Todos esos libros que leí durante mi preparación, las notas que tomé, los congresos a los que asistí, ninguna de esas cosas parecía ofrecer respuestas a aquel desesperado sentimiento que se guardaba en mi interior. La tranquila ocurrencia de los demás pacientes en la oficina, el deseo que de que llegara el miércoles, su ausencia otra vez.
Le insistía a mi secretaria para que se comunicara con ella, le planteaba la urgencia de aquel pedido pero, tanto ella como la paciente, me ignoraban. Aunque no era la primera vez que un caso con tantas ausencias estaba en mis manos, aquel era el que más peligro representaba con respecto a mi batalla contra la línea.
Luego de varias semanas, el teléfono sobre mi escritorio sonó y a pesar de estar en medio de una consulta, lo tomé inmediatamente. Era ella y sonaba tan agotada como siempre. No había podido asistir en todos esos días por cuidar a su tía, la del lugar alejado, quien había contraído una enfermedad bastante usual en la gente de su edad. Le dije que no se preocupara, que las sesiones podrían continuar luego de aquello, que la estaba esperando.
Solté esa última frase casi temiendo su reacción, escondiendo el rostro frente a la mirada molesta del paciente frente a mí. Me respondió que trataría de terminar con todo lo antes posible y regresaría.
-No se preocupe, estoy bien.
Terminó diciéndome, y una brisa fría se sintió en mi espalda. El temor a que aquella mujer tuviera el poder de leer las mentes, fue inminente. Asentí y colgué.
-La Señorita de los miércoles va a regresar pronto, así que por favor, no archive sus documentos aún.
-La Señora, querrá decir.
Me corrigió la secretaria luego de despachar al último paciente del día.
-Sí, disculpe. La Señora.
-Y ¿cómo sabe que va a volver? Ni siquiera le dio una fecha exacta.
Sería demasiado difícil explicarle a aquella mujer el motivo de mi confianza, y mucho más difícil sería decirle que incluso cuando no sucediera, aunque jamás volviera a cruzar el umbral de esa puerta, yo seguiría esperándola. ¿Cómo le llamaban a aquello los hombres comunes? ¿Esperanza? Quizá se trataba de eso.
-Confíe en mí.
Le dije, dedicándole una sonrisa ladina y cerrándole la puerta de la oficina, segundos después.
"Las emociones pueden definirse como todo acto considerado como tabú que realza e intensifica la experiencia y la diferencia tanto como sea posible de la rutina monótona de la vida cotidiana."
Irónicamente, comencé a buscar respuestas a aquel acosador estado de mi mente, y luego de hundirme en las hojas amarillentas, aquellas palabras atraparon mi interés. Emoción era algo que no sentiría al verme (incluso imaginarme) frente a un sujeto con tantos problemas. No representaban para mí nada parecido a un desafío o a un objetivo que ambos debíamos alcanzar, sin embargo, emoción era algo que sonaba bastante parecido a lo que sentía cuando me despertaba los miércoles, entendiendo que aquel no sería un día común. Emoción era descubrir que mis latidos se aceleraban cuando aquella mujer aparecía meciendo su larga trenza en el espacio de mi oficina. Emoción era fascinarme cada vez que la veía tomando su cartera y levantarse, indicándome que la sesión había terminado, sin relojes y sin preguntas. Distinto.
¿Qué tan distinta podía ser ella entonces? Si había descubierto que se trataba de otra oveja perdida, que deposita sus deseos de plenitud en otra persona, nada único, siempre igual.
-¿Y qué si es igual a los demás?
Me dije a mí mismo en voz alta. Y era cierto ¿qué tenía de malo? Si al fin y al cabo solamente tenía que ayudarla a salir de su agujero. Incluso, mucho mejor si era como los demás, porque así mi trabajo sería más fácil.
-Error, porque no es eso lo que quieres.
Me escuché de nuevo, y el silencio me atacó después. Si no era eso, entonces ¿qué? Me sentía perdido, tal y como lo estuve después de graduarme y encontrarme frente a gente llorando, pidiéndome que los ayudara. No sabía qué decir, ni en ese momento ni en el que me encontraba tirado en el suelo de mi habitación.
Miré hacia un lado y el teléfono se encontró allí, dispuesto a ofrecerme alguna respuesta. Lo tomé entre mis manos, marcándole. Su voz todavía adormecida, me recibió, aliviando el peso en mi pecho.
-Lamento llamarle a estas horas.
-No se preocupe.
-No me pida eso, sabe que no puedo hacerlo.
Se quedó callada, mientras su respiración se volvía cada vez más perceptible del otro lado.
-Entonces, preocúpese.
-¿Qué?
-Ya que no puedo pedirle que no se preocupe, vaya, hágalo. Preocúpese por mí como lo ha hecho todo este tiempo.
Una estela de energía se inició en mi vientre y se elevó hasta mi garganta, en donde explotó transformándose en una risa que ni siquiera yo recordaba cómo sonaba.
-¿Qué sucede amor? ¿No puedes dormir?
Escuché decir entonces, a una voz masculina con el mismo tono adormecido de ella. Siguiente a eso, el tenebroso sonido del final de la llamada, se repetía.
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Línea de separación [BangYongguk]
FanfictionDeseo. Amor. Pasión ¿Cómo darnos cuenta de la diferencia? ¿Eran del todo diferentes? Bang Yongguk creía saberlo, es decir, se había preparado por muchos años para ayudar a los hombres y mujeres comunes a no dejarse engañar, a discernir la línea de...