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Cuando Louis bajó en su parada, entró decidido en la tienda del otro lado de la calle, caminó hasta el pasillo donde estaba lo que buscaba y aunque había mucho para escoger, sonrió pensando en lo feliz que estaría Harry al ver su regalo de agradecimiento.

Cuando Louis bajó en su parada, entró decidido en la tienda del otro lado de la calle, caminó hasta el pasillo donde estaba lo que buscaba y aunque había mucho para escoger, sonrió pensando en lo feliz que estaría Harry al ver su regalo de agradec...

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Finalmente se decidió por un juego de tres portafotos, los cuales pensó que irían genial con el color del despacho de su jefe y por ende le encantarían.

Pagó muy satisfecho, aunque estos habían sido un poco caros y le habían costado la mitad del dinero que tenía ahorrado hasta cobrar su primer sueldo pero creyó que merecía la pena

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Pagó muy satisfecho, aunque estos habían sido un poco caros y le habían costado la mitad del dinero que tenía ahorrado hasta cobrar su primer sueldo pero creyó que merecía la pena.

Durante la noche apenas durmió y a la mañana siguiente estuvo muy ansioso por llegar pues aunque sabía que su jeje no vendría hasta las nueve, tendría que elegir bien las fotos, colocarlas en los portafotos  y luego ponerlos en donde mejor se luciesen.

Tras abrirse las puertas del gran edificio, Louis subió en el ascensor a la décima planta, al llegar encendió todas las luces, prendió la cafetera y luego puso en marcha su plan de sorprender a Harry.

Al final eligió tres fotografías que encajaban perfectamente, con las medidas de los portaretratos que había comprado.

La primera, de Harry con su padre en ese mismo despacho.

En la segunda aparecía Harry con su madre en lo que parecía ser una fiesta

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En la segunda aparecía Harry con su madre en lo que parecía ser una fiesta.

En la segunda aparecía Harry con su madre en lo que parecía ser una fiesta

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Y la preferida de Louis, una del pequeño Harry.

Las colocó en una esquina de la gran mesa de nogal, devolvió el álbum a su sitio y salió muy contento, ya tan solo le faltaba esperar a que su jefe entrase y se alegrase al verlas

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Las colocó en una esquina de la gran mesa de nogal, devolvió el álbum a su sitio y salió muy contento, ya tan solo le faltaba esperar a que su jefe entrase y se alegrase al verlas.

El ojiazul siguió con su trabajo y cuando el reloj marcó las nueve, el joven empresario salió del ascensor, dejando su tristeza atrás, al ver a Louis tan sonriente y hermoso.

El ojiazul siguió con su trabajo y cuando el reloj marcó las nueve, el joven empresario salió del ascensor, dejando su tristeza atrás, al ver a Louis tan sonriente y hermoso

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-Buenos días, señor Styles.

-Buenos días Louis... emm, te agradecería muchísimo si me traes uno de tus ricos cafés a mi despacho.

-Claro, enseguida se lo llevo, señor-dijo Louis muy emocionado pues se acercaba el momento.

Minutos después cuando ya estaba vertiendo el café en la taza, Louis escuchó un gran estruendo, como si algo impactase contra el suelo y acto seguido varios gritos salieron del despacho.

-¡Louis!...¡Louis, venga aquí inmediatamente!.

El ojiazul fue rápidamente y al llegar miró extrañado los portaretratos, que él había elegido con tanto cuidado e ilusión, estos estaban tirados en el suelo y rotos en varios trozos.

—¿Qué es eso?, ¿Por qué lo has hecho?.

El ayudante muy afligido y confuso se agachó para recogerlos, no entendía el enfado de su jefe.

-¿Por qué ha hecho eso?, ¡maldita sea! ¿Quién le dio permiso para hurgar en mis cosas?... ¡Conteste, joder!...¿Por qué no puede dejar todo como estaba?.

-Lo si-siento, es s-solo que quería agradecerle lo de la comida de ayer y bueno encontré el álbum...La ve-verdad no pensé que le molestaría tanto. Al contrario creí que lo alegraría tener a sus padres en su escritorio... pe-perdóneme, lo si-siento mucho, no volverá a ocurrir— se lamentó el ojiazul muy abatido mirando al suelo pues no se atrevía a mirarlo a la cara.

Louis lo había hecho con su mejor intención y gastándose el dinero de sus últimos ahorros pero al parecer, solo le había servido para que lo despediesen el segundo día.

-Nunca en su vida vuelva a coger nada que no le pertenezca....Nunca jamás toque mis cosas personales, si yo no le doy permiso. No volvería a tomarse tantas libertades, ¿entendido, Tomlinson -le regañó muy duramente.

El ojiazul sentía que sus ojos aguados pronto desbordarían, así que se dio prisa en recoger el estropicio.

-Si señor... tan solo haré mi trabajo y nada más...nuevamente discúlpeme.

Mientras este recogía los trozos del suelo y ponía las fotos en el álbum  nuevamente, donde las encontró, Harry lo observaba en silencio desde su sillón, intentando calmarse para no saltarle encima.

Cuando este terminó de recoger regresó a su lugar de trabajo, cogió el café de su jefe, se lo llevó en silencio y luego cerró la puerta, seguido por la atenta mirada de su jefe.

Ya de nuevo en su escritorio, Louis miró los trozos y se lamentó por ser tan estúpido y haberse gastado así el poco dinero que tenía y en alguien que tenía de todo y parecía apreciar un buen gesto, entonces sin saber realmente porqué le dolía tanto, rompió a llorar.

Harry logró calmarse paseándose por su despacho, en un momento determinado al pasar por su puerta le pareció escuchar lo que parecían suspiros, así que la abrió muy despacio y vio a su ayudante sentado en su escritorio llorando y acariciando los trozos, entonces cerró de nuevo la puerta y volvió a su cómodo sillón.

Rápidamente cogió su teléfono y marcó.

-Liam amigo... por favor ayúdame o acabaré encerrado como un demente.

 por favor ayúdame o acabaré encerrado como un demente

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49. El nuevo secretario-Primera parte-Larry Stylinson (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora