P r ó l o g o

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Evan admiraba con curiosidad desde lejos a aquella chica. Sin duda alguna, ella era un enigma para él. Había algo en ella que lograba cautivar su atención.

Sintió su corazón encogerse cuando se sentó en el pasto, igual que la primera vez que la vio en su vecindario comprando algunas frutas.

Porque definitivamente era tan linda que con constancia se sentía muy tonto por dejarse cegar con la apariencia física de alguien cuando él mismo se repetía que ese amor a primera vista no existía. Y quizás, en un lugar profundo de su corazón seguía pensando que no estaba enamorado, solo un poco encaprichado con ella.

Suspiró una vez más cuando ella soltó su pelo color azabache, para luego dirigir su mano a la canasta que traía con ella esa noche.

Si había algo que amaba era el aura que desprendía. ¿Le gustaría hablar de ciencia o de artes? ¿Le gustaba su tiempo a solas o prefería ser acompañada por un amigo? Esa clase de preguntas llegaban a su mente porque en su interior algo vibraba con fuerza por conocer a la linda chica ojos color miel. Le frustraba no entender qué había en ella que era tan atrayente.

Al otro lado, sobre el césped, Sabrina se recostó pasando su pulgar sobre la libreta. Dio un suspiro con los ojos cerrados intentando eliminar los pensamientos negativos que la acechaban día a día, y cuando los abrió sus ojos se iluminaron con felicidad al ver el cielo cubierto de centenares de estrellas.

Constantemente pensaba en lo maravillosa que eran éstas, porque a pesar de todos los miles de años iluminando el cielo, seguían brillando con tan intensidad que sentía emoción en su pecho porque ellas también brillaban a su manera. Era consciente en cuánto tiempo le invertía la gente examinando las constelaciones o las galaxias, que a veces parecía que no apreciaban lo hermosas que eras las demás estrellas.

Y era increíble cómo brillaban en toda esa oscuridad que las rodeaba. Tan mágicas, tan brillantes, seres tan especiales.

Porque Sabrina deseaba vivir en una estrella, deseaba ser una estrella porque quizás, alguien podía admirarla con tanto anhelo. Porque quizás podría ser totalmente feliz en un lugar tan lejano.

Pero de lo que no era todavía consciente es que un chico la veía desde lejos con una sonrisa pegada en el rostro, viéndola de la misma forma en la que ella veía el cielo, apreciándolo con tanto amor y respeto.

Porque en un pensamiento fugaz, Evan deseó que lo mirara de la misma forma en la que Sabrina observaba el cielo estrellado.

Hasta Las Estrellas [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora