Capítulo 13: Más.

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Recordé aquel afán de mis pacientes por poner todo lo ideal dentro de la misma persona, hacerla amante lujuriosa y pureza inmaculada, lo bueno y lo malo de la humanidad fusionado en un mortal cuerpo. Me burlaba de aquello, no pudiendo comprender cómo, teniendo la finísima línea delante de sus ojos, no podían distinguirla y huir. Me parecía simple, notarla y separarse en ese momento, no dejar que las fantasías de la sociedad nos llevaran a pensar en cualquiera como la elegida por las fuerzas de algún mágico poder. Enamorarse solamente traía problemas. Por supuesto que no se los decía tan directamente, pero los persuadía para que así lo creyeran Nadie puede tenerlo todo.

Deliberadamente, había dejado pasar aquel detalle, el conocimiento de que cuando el deseo y el amor van juntos, nuestro objeto de amor es también nuestro objeto de deseo. No existe línea de allí en más, no hay forma de separar las dos caras de la moneda y así es como lo queremos todo, lo deseamos todo...lo amamos todo.

Bajé la guardia, queriendo traspasar la muralla que aquella mujer construía en mi consultorio, identificándome con su dolor, sumergiéndome en su historia, viéndome a mí mismo como aquel hombre común que deposita su falta en otro ser. Aquella confesión, el desnudar de mi verdadero yo, solamente me llevó a reconocer mi error, el punto crucial en el que tropecé con mis propios deseos y dejé caer la máscara. Sin embargo, todavía existía aquella otra cara de la moneda, la parte desconocida que no se me permitía ver.

Quizá por eso allí estaba, sentado frente a su edificio, esperando que el auto azul se alejara para luego introducirme en el ascensor y golpear la puerta esperando que su figura me recibiera, libre, feroz, ardiente.

La hebra de cabello se depositó en mi rostro mientras ella se mantenía sobre mí, moviéndose como sumergida en el mar. Descendía de vez en cuando para arrebatarme besos que se quedaban anhelando su continuación, pero que terminaban antes de lo pensado. Sus manos sobre mi pecho, clavando sus uñas con cada estocada, sus labios semi abiertos, soltando los sonidos que se inscribían en mi mente, causantes de mi locura. Otro beso. Dejé la posición anterior de mis manos en sus tibios muslos y tomé su rostro, encarcelando sus labios con los míos. Intentó despegarse pero no se lo permití, poniendo presión en el enlace. Nos sostuvimos la mirada y sonrió en mi boca, incendiando el abismal negro de sus ojos.

Me gustaba pensar en aquella, como la mujer que era en realidad, desatada de aquel porte sin vida, de los silencios tenebrosos y la ironía de sus respuestas. Mucho más me gustaba pensar que era yo quien la ponía así, quien la transformaba con cada caricia. Sentía que había logrado mi objetivo.

Relajó su cuerpo y dejó que la curiosidad de mi lengua se sumergiera en su boca, convirtiéndose en conquistadora del placer de esa delicada existencia. Las sensaciones se intensificaban y mis extremidades parecían derretirse debajo de la temperatura de su figura. Nos despegamos y sus movimientos ligeros volvieron para transformarse en desesperados saltos sobre mi pelvis. Los gemidos aumentaban, extasiándonos. Las gotas de sudor resbalando por el espacio entre sus senos, mis manos acomodándose nuevamente en sus muslos, presionando su piel, pegándola más a mí. La sangre de mis venas fluyendo intensamente, los latidos amontonándose en el lugar de nuestra unión, mi respiración entrecortada, el punto final, la liviandad del descargue, la tranquilidad de su silencio.

Otro pobre hombre, otro condenado a las actividades triviales. Codicioso, caprichoso, irracional, impulsivo. Actor profesional sin profesionalidad alguna. Mentiroso desvergonzado que disfrutaba de meterse a la cama con una mujer casada para vengarse de su adúltero marido, pero que se desesperaba por las noches porque quería más, porque en realidad el idiota se había enamorado.

Línea de separación [BangYongguk]Where stories live. Discover now