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Planeé todo de la mejor manera posible, Carlos me ayudaría con la manera de entrar. La ventana de su habitación daba al patio izquierdo del orfanato, allí no había nada, sólo un pasillo de al menos un metro de ancho donde lo único que ocupaba espacio era el cespéd. Le dije a Carlos que lanzara la cuerda justo después de que viera a Helen desaparecer en el pasillo, ese era el momento perfecto para entrar al orfanato y así ocurrió. No entré directamente al laboratorio, Helen aún se encontraba merodeando por allí, unos veinte minutos después Helen se dirigió a su dormitorio. Y ambos sabiamos que luego de un rato llegaría la siguiente parte del plan. Carlos tenía que bajar al 1er piso y provocar algún alboroto, pero cuidando muy precavidamente no ser descubierto. Bajó de manera sigilosa y tiró al menos unos 3 libros de el estante de la sala de estar y un porta lápices. Todo ocurrió de acuerdo al plan hasta ese punto, Carlos se escondió y los guardias del laboratorio se dirigieron alarmados hacia el ruido, entré al laboratorio y me escondí en el baño.

Los latidos de mi corazón se encontraban a todo dar, tanto que llegué a creer que motiría en aquel preciso momento, mi conciencia me gritaba con una especie de doble moral "Haces algo ilegal"  "Debes descubrir la verdad". Me sentía como en esas pelis donde el protagonista visualiza a dos angeles sobre sus hombros, uno es de Satán y el otro es de Dios, sólo que en mi caso ambos tenían razón y yo no sabía a quien pertenecían las opiniones...

Cuando pasó al menos media hora salí del baño, me percaté de que realmente no había nadie en el laboratorio y empecé a inspeccionar con el menor ruido posible todo me pareció estar limpio y ordenado, algo llamó mi intención, un estante lleno de un medicamento en específico, Xilocaína, jamás había escuchado hablar sobre ese medicamento y mis últimos años de preparatoria habían sido realizados en el área de enfermería, tomé un frasco y me propuse leer su información, cual fue mi sorpresa al ver que el frasco no contenía otra cosa en la etiqueta mas que el nombre y la proporción; tomé dos frascos, puse uno en mis borsillos y otro lo puse en mi maletín, seguí recorriendo el lugar, buscando... analizando. No podía fiarme sólo de un pequeño frasco, debía de haber allí algo más, algo que me respardara en casos de fracasar con el extraño mediacamento.

Fue entonces cuando ví ese libro sobre el escritorio que supe era de Adams ya que encima había una placa que contenía su nombre sobre este.
Podría jurar que mis pupilas se dilataron y que llegué a saborear el vómito que se aproximó a mi boca cuando ví las imagenes plasmadas allí.

Era animales, animales MUERTOS, animales de todo tipo, ratas, ranas, aves, palomas, gallinas, gatos, perros... algunos estaban en estado de putrefacción y juro haber podido oler su desagradable olor con tan sólo mirar las fotografías, pero eso, oh Dios, eso no fue lo único, estaban ennumerdos... (#1, #2, #3, #4) mi corazón estaba saliendo por mi boca cuando aquella idea pasó por mi mente... pasé rapidamente todas las páginas del albúm y casi muero del asco, el susto y la rabia cuando logré confirmar mis sospechas allí estaban ambos plasmados junto a las fotografías de un montón de animales, como si fueran lo mismo y como si la vida no podría mostrar más simplicidad... Oscar y Sebastián ambos ennumerados con los números que procedían de un cierto orden #906, #908...

Retrocedí unos pasos para recostarme de la pared y la ví, había poca luz, pero pude notar la palidez en su rostro cuando nuestras miradas se encontraron.

— Jones por Dios debes irte —Me dijo sin darle importancia al hecho de como llegué allí.

— Entonces por esto estás aquí junto a él, Helen son vidas humana  ¡no son ratas de laboratorio!

— ¡Jones vete! Adams volverá en menos de lo que piensas, debes irte.

— ¿O qué Helen? ¿Me convertiré en el #908?

— Cállate, van a escucharte, debes irte por Dios ya vete Jones, por favor.

— Helen, la servidora de la comunidad,  ¿no es así?

Ví la cara de la angustia en sus ojos y supe que no era la culpable de eso, no podía serlo y aunque lo hubiese sido mi mente jamás me lo permitiría creer.

Se acercó a mí y me tomó del brazo izquierdo, arrastrandome hacia la salida mientras algunas lágrimas recorrían sus mejillas.

Cuando Adams llegó al laboratorio no me asusté, sabía todo lo que necesitaba saber y sabía también que aún me faltaba más.

— El ha irrumpido aquí sin autorización Adams, he llamado a la gente de seguridad y parecen estar dormidos, por suerte le he pillado entrando. —Replicó Helen sin que Adams aún hubiera articulado alguna palabra.

— ¿Llorabas Helen? —Replicó él encendiendo la luz central.

— No Adams sólo tengo ardor en los ojos, por eso he venido aquí cuando le he pillado.

Él se adelantó hacia mí, éxaminandome como si fuera una rata más de esas que estaban plasmadas en el albúm.

— ¿Sabe usted señor Adams que lo que ha hecho es ilegal? Supondré su respuesta y daré el siguiente paso.

Se asercó a su escritorio, tomó el teléfono y llamó a la comisaría, donde obviamente le atendería Smelt...

— Usted ha entrado aquí de manera ilegal Jones, eso quiere decir que tengo el derecho de revisar su maletín antes de que se vaya.

Tomó el maletín de entre mis manos, revisó empeñadamente cada departamento y puso la sonrisa más sínica que ví alguna vez cuando encontró el frasquillo de Xilocaína.

— ¿Jones sabe usted qué es la Xilocaína? — Dijo sonriente.

— No— Me permití articular.

— Entonces tenemos algo en común, ya que la patrulla tardará unos minutos en llevarselo preso le contaré un poco sobre la Xilocaína, es un medicamento tonto Jones, es como los jarabes para la gripe, está hecho de cualquier porquería y funciona por el simple hecho de que la gente cree que funciona. Sólo que aún no sabemos para que sirve y por eso su uso está prohibido.

Era obvio que mentía, su simpleza al hablar dementía cada una de las palabras que articulaba. Minutos después llegó Smelt junto a dos patrulleros, esposaron mis manos y me llevaron al mismo auto en que había estado otras veces como conductor.

Experimento 908Donde viven las historias. Descúbrelo ahora