Capítulo 4: Peligro.

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-La Señora de los miércoles llamó para avisar que esta semana no puede asistir.

Escuché a mi secretaria decir, antes de que otro paciente entrara en la oficina. Para nada inesperado, era totalmente normal que algunas veces decidieran evitar las sesiones porque algunas de las cosas habladas eran demasiado impactantes para ellos. Pero aquella noticia no dejó de preocuparme y hacer temblar todas las conclusiones que sacaba mientras esa mujer no se encontraba dentro de las cuatro paredes en las que trabajábamos.

Ese miércoles a las cuatro de la tarde, la oficina presentó ese abismal silencio que hubo cuando ella inició la terapia. Las agujas del reloj sonaban y algunos pájaros afuera cantaban. Me senté frente a mi escritorio tratando de acomodar algunos papeles y matando el tiempo en general, hasta que mi secretaria regresara y la rutina volviera a comenzar.

Sorpresivamente, alguien golpeó la puerta y antes de que pudiera levantarme para abrirla, ella estaba dentro, sosteniendo su cartera con ambas manos y lágrimas rodando por sus mejillas.

-Lo siento. Necesitamos hablar.

Uno de mis latidos se escapó y sentí un golpe profundo en el pecho, al mismo tiempo que le indicaba que se sentara en el mismo lugar de siempre.

-Yo...lo siento...

Parecía no poder detener las lágrimas, mientras sus manos temblorosas no dejaban de sujetar la cartera. En todo el tiempo que llevábamos trabajando juntos, no la había visto demostrar tanta emoción.

-Está bien, cálmate ¿De qué quieres hablar?

-Yo...otra vez...casi sucede otra vez...

Había encontrado en una de las cajas de la mudanza, los antidepresivos que le habían recetado un par de años atrás. Estaba pensando ingerirlos otra vez, casualmente luego de que el marido tuviera que irse.

-Y ¿por qué decidiste no hacerlo?

-No lo sé, pensé en él...pensé en todo lo que estuvimos hablando aquí...pensé en Usted...

-¿En mí?

-No es fácil tener a una mujer con tantos problemas, rogando silenciosamente que resuelva todo el tormento que la consume. Usted lo hace, manteniendo siempre esa expresión que calma un poco todo lo que siento.

Aquel era mi trabajo, para eso me había preparado, no era como si se tratara de algo extraordinariamente difícil, aunque tampoco fuera cosa de niños, pero ¿por qué esas palabras terminaron significando tanto para mí? No buscaba el reconocimiento de ninguna de las personas que trabajaban conmigo, y aquella era solamente una más, pero en el mismo instante que sentí sus palabras contra mis oídos, la línea helada se estampó en mi piel, dejándome sin aliento por unas milésimas de segundo.

La cortina de cabello a un lado de su rostro permanecía inmutable, solamente perturbada por el entrecortado respirar de su portadora.

-No quiero esto, no quiero seguir pensando todo el tiempo que no lo merezco, que no me ama...yo quiero...

Cada vez más, aquel desprecio por lo que fuera que se encontraba más allá de la línea, cubierto por el título de "amor", me confirmaba su peligrosidad, la facilidad con la que convertía a las personas en sus esclavos, la desesperación que les otorgaba.

Su teléfono rompió con el clima intenso que se vivía dentro de la oficina, ella lo tomó entre sus manos y apenas notó el nombre escrito en la pantalla, se puso de pie, desapareciendo. La volví a ver en la vereda, donde un auto la esperaba. Se giró sobre sí misma y a través de la ventana, nuestras miradas se encontraron, volviendo a marcar la línea en mi espalda.

Línea de separación [BangYongguk]Where stories live. Discover now