos,la mirada asesina y unos afilados colmillos que mostraba al niño en señal de que estaba rabioso y hambriento.
Ciel miró a aquel monstruo,callado,pero con una angustia tremenda,no dejaba de sudar y aunque estaba paralizado su corazón latía a 1000 por hora.
El lobo le miraba cada vez más iracundo,como si fuera a abalanzarse sobre Ciel y matarlo en cualquier momento.Al niño solo se le ocurrió retroceder despacio,un par de pasos marcha atrás,pero el lobo también avanzaba según él se alejaba.
-¡¡¡AAAAAAAHHH!!!-tan pronto como gritó,Ciel salió corriendo de aquella casa,rápido,pero el lobo corrió detrás de él.

Ciel corría solo por aquel bosque,y el lobo iba detrás suya sin descanso.
Por desgracia,el camino se complicaba cada vez más,y Ciel se encontraba cada vez más cansado.Ya no podía correr más,pero el lobo le pisaba los talones y si le alcanzaba estaría muerto.
No aguantó más.Se paró en pleno claro del bosque,sudando,sin apenas respiración y llorando con fuerza.
Solo podía pensar en que iba a morir,pues podía sentir a aquel monstruo cada vez más cerca,listo para desgarrar su carne y comérsela.
Entonces,una sombra negra apareció de la nada,y esta arrastró a Ciel hasta un arbusto cerca del claro.
Ahora estaba tirado en el suelo,forcejeando con los ojos cerrados,pero cuando los abrió se sorprendió al ver que no era el lobo lo que estaba encima de él.
Sujetando sus manos,encima suya había un chico,de unos 12 años más o menos,pálido,con el pelo negro e igualmente todo vestido de negro,con los ojos de color rojo como la sangre.
-¡¿Q-qué haces?!¡¿Quién eres?!
-Shh...-le mandó a callar aquel chico-te he traído aquí para esconderte,pero si gritas y te mueves tanto el lobo va a encontrarte.-Ciel se quedó callado,¿cómo era posible que aquel chico supiera que le seguía un lobo?
De todas maneras,decidió hacerle caso y ni se movió.
Los dos chicos,escondidos en el arbusto,miraron hacia un lado,apartaron un par de hojas y pudieron ver al lobo,rebuscando en la lejanía.
Parecía que el monstruo se acercaba,pero pasado un rato,este se rindió y se alejó de donde estaban ellos.
Ciel se quedó sorprendido,asustado,pero a la vez suspiró al ver que el lobo ya no estaba.
-G-gracias...-le dijo al chico de negro.
-De nada,solo espero que no vuelvas a toparte con uno de esos.-respondió sonriendo.
-Debería volver a mi casa-siguió Ciel-si no te importa.
-Claro...una pregunta,¿cómo te llamas?
-Ciel.
-Bueno,Ciel,¿te gustaría que jugáramos mañana?Ven a verme junto al lago del bosque.
-S-sí...
Y así,el chico se alejó entre las sombras del bosque,y Ciel,cansado,volvió a su casa.
Pero por no preocupar a sus padres,decidió no contarles nada de lo que le había pasado aquel día.