Capítulo 3: Descubrimiento.

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Al siguiente miércoles, apenas mi secretaria dejó su puesto para tomar su descanso, tocaron a mi puerta. La abrí, esperando a la paciente, pero además de aquella desganada mujer, dos hombres aparecieron. Los miré, extrañado y luego de una señal, observé cómo se alejaron del umbral permitiendo que ella entrara en el consultorio.

Me debatía entre preguntarle el motivo de la escolta, o dejarlo pasar como algo común entre la gente de alta alcurnia. No hubo necesidad porque apenas tomó asiento, me lo dejó saber.

-Tienen que asegurarse que cumpla con lo requerido, de otra forma el gran Señor no estará tranquilo.

Tenía esa forma de referirse a su marido, totalmente distinta a la complexión de su rostro cada vez que recordaba el pasado. Allí quería volver, con eso se quería quedar. No dejaba de hacerme saber con sus cortas y contundentes frases, que las cosas no eran las mismas desde que lo convirtieron en cabeza de compañía.

-¿Lo convirtieron?

-Yo sé que él nunca quiso aceptarlo, siempre me lo decía...que el dinero y el poder le daban miedo...

-¿...Pero?

-Todos somos adictos a algo. Basta con probarlo para dejarse llevar y caer.

Su fría postura solía llamarme mucho la atención. La forma en que parecía ser otra cuando pensaba en el tiempo que dejó atrás, y su vuelta a aquel agüero cada vez que mencionaba el presente. Me encontraba a mí mismo totalmente intrigado, esperando el momento en que aquellos citadinos ojos se extendieran y sus pupilas dilatadas me dejaran saber que era la "ella del pasado"

-Y tú, ¿a qué eres adicta?

El manto de pestañas que escondía su mirada se elevó y en vez de en mi figura, se enfocó en la ventana detrás de mí. Hizo silencio por un tiempo más manteniendo la seriedad.

-A él.

Total dependía a la existencia de aquel hombre que en mis ojos, se había transformado en algo más que su marido. Su figura representaba algo más, quizá la relación con el padre perdido de su infancia, con la protección y compañía que le hicieron falta cuando apenas tenía conciencia de sí misma. Falta, otra vez allí, presente para hacer que los hombres comunes lo perdieran todo en la búsqueda de su supresión.

Anotaba en la hoja en blanco, ese tipo de pensamientos, cuando la escuché nuevamente.

-Descubrí algo.

-Dime.

-Cuando él se va, cuando tengo que quedarme sola en esa casa cada vez que tiene un viaje de negocios, esos pensamientos surgen...

-¿Y qué es lo que piensas exactamente?

Que no vale la pena vivir sin él, que lo necesito incluso para respirar. Me encuentro en la cama, sosteniendo mi cuello, intentando dejar pasar el aire, pero la sensación de asfixia no se va...

Por supuesto, se había generado la idea de que le era indispensable para sobrevivir, que ante su ausencia se sentía morir. No tenía idea qué tipo de hombre era aquel, ni cómo era su relación más allá de aquella cuasi enferma forma de amar, pero ella estaba ahí frente a mis ojos, y aunque no lo pidiera, aunque dijera estar ahí por obligación, necesitaba darse cuenta de que no iba a durar mucho tiempo más si las cosas continuaban como hasta ese momento.

Por eso era que, silenciosamente, les pedía a mis pacientes que se alejaran de la línea. Los humanos son demasiado impulsivos y todo lo hacen guiados por lo que sienten en el cuerpo, las sensaciones de locura y libertad. No se dan cuenta de la momentaneidad, de lo ínfimo de esa intensidad y de todas formas sueñas con la eternidad.

Ya sea por salvar su vida, o simplemente para hacerle notar lo peligroso de aquel estado constante de dependencia hacia otro ser, tenía que mantenerla en aquella oficina todas las semanas. La batalla personal que había iniciado con la línea hacía mucho tiempo atrás, siempre me había otorgado victorias. Suponía que aquella no sería la excepción.

-¿Cree que podré hacerlo?

-¿A qué te refieres?

-Vivir sin él.

Pensé que no lo quería, pensé que se aferraba a él como la única fuente de vida que tenía. Es decir, ella así lo había descripto, ¿Qué significaba entonces esa frase? Fruncía el ceño demostrando mi confusión. Dejé que mis pensamientos se acomodaran y luego de un profundo suspiro, asentí.

-Todos somos adictos a algo, pero existe la rehabilitación. Esta es la tuya.

Copió mi gesto y tomando aquella cartera que cargaba todas las sesiones, se levantó, pareciendo más liviana que cuando entró. 

Línea de separación [BangYongguk]Where stories live. Discover now