Noche XI

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Si le preguntaban a cualquiera, dirían que el prado era el mejor lugar del pueblo para ver el cielo estrellado. No muy raramente, cuando llegaba el fin de año y las vacaciones, las personas llegaban a admirar la poderosa noche.

Sin embargo, en ocaciones especiales, la montaña era la más recurrida.

Desde la cima el viento sacudía a cualquiera de un lugar a otro. El aire fresco llegaba muy dentro en tu cuerpo y podías aspirar con facilidad la libertad, como si eso fuera todo lo que existiera en el mundo.

Desde la cima, se contemplaba la ciudad, los faros en las calles, los edificiones gigantes y de vez en cuando, los juegos artificiales.

Evan creía que cada luz representaba una vida, una historia. Le gustaba imaginarse entre las calles atestadas de personas moviéndose en el día de un lugar a otro.

Extendió su mano a Sabrina para que ella pudiera seguir caminando cuesta arriba hasta llegar a la punta junto a él.
Ambos estaban exhaustos. El recorrido era largo, pero una vez tuvieron aquella vista simplemente habían olvidado todo en absoluto.

En cuanto vieron el paisaje, Evan quizás pudo entender un poco más el motivo de la existencia.

¿No se trataba de eso la vida? ¿De trepar troncos y recorrer montañas? Hechas exactamente para subir con alguien que te dé la mano cuando estés apunto de rendirte. Y una vez lleguen uno junto al otro, disfrutar juntos de lo que la vista tiene por ofrecerles, sonreírse y descansar por fin.

Evan sonrió sintiéndose relajado. Eso lo relajaba. Estar allí en medio de la nada.

—¿No crees que es como una pintura? —dijo entusiasmado señalando todas las luces que yacían justo enfrente de ambos—. Demasiados colores.

—Hiciste que pensara en esto en un cuadro —Sabrina lo miró soltando una pequeña risa. De repente imaginó una pintura con la gran montaña, la ciudad detrás de ella y ellos en la punta.

—Uh, me gusta cómo piensas —le devolvió la sonrisa mientras la miraba de soslayo—. A que no adivinas porqué sería una pintura perfecta —dijo fijando su mirada en ella.

Sabrina negó.

La sonrisa de Eva se ensanchó.

—Porque tú estarías en ella.









































Hasta Las Estrellas [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora